Ante todo, sería lógico aclarar que esta nota no tiene intención de atacar a los artistas del tatuaje o tatuadores profesionales -de los cuales los hay de excelente nivel y gran capacidad de trabajo en nuestra zona-, sino que es el reflejo de una preocupación que va más allá de la calidad del dibujo realizado o de los detalles estéticos de la incorporación de aros, metales, adornos, cruces o elementos de identificación personal en el propio cuerpo (el piercing es, básicamente, eso).

En tal sentido, cabe explicarse que en la última sesión del Concejo Municipal, los ediles María Ofelia Minetti y Fabián Luján presentaron un proyecto de comunicación por el cual se vería con agrado que el Departamento Ejecutivo Municipal (DEM), a través del área que corresponda, realice una campaña de difusión en la cual se expongan los efectos que acarrean la aplicación de los ya mencionados piercings y tatuajes.

El presente artículo, en realidad, expresa -tal cual lo indica uno de los párrafos del proyecto elevado al cuerpo legislativo de Santo Tomé-, el interés por plasmar una serie de comentarios que en especial llegue a captar la atención de adolescentes y jóvenes, sector de la sociedad en el que "éstas prácticas han cobrado masividad en la actualidad".

A lo largo de la historia de la humanidad, hombres y mujeres de diferentes civilizaciones han modificado sus cuerpos para adecuarlos a ciertos ideales estéticos, sociales y eróticos. Aunque los tiempos han cambiado y el hombre ha evolucionado, los motivos para que un gran porcentaje de la población se realice estas intervenciones en su cuerpo no han variado mucho; con el fin de identificarse y ser parte de un determinado grupo social.

En lo que sí se han experimentado cambios es en los instrumentos y condiciones de asepsia en que se realizan las prácticas de piercings y tatuajes. Sin embargo, aunque los conocimientos en medicina y la tecnología disponible se han incrementado para que estas prácticas se puedan realizar sin complicaciones, la falta de reglamentación específica en la Argentina hace que éstas puedan transformarse en situaciones de riesgo.

"La aplicación de piercings y tatuajes no son recomendables para personas con hemofilia, trastornos de coagulación y diabetes, ya que en estos últimos las infecciones pueden traer complicaciones", documentan los considerandos de la propuesta del bloque Eva Perón. Además, aclaran que "si los elementos utilizados no se encuentran esterilizados se pueden transmitir infecciones como hepatitis A, B o C, VIH (o HIV), incluso tuberculosis, también pueden darse infecciones locales en el lugar del tatuaje o piercing; por eso, debido a los riesgos de infección éstas aplicaciones son motivo de impedimento para la donación de sangre".

"En cuanto a los riesgos que pueden generar los tatuajes", añaden los legisladores, "se pueden originar reacciones alérgicas localizadas, desencadenantes de otras enfermedades, como por ejemplo una psoriasis". "En definitiva, los profesionales médicos insisten en tratar que las personas no se hagan tatuajes ni piercings, ya que generalmente se hacen en la adolescencia que, como se trata de una etapa de cambios, cuando llegan a la adultez la mayoría se arrepiente", puntualizan también.

"En salud pública es materia del Estado adoptar las medidas tendientes a concientizar a la población acerca de determinados usos y costumbres en los cuales se exponga la integridad física de las personas y que -previo a la realización de las prácticas mencionadas-, se debería informar a la población sobre los riesgos, agravantes y consecuencias de salud que se puedan ocasionar", finalizan. En el seno del Concejo, las comisiones internas de Gobierno e Higiene tendrán a su cargo el análisis de este proyecto.

Ejemplo

De acuerdo con lo expuesto por los concejales del bloque Eva Perón, "para los odontólogos, los piercings en la boca -lengua y labios-, que suelen ser mancuernas con joyas o puntas redondeadas/triangulares en los dos extremos, pueden producir varias complicaciones: inflamación de los tejidos con posible obstrucción de las vías aéreas, hemorragias prolongadas, dificultad en la percepción de los sabores, la deglución y la masticación, fracturas y fisuras, quistes y abscesos, halitosis por cúmulo de bacterias, desprendimiento del esmalte, daños periodontales y pérdida ósea". Por ello, "algunas entidades dedicadas al cuidado dental desaconcejan el piercing de la lengua, ya que es una zona muy vascularizada".