Alemania recuerda el inicio de los juicios de Nüremberg
| |
Alemania conmemora con diversos actos y durante varios días el 60 aniversario de los juicios de Nüremberg en los que, en un proceso sin procedentes, 22 jerarcas nazis fueron llamados a rendir cuentas ante la justicia por sus crímenes contra la humanidad.
Simposios, actos en las escuelas de Nüremberg y la publicación de nuevos libros sobre el tema son algunos de los acontecimientos que recuerdan los juicios sesenta años después de la derrota de los nazis ante las fuerzas aliadas.
Desde el punto de vista meramente formal, las bases jurídicas del proceso eran dudosas porque los crímenes que se juzgaban no estaban tipificados antes de 1945 y hasta ese momento eran estados, y no personas individuales, quienes solían ser responsabilizados por lo ocurrido en una guerra.
Sin embargo, ya el 25 de octubre de 1945 el primer ministro británico, Winston Churchill, ya había declarado como que era necesario castigar a los responsables de los crímenes del III Reich con lo que habían sentado las bases del juicio de Nüremberg.
Esa decisión, significó un viraje con consecuencias pues se pasó a exigir responsabilidad penal por crímenes de guerra, lo que posteriormente se continuaría con la creación del Tribunal Penal Internacional de La Haya.
El dictador Adolf Hitler era el gran ausente de los juicios porque se suicidó en las últimas horas de la guerra.
Heinrich Himmler, el jefe de la Gestapo, también se suicidó antes de ser sometido a juicio, y Robert Ley antes de que comenzará el proceso, mientras que Martin Bormann fue juzgado como reo ausente pues logró escapar de las fuerzas aliadas y refugiarse en un lugar que no pudo determinarse.
El resto de la cúpula nazi estuvo en el banquillo de los acusados empezando por el sucesor de Hitler, el almirante Karl Doenitz, y siguiendo por el ministro de Exteriores Joachim von Ribbentropp.
El jefe de las SS Ernst Kaltenbrunner, el ministro de Armamento Albert Speer, el comandante supremo del Ejército Wilhelm Keitel y el segundo de Hitler en los primeros años, Rudolf Hess y su sucesor, Hermann Goering, que se suicidó antes de que se ejecutara la condena a muerte en su contra.
Las cuatro potencias aliadas -Estados Unidos, la Unión Soviética, el Reino Unido y Francia- condujeron el juicio como representantes de la Comunidad Mundial.
El fiscal jefe, el estadounidense Robert H. Jackson, documentó ya al comienzo con imágenes fílmicas de los campos de concentración nazis los puntos centrales de la acusación: conspiración contra la paz mundial, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad.
Todos los acusados se declararon al comienzo inocentes pero algunos de ellos cambiaron de posición en el curso del proceso.
Tras once meses, el tribunal leyó las sentencias: doce condenas a muerte, tres a cadena perpetua, cuatro de penas de entre 10 y 20 años de prisión y tres absoluciones.
Los condenados que fueron más celebres en la segunda mitad del siglo, por razones opuestas, fueron Albert Speer y Rudolf Hess.
Speer, tras veinte años de cárcel, salió en libertad en 1966 y terminó convirtiéndose en una estrella mediática en todo el mundo tras la publicación de sus "Memorias".
Hess, en cambio, permaneció, hasta su suicidio en 1987, como el último prisionero solitario de cárcel de Spandau en Berlín.
Aunque Speer, que murió en 1981, logró que se le considerara durante mucho tiempo como un tecnócrata sin mayor responsabilidad en los crímenes nazis, recientemente su imagen ha cambiado y ahora es visto como un nacionalsocialista convencido que desde un primer momento estuvo al lado de los planes de destrucción de Hitler.
Otros como Ribbentrop, Keitel, el ideólogo Alfred Rosenberg o el agitador Julius Streicher murieron ahorcados tras ser sentenciados a muerte.
Tras los procesos de Nüremberg, pasó un largo período antes de que, después de haber sido juzgada la cúpula nazi, se llamara a responder ante la justicia ordinaria a personas que, sin ocupar altas posiciones, habían cometido crímenes durante el III Reich.
Sólo en 1965 se volvió a abrir un proceso de naturaleza paralela, contra seis personas responsables de crímenes especialmente crueles en el campo de concentración de Ausschwitz.
Una visión literaria de esos procesos se encuentra en la novela "El lector", de Bernhard Schlink, publicada en España por Anagrama.
EFE