De Kirchner y Lavagna
Señales del gobierno para el FMI
El ministro de Economía dijo que está listo para negociar "mañana mismo, si hace falta" con el Fondo Monetario Internacional. El presidente buscaría en Mar del Plata el respaldo de George Bush para que el G-7 viabilice el entendimiento. El gobierno busca despejar el panorama financiero de mediano plazo, sin ceder las condiciones fundamentales del plan económico. Sin el acuerdo, el superávit fiscal no será suficiente para pagar la deuda después del canje.

El ministro de Economía, Roberto Lavagna, aseguró anoche estar listo "mañana mismo, si hace falta" para negociar un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El presidente Néstor Kirchner, en tanto, buscará reforzar la posición argentina ante el organismo durante el encuentro que mantendrá con George Bush en Mar del Plata, para que éste interceda ante el G-7.

Aunque no está dispuesto a ofrecer concesiones sobre el modelo económico, el gobierno busca un acuerdo que le permita extender los vencimientos de la deuda pública y Lavagna ya mostró -con la creación de un fondo anticíclico- que no se incrementará el gasto público a pesar del superávit primario de las cuentas públicas.

Ante los reclamos que viene formulando el FMI, Lavagna sostuvo que "la respuesta que tenemos es no a los cambios del tipo de cambio, al superávit fiscal -que es récord absoluto en los últimos 50 años-. Si no hay interferencias estamos listos", dijo en declaraciones al programa Desde el llano, que se emite por la señal de cable Todo Noticias (TN).

En la lista de temas áridos que la futura negociación con el FMI pondrá sobre la mesa se ubican el nivel de superávit fiscal, la solución que pide el Fondo para los bonistas que no entraron al canje y el ajuste de tarifas de servicios, todos puntos que necesitan sobre todo un buen empujón político para poder ser destrabados.

El titular del Palacio de Hacienda admitió que "es mejor" llegar a un acuerdo con el organismo financiero internacional, para "alargar plazos" de crédito que "le darían mayor flexibilidad a la política económica".

En esa línea, Néstor Kirchner intentará conseguir de George W. Bush, durante el encuentro que mantendrán el viernes próximo en Mar del Plata, un aval concreto que destrabe el acuerdo que Argentina busca cerrar con el Fondo Monetario Internacional.

Se trata no sólo de una misión compleja por el cambio de clima bajo el cual miran a la Argentina desde la Secretaría del Tesoro, sino de una jugada que apunta a neutralizar lo que el gobierno nacional anticipa como una durísima posición de parte de los restantes miembros del Grupo de los Siete países más poderosos, verdaderos decisores dentro del FMI.

En las ultimas semanas, y por distintas razones, varias embajadas de los países del G-7 en Buenos Aires tuvieron motivos para alimentar con informes políticos negativos aquellos otros papers técnicos que serán objeto de evaluación.

Poderosos y molestos

Analistas internacionales consideran, por caso, que "la relación entre el Reino Unido y la Argentina transita el peor momento desde el reinicio de las relaciones bilaterales". Nuestro país ha presentado un récord de 13 protestas formales en lo que va del año, por temas tan diversos como los permisos pesqueros otorgados por los kelpers o por menciones de las islas en sitios de Internet, lo cual ha generado un clima absolutamente negativo en la representación británica en Buenos Aires.

Algo parecido ocurre con la representación francesa, que tras los cruces virulentos que involucraron al embajador galo con el presidente Kirchner y la primera dama argentina, se ubica ahora en la lista de países del G-7 que tienen más que reclamar que aquello que puedan conceder a favor de nuestro país.

"Los roces diplomáticos hacen difícil suponer que no habrá efectos sobre la actitud de los países del G-7 al momento de sentarse a negociar en Washington", dice un diplomático de carrera, que admite que no hay demasiada lógica a la seguidilla de protestas que la Argentina ha presentado contra Londres.

"Es poco realista suponer que Argentina pueda tener una pésima relación con Londres en torno a las Islas Malvinas y un apoyo británico en el resto de los temas", agregó un analista internacional que sigue de cerca la creciente tensión por la virtual falta de diálogo entre Buenos Aires y el Reino Unido.

En la visión actual de diplomáticos del G-7 y de analistas locales, todo hace suponer que ese empujón se dará pero en sentido contrario a los deseos e intereses de Buenos Aires.

Freno deliberado al gasto público y al crecimiento

La agenda post electoral en materia económica continúa cosechando adhesiones, incluso entre quienes frecuentan los círculos más ortodoxos de la economía. En especial el anuncio de la creación de un fondo anticíclico con el excedente fiscal que se recaude entre noviembre de 2005 y abril de 2006, lo que despertó adhesiones del mercado.

La sorpresa es que todo ajuste naturalmente tiende a contraer la demanda, lo que supone una alta probabilidad de disminuir el crecimiento económico, situación que a su vez a lejano es la óptima para mejorar la distribución de la riqueza.

Según se calcula, el acumulado del fondo podría superar los 10 mil millones de pesos sin alterar la meta del 3,2% de superávit fiscal para el próximo año. La decisión de crearlo muestra la preocupación del gobierno por los datos de la inflación: se estima para octubre un piso que ronda 1% y para todo el año más del 11%.

Para Miguel Kiguel, ex secretario de Finanzas y titular de la consultora Nuverse Financial Advisors, es positivo que el gobierno decida crear el fondo porque es una medida que restringe el crecimiento en un momento en que no es acompañado por el nivel de inversiones. "Claramente se necesita una inversión del 26% del PBI para seguir creciendo a estas tasas, y hoy estamos en el 21%", sostiene Kiguel con números diferentes pero en la misma línea argumental de Lavagna en este tema.

Para el economista, la iniciativa también es positiva porque atenúa el efecto inflacionario. "No sabemos bien qué es lo que va pasar pero es una medida en la dirección correcta", sostiene agregando que "no sorprende" que Lavagna haya tomado un política que no se condice con su visión de la economía porque "la inflación está ganando el centro de la escena".

Por su parte, Dante Sica, ex secretario de Industria, estimó que la nueva agenda del gobierno de alguna manera "responde al interrogante sobre qué hacer con el superávit". "Son buenas medidas, se fortalece la política fiscal", agregó.

Para Sica, el gobierno debe disminuir el crecimiento de gasto para que la demanda no siga presionando la oferta, "que no muestra síntomas de acompañarla. La desaceleración de la demanda es positiva, el crecimiento del 8 y el 9% son tasas de crecimiento muy elevadas. La imagen que se me ocurre es la de un tren que circula a 200 kilómetros por hora sobre rieles diseñados para una velocidad de 120 kilómetros por hora", agregó.

En este sentido, ambos economistas consideraron que la clave sigue siendo la inversión. "No hay medidas que disparen inversiones unilateralmente", consideró Sica. "Será un conjunto de medidas", concluyó.

Inflación, empleo e inversiones

Consultado sobre la actual inflación, el ministro Roberto Lavagna indicó que el tema "preocupa y ocupa" y explicó que "cuando hay tasas de crecimiento como las nuestras, y producción de empleo, siempre hay reacomodamientos de precios... Se están dando en este momento".

En este sentido, precisó que "hay actividades que han recuperado producción en un 50 por ciento, por ejemplo" y puntualizó que "lo importante es estar atentos (con la inflación), que no exceda ciertos límites".

Para ello, reiteró que el gobierno intervendrá con "políticas monetarias y con política de ingresos". Respecto de estas últimas, se pronunció por acuerdos entre empresarios y sindicatos, pero resaltó que "lo único que no pueden hacer los empresarios es acordar a las presiones sindicales y darse vuelta y subir los precios... Eso sería un engaño a los trabajadores", destacó.

Y señaló que el gobierno no intervendrá en esas negociaciones en un principio. "Yo creo que en una etapa inicial, lo que conviene es que el propio sector privado, cuando digo sector privado hablo de sindicatos y asociaciones empresarias, vayan formulando un esquema, para ver hasta dónde llegan", precisó.

También resaltó que para "seguir creciendo a un cinco por ciento anual... hay que agregarle a la inversión actual un plus de dos puntos, dos puntos y medio más".

"Hay muchas condiciones para la inversión. Hoy la Argentina tiene un nivel récord histórico de los últimos veinte años, superior incluso al del '98". El gobierno, en opinión del ministro, tiene ahora un año "distinto", un año "sin elecciones que dan una capacidad de maniobra distinta que puede ser un componente más de la política antiinflacionaria".

Finalmente, el titular del Palacio de Hacienda aseguró que el "foco central" de la política económica del gobierno "está en que la población argentina vaya aumentando su ingreso en el mismo nivel que aumenta la producción y que aumenta el empleo".

La encrucijada

que enfrentan Kirchner y Lavagna es que no quieren ceder crecimiento económico como condición para acordar con el Fondo. Pero los acreedores que no entraron al canje y las demandas de las privatizadas pesan en el ánimo del G-7 y del FMI, mientras que el histórico superávit presupuestario argentino no alcanza para pagar los vencimientos de la deuda renegociada y nueva en el mediano plazo. El Fondo anticíclico es una "señal de ajuste" a la economía, que así enfriaría riesgos de inflación; pero al mismo tiempo supone menos gasto, menos redistribución de riquezas y una ralentización de las mejoras económicas para la sociedad argentina, una cuestión que Kirchner ha sostenido como punto central de su gestión.

El Litoral/Dyn/CMI