Pequeños y medianos productores
Sabores artesanales
La semana pasada tuvo lugar, en el Predio Ferial de nuestra ciudad, la 1º Fiesta del Alfajor Santafesino. Allí, con el lema "disfrutar en familia", grandes, medianas y pequeñas firmas de distintas localidades de la provincia expusieron sus productos y deleitaron a los visitantes.

Del 7 al 10 de julio, organizada por la Bolsa de Comercio de la ciudad y la Cámara de empresarios de Turismo de la Región, se desarrolló la 1º Fiesta del Alfajor Santafesino, a la cual asistieron aproximadamente 10 mil personas.

Si bien grandes empresas locales relacionadas con la elaboración del producto estuvieron presentes, otras, provenientes del norte y sur de la provincia también lo hicieron y quisieron compartir con Nosotros lo que significa producir un símbolo de la ciudad.

Caru Ñe es el nombre que lleva una fábrica de Venado Tuerto, dedicada a la elaboración del alfajor santafesino y marplatense desde hace cinco años, cuya fabricación se realiza en la localidad de San Gregorio con la particularidad de que toda su elaboración, desde la preparación de la masa hasta el envoltorio, es artesanal. Sin dudas, para José Luis Guida y Rut Korn, ello le da a sus productos "un toque especial y de distinguido sabor muy difícil de igualar".

"Nuestra receta se basa en la producción manual. Es decir, primero hacemos la masa, la ponemos en una sobadora, la estiramos, la cortamos y la horneamos hasta que agarra el color que nos gusta, para luego ponerles a las capas el dulce de leche y el baño azucarado que tanto nos gusta. Lo único que usamos es una amasadora y una laminadora, pero el resto es todo trabajo a mano. Hasta los envolvemos uno por uno para respetar la consigna 100 % artesanal", manifestó José Luis Guida.

El principio de Caru Ñe, por el año 2000, tuvo que ver con la decisión de comenzar un emprendimiento familiar en una actividad que les gustaba desarrollar. Hasta que, en el año 2002, las condiciones que se vivían en el país, cuando muchas de las personas que trabajaban en relación de dependencia -como era el caso de Rut- fueron despedidas de sus trabajos, los llevaron a convertir su emprendimiento en la nueva manera de subsistir. Fue así como, poco a poco, con mucho esfuerzo, los alfajores Caru Ñe fueron cobrando vida y un característico sabor.

"Al proyecto le pusimos alma, corazón y vida. A pesar del momento que pasaba el país, tuvimos que mirar hacia delante y arrancar de nuevo", expresó Rut, trayendo a su mente imborrables recuerdos.

Por otro lado, si bien sostienen que el trabajo es muy agitado, reconocen que dedicar horas a la actividad es la única posibilidad que tienen de crecer y llegar a competir en el mercado.

"Hacer alfajores es nuestro medio de vida y nos gusta mucho usar nuestras manos para hacerlos. Además, no es porque lo hagamos nosotros, pero éste es distinto de todos porque el baño que tiene adherido a las capas y el sabor... son un espectáculo", expuso José Luis.

En definitiva, Caru Ñe, que en Mapuche significa ojos verdes y simboliza la historia de una cautiva que tenían los indios, simboliza todo para sus dueños. Y haber estado presentes en la Fiesta fue todo un desafío para ellos, ya que, como afirmaron, "venir a la capital del alfajor a mostrar lo que uno hace es todo un privilegio".

Y más productores

Además de Caru Ñe, otros pequeños y medianos productores también estuvieron presentes y expusieron sus productos en la Fiesta. Tal es el caso de Héctor Machtey, productor del dulce de leche artesanal El Recado, elaborado por El Caserito SA de la ciudad de Paraná.

"Hace dos años que incursionamos en este rubro y lo que hacemos es producir todo tipo de dulce de leche; es decir, el familiar, el repostero y el alfajorero. Por supuesto que para cada uno de ellos utilizamos una fórmula distinta y con productos propios que son imposibles de develar", manifestó Héctor, sonriendo.

Por otro lado, a manera de consejo para la sociedad, el productor expresó que la diferencia entre los dulces depende de la utilidad que se le quiera dar.

"El familiar se caracteriza por ser más blando y más sabroso que el resto. El repostero, en cambio, es más espeso, y el que se utiliza para rellenar las tortas. El alfajorero es mucho más espeso aún; sirve para hacer los típicos santafesinos, ya que la idea que nos proponemos es llegar a las alfajorerías", agregó.

Siguiendo con los presentes, Dulrey, una empresa que produce dulce de leche y desarrolla la actividad desde hace aproximadamente cinco años en Arroyo Aguiar, fue otra de las instituciones que expuso sus productos.

"Participar en la 1º Fiesta del Alfajor es una manera de mostrar nuestra producción. Por eso es que decidimos venir a Santa Fe, ya que recién estamos comenzando en lo que es la comercialización fuera de la zona", manifestó Carla Lazarini, promotora del dulce de leche Dulrey.

Por último, para quienes forman parte de La isla del sabor, una fábrica local que produce alfajores desde 1990, la unión y el trabajo de la familia ocuparon un lugar esencial cuando decidieron comenzar con la elaboración de los mismos.

"Nuestros inicios se remontan hacia 1990, cuando, con escasos conocimientos, comenzamos a hacer alfajores, hasta que el paso del tiempo nos trajo la experiencia en la elaboración, producción, presentación y ventas. Nuestra empresa es familiar. En ella, cada uno de los Mejías ha aportado su granito de arena para el crecimiento. Ninguno ha quedado afuera", expresaba un cartel de entrada al predio.

En definitiva, muchas expectativas sintieron estos pequeños y medianos productores por participar en la 1º Fiesta del Alfajor Santafesino con la única finalidad de dar a conocer sus productos, que son el símbolo de tantos años de esfuerzo y trabajo.

Mónica Ritacca

Un poco de historia

"Y transcurre ese 1º de mayo, y poco a poco los convencionales, cumplida su misión, se alejan por los caminos fatigosos que ya hicieron, rumbo a sus provincias. Agregan a los equipajes unos alfajores de Merengo para que saboreen las esposas, las hijas, las novias que allá los esperan. Y llevan sin duda algo más: el recuerdo feliz de sus días en Santa Fe y el recuerdo de la hospitalidad afectuosa, cordial y noble de sus hogares"

Mateo Booz "Aleluyas del Brigadier"- Colección El Litoral-1955.

La historia del alfajor santafesino se remonta a la llegada de los constituyentes, en el año 1853, cuando Juan María Gutiérrez y José Benjamín Gorostiaga arribaron a la ciudad en carretas sin saber que se irían con algo que años más tarde se convertiría en un rasgo característico de la ciudad.

En definitiva, dos objetos que marcarían la historia de Santa Fe se estaban llevando a cabo en aquel momento: por un lado la elaboración de la Constitución Nacional, y por el otro, la fabricación del alfajor santafesino.

Hermenegildo Zuviría, más conocido como Merengo, fue quien hospedó en la planta alta de su casa a los constituyentes, mientras fabricaba tapas de alfajores que luego, gracias al dulce de leche que le preparaban las hermanas Piedrabuena, las transformarían, junto a un riquísimo baño de glasé, en riquísimos alfajores.

Por último, cuando los constituyentes se marcharon, el alfajor santafesino pasó a ser un símbolo de la ciudad y quedó marcado en el contexto de la Constitución Nacional.

Abuelos a la obra

La Fundación Atardecer es una entidad de nuestra ciudad sin fines de lucro que elabora productos, entre ellos, alfajores santafesinos y dulces, con la ayuda desinteresada de colaboradores de la tercera edad que aportan su trabajo en la fabricación de los mismos. En definitiva, los alfajores "Santa Mónica" son el fruto de muchas manos de abuelos colaboradores que ayudan a la sociedad a través de la Fundación.