"Vestida como la noche, /en la mano la sortija lunar"... "Tu pie, el de esta luz"... "Si eres, como creo,/ dádiva de un dios,": Tomo estos versos de los primeros poemas del libro y ya se insinúa una búsqueda. Suelen, con dispares resultados, los poetas hacer poesía de la poesía, y la polémica sobre su legitimidad siempre está abierta. En este libro, Alejandro Nicotra redobla la apuesta, remonta la corriente aún más allá. "llegas a mí poesía" nos dice en el primer poema, a la que más adelante llamará, como ya se apuntó, "dádiva de un dios", y así el libro se impregna de ese momento previo a la poesía misma, esa tensión que lleva al poeta a las palabras, a ese regalo de los dioses.
Más adelante dirá: "Mi ansia en un extremo, tu belleza en el otro/ y la nada, exaltando su espacio". Nótese que en los extremos de ese puente que salva de la nada se ubican ansia y belleza, precisamente, materiales del anillo de plata; un extremo el ansia, ese camino que ineludiblemente conducirá, de la mano del artista, al otro extremo: el de la belleza, conquista a través de la cual el poeta halla la salvación de la nada. Pero si la belleza es ineludible, una vez disparada la flecha, entonces el secreto se halla entre ese obsequio de un dios y esa ansia de un mortal como una mano extendida, y son las XLVII composiciones de este libro las que desarrollan esta fuerte imagen.
"�A quién hablo,/ cuando te habla el poema?". Obsérvese que la certeza está en que se es portador de una voz y no en quien la recibe, algo así nos decía Machado: no prueba nada en contra del amor que el destinatario del amor sea irreal; en este caso el poeta duda del destinatario de su poema, nunca de la poesía, paradoja de estos tiempos.
Y ese inenarrable al que se destina una voz y que a su vez demanda poesía se delinea en "el anillo de plata" ese misterioso tú, ciertamente femenino, componen ese centro inasible cuya búsqueda deja como rastros son las palabras del poema. Inenarrable, volvamos a invocarle, tú, destino mismo de las palabras, un diálogo cerrado que cada poema se ocupa de aflorar a la superficie del papel y los sentidos.
El lenguaje de Nicotra -y esto no es una particularidad de este libro sino de su ya amplio camino poético- conlleva mucho de su región mediterránea. No le cuesta expresarse con palabras como cumbre, escarcha, leño, pues le son connaturales. Es cierto que no abusa de ellas, no trata de ser pintoresco, mucho menos autóctono; camina como quien no necesita demostrar nada, es cierto: no tiene deudas con su lenguaje. Acude a los colores como método de expresión. No teme a expresar sentimientos de plenitud: "cuerda de salud y alegría/ le diste a mi garganta". Y si habremos de notar particularidades de éste su último libro diremos que ahonda en la condensación del lenguaje, en la cristalización de núcleos poéticos, que constituyen cada uno de los poemas de "El anillo de plata".
Nota para destacar: el libro pertenece a la colección Fénix, dirigida por Pablo Anadón, colección que ya es un clásico de la poesía contemporánea nacional, un verdadero sello de calidad.
Vestida como la noche,
en la mano la sortija lunar,
llegas a mi poesía:
para instruirla, lo sé,
en un difícil arte, el del adiós.
Pero hoy tu lección es tu belleza.
Y yo abro las puertas de su página y de su día.
Si eres, como creo,
dádiva de un dios,
desde mi vida
-desde las cavernas del corazón-
ven a esta estrofa,
como a mi noche:
ofrenda de poesía,
ayúdame a expiar, ante el fatal ojo insomne,
el excesivo don.
Esa lágrima
tuya,
quemó en mi palma mi destino.
Ya no sabré quién soy.