Las cicatrices del pasado

La actuación de Kevin Bacon es conmovedora, sin duda una de las mejores de su carrera. Foto: Agencia Télam. 

"No soy un monstruo" manifiesta al borde del llanto Walter, el personaje interpretado por Kevin Bacon, mientras intenta infructuosamente superar los tormentos de un pasado oscuro, signado por sus conductas pedófilas y una condena a doce años de prisión. De algún modo, ése es el eje central de la cruda historia que se narra en El hombre del bosque: la búsqueda de redención. Contrariamente a otras propuestas, se trabaja el tema del acoso de menores, pero desde el punto de vista del victimario.

Al salir en libertad condicional, Walter consigue un trabajo en una maderera, pero aparece su incapacidad de relacionarse con sus compañeros de trabajo. Sobrevive a duras penas en una tortuosa rutina, por momentos asfixiante, y debe encarar una lucha cotidiana para superar sus conflictos internos. Desde el pequeño y lúgubre apartamento donde consigue alojarse, irónicamente frente a una escuela, y que hace las veces de un amargo purgatorio, Walter busca controlar su vida, acosado por la obsesiva persecución de un sargento de policía que desconfía de su readaptación. Sin embargo, a punto de naufragar, conoce a una mujer que, al igual que él, convive con un pasado traumático. Esta intensa relación le otorga la oportunidad de superar su pasado en intento desesperado de reconciliación con el mundo.

Mientras fluye la acción, se nota un gran trabajo en la profundización psicológica del protagonista. Si bien no se muestran sino algunos fragmentos, alcanzan para retratar de un modo convincente sus obsesiones y complejidades. Justamente el estandarte más importante de la historia está en la actuación de Bacon, quien ofrece una interpretación pausada y reflexiva, y cada una de sus expresiones demuestra el sufrimiento del personaje ante el constante acecho del pasado.

Descarnada y amarga, pero a la vez humilde en sus pretensiones, la película se limita a contar los hechos con estilo despojado y sin estridencias. Está muy bien trabajada la construcción de ambientes intimistas, con una exacta combinación de primeros planos y planos detalles, perfectamente equilibrados y expresivos. Sin caer en el dramatismo vacío, ni en un obvio maniqueísmo, la debutante realizadora Nicole Kassell demuestra gran capacidad para avanzar en temáticas arduas con gran precisión narrativa, y dirige con pulso firme y sin sobresaltos.

Otro aspecto que mejora el filme tiene que ver con las actuaciones de la mayoría de los integrantes del reparto que secundan a Kevin Bacon, pero que se ponen a la altura de las circunstancias. Entre estos sobresalen Kyra Sedgwick, quien establece el contrapunto del personaje de Walter y lo ayuda a salir de la depresión que lo consume.

En pocas palabras, El hombre del bosque es una película que, a través de una narración amarga, invita a reflexionar con seriedad sobre una temática dura, pero sin buscar la polémica o la apelación al morbo.

El hombre del bosque (USA, 2004), dirección: Nicole Kassell; intérpretes: Kevin Bacon, Kyra Sedgwick, Eve, Mos Def, David Alan Grier, Benjamin Bratt, Gina Philips, Kevin Rice, Michael Shannon, Hannah Pilkes; guión: Steven Fechter y Nicole Kassell; producción: Lee Daniels; música: Nathan Larson; fotografía: Xavier Pérez Grobet; montaje: Brian A. kates y Lisa Fruchtman; diseño de producción: Stephen Beatrice; vestuario: Frank L. Fleming.

Juan Ignacio Novak