El erudito dominicano Pedro Henríquez Ureña (1884-1946) presenta en este libro una compilación con poemas ejemplares de la poesía rítmica de España y América. Publicada en 1919, esta antología precede a la obra del autor que culmina sus estudios sobre métrica: "La versificación irregular de la poesía castellana" (1920), y al último y principal aporte crítico de Henríquez Ureña respecto de la intelectualidad hispanoamericana: "Historia de la cultura en la América hispánica", de 1947.
Tal como expresa Alfonso Reyes en la presentación de esta antología, la "influencia socrática" de Henríquez Ureña fue proverbial. Jorge Luis Borges y otros argentinos dan fe de que tal enseñanza llegó hasta nosotros: "Sin saberlo, enseñaba a ver, a oír, a pensar, y suscitaba una verdadera reforma en la cultura, pesando en su pequeño mundo con mil compromisos de laboriosidad y conciencia".
Como nos enseña Henríquez Ureña, la versificación castellana es, en general, silábica o, con más exactitud, isosilábica: cada forma de verso tiene número fijo de sílabas. Pero, contra lo que se cree habitualmente, no toda la versificación castellana es silábica; existió, desde el siglo XII al XIV, la amétrica, enteramente irregular, como en el "Cantar del Mío Cid" y, luego, a fines del XIV hasta principios del XVIII, existió la rítmica, en la cual los versos no tienen número fijo de sílabas, pero sí acentuación marcada, debido a la influencia de la música con que se cantaban.
La antología, editada por el Fondo de Cultura Económica, presenta poemas de Diego Hurtado de Mendoza, Gil Vicente, Cristóbal de Castillejo, Cervantes, Lope de Vega, Tirso de Molina, Calderón de la Barca, Sor Juana Inés de la Cruz, cantares populares, Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, Manuel Machado, Ramón del Valle-Inclán, Enrique Díez-Canedo, José Santos Chocano, José Gálvez, entre otros.