Rumbo al 17 de agosto
Caleidoscopio sanmartiniano
Hay facetas poco conocidas de la vida de los héroes. Miradas que provocaron leyendas, versos de poetas o relatos que van pasando a través de las generaciones. Aquí, algunas sobre el general San Martín, a propósito de la próxima fecha patria.

Hay hombres que por la fecundidad de sus obras en bien de la patria y de sus semejantes, logran vencer la caravana inacabable de los años y permanecen vívidos a través del recuerdo. Tal es el caso del general José de San Martín, porque los acontecimientos de su vida han producido una resonancia colectiva plasmada en cantares, anécdotas, leyendas y poemas, donde los sucesos del pasado vibran aún en el alma de nuestro pueblo y de América. Aquí, van algunas miradas acerca del hombre y del héroe.

Marcha de San Lorenzo

El combate de San Lorenzo fue el bautismo de fuego del Regimiento de Granaderos a Caballo y la primera victoria de San Martín en suelo americano.

Inspirado en este hecho épico, Cayetano Alberto Silvia, uruguayo nacionalizado argentino, compuso en 1901 la música de la conocida Marcha de San Lorenzo, que cada 17 de agosto se escucha en todos los actos.

Entonces, Cayetano estaba radicado en la sureña ciudad de Venado Tuerto, en nuestra provincia. La letra fue realizada por el mendocino Carlos Javier Benielli, profesor, poeta, escritor y periodista.

Esta marcha tan rítmica y hermosa, se popularizó rápidamente luego de ser ejecutada en público por primera vez en 1902 en Santa Fe, cumpliéndose órdenes del entonces ministro de Guerra, general Pablo Richieri, y en presencia del presidente Julio Argentino Roca.

Figura en el cancionero oficial de las escuelas y a menudo es interpretada por artistas populares en audiciones radiales y programas televisivos, recitales y festivales folclóricos, como así también por bandas de música municipales y militares.

La magnitud de la fama alcanzada por esta marcha hizo que trascendiera las fronteras del país y se instalara en otros como Brasil, Colombia, Inglaterra, Japón y distintas naciones del mundo.

Hay datos curiosos que muchos ignoran. Entre ellos, que la marcha fue ejecutada para la coronación de Jorge V con la autorización previa, solicitada por el gobierno inglés en nuestro país. Lo mismo ocurrió para la coronación de la reina Isabel, actual soberana inglesa.

Hoy, se ejecuta en los cambios de guardia del palacio de Buckinghan, modalidad que fue suspendida en el tiempo que duró la Guerra de Malvinas.

Sus sones marciales inundaron el aire de la acongojada París, cuando durante la Segunda Guerra Mundial, tropas alemanas marcharon por sus calles, pero también lo hicieron cuando el general Einsenhower la hizo ejecutar nuevamente al ingreso triunfal del ejército aliado que liberara a los franceses del yugo germano.

El tropero Pedro Sosa

Múltiples son las anécdotas referidas al héroe José de San Martín. Muestran facetas de su personalidad, tan rica en prendas morales. Una de ellas destaca su sentido de gratitud.

Don Pedro Sosa era un tropero cuyano, que con su carreta realizaba travesías de Mendoza a Buenos Aires, transportando productos regionales, para regresar luego con mercaderías que cargaba en la ciudad puerto.

Su mirada ebria de horizontes reconocía cada palmo del camino. Observador eficaz, nada le pasaba desapercibido, tanto del entorno natural como del alma de las personas; sus dilatados silencios le permitían reflexionar sobre la vida y sobre los hombres.

Cuando el gobierno de Buenos Aires otorgó armas y municiones al general San Martín y éste manifestó detenerlas lo antes posible, el tropero se comprometió ante él a traerlas en la mitad del tiempo necesario para recorrer tan enorme distancia.

Forzando la marcha, restando horas al sueño y al descanso, sin detenerse ante el mal tiempo o los rigores de la travesía, Pedro Sosa cumplió con la palabra empeñada.

La gratitud del general hacia ese humilde paisano que con empeño realizó una tarea que se tildaba de imposible, fue el broche que selló una amistad duradera entre ambos.

Etopeya poética

Los poetas que saben dar luz y música a las palabras han celebrado siempre, en sus creaciones, a los héroes y al amor patrio.

Innumerables son las poesías dedicadas a nuestro héroe nacional. Las plumas literarias más exquisitas le han brindado su homenaje: Olegario Andrade, Belisario Roldán, Juan Cruz Varela, Ricardo Rojas, Enrique Larreta...

Del libro "Etopeya sanmartiniana" (*), editado por la Asociación Cultural Sanmartiniana de Santa Fe en el año 1967, han sido transcriptas estas poesías:

  • El héroe niño
  • Un niño americano

    se educaba en Madrid

    porque en su tiempo, España

    era la dueña de aquí.

    Apenas trece años

    estaba por cumplir

    cuando honroso uniforme

    quiso el niño vestir.

    Marchó a tierra de moros

    para ir a recibir

    el bautismo de fuego

    y ser soldado al fin.

    En el sitio de Orán

    se le vio combatir

    por treinta y siete horas

    soportó el fuego allí.

    Y era poco más alto

    que su propio fusil.

    Se llamaba José,

    José de San Martín.

    Germán Berdiales
  • A San Martín
  • Limpio de vanidad y de ambiciones,

    tallado en fría luz como el diamante

    Equilibró sus sueños y razones

    el capitán iluso y trashumante

    Y así fue el arquitecto y el atlante

    que en medio del desierto y los escombros

    Sostuvo tres naciones en los hombros

    salvadas con su espada y su sextante.

    Otros canten al héroe americano

    que puso al Ande al pie de sus legiones

    Yo le canto en su gesto sobrehumano

    de vencedor de envidia y de pasiones

    Al que supo bajar, como el romano,

    de Tarpeya los duros escalones

    Para entregar al pueblo soberano

    la dignidad civil de las naciones.

    Horacio Caillet-Bois (*) Etopeya: descripción del carácter, acciones y costumbres de una persona

    La bandera peruana

    En el imaginario colectivo, se gestaron también algunas leyendas que aluden a hechos históricos, nimbándolos de belleza y fantasía. Tal es el caso que se refiere a la creación de la bandera del Perú:

    Corrían los tiempos de la emancipación americana. El mar que ha estado tan ligado a la historia de la nación hermana trajo, hasta las playas de la amplia bahía de Paracas, las naves de la expedición libertadora de San Martín.

    Al bajar a tierra, el 8 de setiembre de 1820, el valiente General sintió un sonido confuso, levantó sus ojos hacia el cielo y vio una bandada de aves de vistoso plumaje color blanco y rojo. Le sorprendió el hecho y pensó de inmediato que de igual manera en un próximo futuro flamearía en el aire el pabellón del país que venía a libertar. Ambos colores quedaron grabados misteriosamente en su memoria y en sus retinas de manera indeleble.

    Un mes y medio más tarde, firmó en Pisco el decreto que establecía los colores de la bandera nacional del Perú. Ésta nació por la inspiración de un grande de la historia, y amparada por el inconfundible signo de libertad que configura el vuelo de las aves.

    La bandera de tres franjas verticales -una blanca intercalada entre dos rojas- es blanca, cual pureza de las nieves incontaminadas que se concentran en los picos andinos, y roja como la sangre que ofrendaron con valores los héroes. En las batallas ondula como manto protector bajo el cielo peruano, y su flamear imita el vuelo de las aves que otrora observara el General San Martín.

    Zunilda Ceresole de Espinaco