-¿Cómo empezó esto de ser el portavoz del piamontés a través del humor?
-Empezó en broma. Yo contaba cuentos de todo tipo, hasta que un día decidí volcarme por un estilo que no existía en el país, que era el estilo de mi sangre, la piamontesa. La forma de ser nuestra, nuestra forma de ver las cosas. Esa manera de sufrir tanto al llegar acá, esa manera de ser distinta. Nosotros somos pijoteros por necesidad, no porque nos guste serlo. El abuelo cosechaba una vez al año, y eso debía durar para dos años por si fallaba la cosecha del año siguuiente.
Valores como la educación, el respeto, los sueños de pibe. Todo eso que yo soñé, el barrilete, las figuritas que ahora estamos dejando morir, todo eso hizo que yo vaya forjando mi humor en base a ese tipo de historias, que son un poco desopilantes o incongruentes, con un poco de gracia y un poco de realidad. El remate es humorístico.