Una calle con historia
Aquella avenida 25 de Mayo
Pablo Gigliotti evoca cómo era una de las principales calles santafesinas hace 45 años, cuando se creó la Asociación de Comerciantes y Vecinos de la avenida 25 de Mayo.

"Alguna vez existió esta entidad que fue creada entre los años 1960 y 1961, por un grupo de comerciantes establecidos en calle 25 de Mayo, desde Suipacha hasta la escuela Almirante Brown. En ese entonces, era una calle angosta y el tranvía circulaba por el centro de la misma", cuenta Pablo Gigliotti, quien fuera -en dos oportunidades- secretario de la comisión directiva de la Asociación Comerciantes y Vecinos de la avenida 25 de Mayo.

Gerónimo Simarro fue presidente de la asociación y Guillermo Meneghetti, secretario. La entidad nació cuando, tras el retiro del tranvía, las perspectivas mostraban a una ciudad que, inevitablemente, se extendía hacia el norte.

La intención de aquellos visionarios era crear una institución sin fines de lucro, para buscar un acercamiento y estrechar vínculos, intercambiar opiniones y, por supuesto, impulsar ese sector alejado del centro, elevando a las autoridades municipales proyectos e inquietudes para el bien común.

La primera comisión directiva fue presidida por Héctor Hereñú, acompañado por Gerónimo Simarro, Decio Durando, Mario Temperini, Juan S. Alby, José Gallegos, Gerardo Noseda, Chiche Gagliardi, Rubén Batistella, Julio Salas, Zuchella y Pablo Gigliotti.

El primer proyecto que se presentó a las autoridades municipales, consistía en la construcción del ensanche de la calle, pues las veredas tenían espacio suficiente para tomarle 1,50 metros de ancho de cada lado. "Por suerte, la Municipalidad se hizo cargo de la obra y al poco tiempo teníamos una calle ancha", cuenta Gigliotti.

A vuelo de pájaro

"Los negocios de la vereda este prácticamente arrancaban desde calle Junín hacia el norte, el resto eran casi todas casas de familia. Así teníamos, por ejemplo, en la esquina nordeste, un negocio de venta de artículos eléctricos, cuyos titulares eran Montórfano y Barrena. Estaba el Bar Suizo, le seguía el viejo sanatorio Lister, donde hoy funciona el Instituto del Diagnóstico y al tiempo se construyó un edificio de departamentos que se lo llamó `el conventillo de los ricos'. Desde Santiago del Estero al norte eran casas de familia. Llegando a Obispo Gelabert estaba Casa Gagliardi, un negocio de venta de ropa para hombres; José Gallegos, un depósito de golosinas al por mayor, luego estaba la peluquería de los hermanos Casano, el viejo cine Mayo, de Karakatzaniss, un taller de motos de los hermanos Broda, la mueblería y colchonería de José Fracchiola, el taller de Mazzetti, que era el único que soldaba aluminio, el taller mecánico de los hermanos Hoffman, especialistas de los Auto Unión y DKW, luego el taller metalúrgico de Guillermo Schillp, que fabricaba calderas; la panadería y confitería de Julio Salas y la farmacia Durando", enumera Pablo Gigliotti.

"Cruzando bulevar, la vieja casilla del ferrocarril y, a continuación, la fábrica de básculas Balma, donde actualmente está el diario El Litoral, y en 25 de Mayo y Cándido Pujato nos encontrábamos con la florería Zuchella y el taller de bicicletas de Francisco Gerlo".

Recorrido en la memoria

Gigliotti recuerda que "de norte a sur, pero por la vereda oeste, desde Cándido Pujato hacia bulevar, estaba la sastrería de Gerónimo Simarro, el Sindicato de Trabajadores de la Industria del Vestir y la florería Santa María de Mario Temperini. Cruzando bulevar, estaba el bar Cristal, Comodel -que era la zapatería de mi propiedad- y Hereñú, la vieja pizzería Oscar, el taller de cerrajería de Di Lucca y Marani (que reparaba cocinas a kerosén), la sastrería de Rubén Battistella, la joyería Strade y en la esquina de Obispo Gelabert y 25 de Mayo, la casa de repuestos para automóviles de Juan S. Alby, la tienda Flor de Lis, el Baviera de Santiago del Estero y en la esquina de 25 y Junín, la casa de repuestos para rastrojeros de Guillermo Meneguetti".

Durante la gestión del intendente Conrado Puccio, la Asociación lo interesó para embellecer la diagonal por donde circulara el tren, "ya que ese espacio era tierra de nadie y estaba en total estado de abandono", señala Gigliotti. Felizmente, se recuperaron esos terrenos donde hoy existen dos estaciones de servicio. Luego de un tiempo, se sumaron los negocios de sastrería de Francisco Francalanza y la Optica Lince, que estaba en bulevar y 25 de Mayo.

"Con el paso de los años, muchos de aquellos pioneros ya no están entre nosotros -dice Pablo-. Con el tiempo, la Asociación de Comerciantes y Vecinos de avenida 25 de Mayo pasó al olvido, y hasta retiraron la cartelera emplazada en bulevar y 25 de Mayo, sobre la vereda donde hay está la parada de taxis", precisa.

Así, con estas pinceladas urbanas, evocamos aquellos comerciantes que un día de hace 45 años, quisieron reunir sus fuerzas para el bien de toda la comunidad.

Enrique Cruz (h)