A diez años de su fallecimiento
Las huellas del padre Antonio
La pastoral del sacerdote Antonio Pergolesi no se limitó sólo a la atención espiritual sino también a la promoción integral del hombre. Ése era su ideal y no descansó hasta conseguirlo. Trabajó sin pausas por el bienestar del trabajador rural.

No era una simple coincidencia. Cuando Antonio Nazareno Pergolesi se consagró sacerdote, eligió como lema "Salió un sembrador", una cita del evangelista Marcos. En verdad, ésa era su más noble meta en la vida. Y su constante trabajo en la comunidad abrió un surco que dio sus frutos, los que perduran hasta nuestros días.

El padre Antonio Nazareno Pergolesi nació en Tostado, provincia de Santa Fe, el 28 de octubre de 1930. Su infancia transcurrió en el campo, junto con sus padres, inmigrantes italianos procedentes de la región de Le Marche y sus diez hermanos. Quizás fue allí donde tomó directo contacto con el trabajador rural, por quien dedicó gran parte de su trabajo de promoción de un desarrollo integral.

Marino y Gabriela Pergolesi, hermano y sobrina del párroco, a diez años de su fallecimiento decidieron rendirle un homenaje recordando las actividades que emprendió para promover la pastoral rural.

Pergolesi ingresó al Seminario Metropolitano de nuestra ciudad a los 15 años, en 1945, y egresó cuando tenía 27. No se ordenó sacerdote al finalizar sus estudios porque tenía un fuerte deseo de "formarse primero en la pastoral rural" y luego consagrarse al sacerdocio.

Para eso debió consultar con el arzobispo Fasolino, quien le aconsejó que trabajara con el padre Houriet en la Parroquia de Vera. En esa época se creó el obispado de Reconquista (1958) donde, junto con monseñor Iriarte logró concretar su tan anhelado objetivo. Éste lo conectó con diversos grupos rurales de la zona norte, donde trabajó incansablemente.

Un sembrador

Dos años después del egreso del seminario Pergolesi seguía abocado a su proyecto de formación en una pastoral rural. Fue ordenado subdiácono en la ciudad de Corrientes y luego diácono en Resistencia (Chaco). Se preparó para su ordenación como sacerdote en su ciudad natal, ya que por aquellos días Tostado pertenecía a la diócesis de Reconquista.

El 27 de diciembre de 1959 concretó su consagración en la Parroquia Nuestra Señora de la Merced de Tostado, y eligió como lema "Salió un sembrador", (MC. 4,3). Fue el primer y único sacerdote ordenado en Tostado hasta la fecha.

Tras trabajar en la parroquia de Vera, en los primeros años de 1960, monseñor Iriarte decidió enviarlo a Annecy (Francia), donde funcionaba la sede de los Centros de Escuelas Rurales con orientación cristiana, para que realizara una capacitación superior, ya que insistía en transmitir el Evangelio a la gente del campo. Allí se conectó con otros centros similares en Alemania, Bélgica e Italia.

Hacha por motosierra

Cuando regresó a la Argentina, el obispo Juan José Iriarte lo nombró cura párroco de La Gallareta. Allí, un área de la Cuña Boscosa explotada por La Forestal, él pudo ver de cerca cómo trabajaba el hachero durante toda la jornada, las condiciones miserables en que lo hacía y como iba degradándose como persona.

Por eso, sintió la necesidad de promover un "programa de redención" del hombre del norte santafesino, que puso en marcha uno de los proyectos que había elaborado en Stuttgart (Alemania).

Consistía en "reemplazar el hacha por la motosierra", además de diferentes realidades emergentes de ese cambio que comprendían tanto la capacitación de los hombres del monte para el uso de la tecnología como la creación de nuevos espacios para que ellos pudieran compartirlos con sus familias.

Con asistencia de técnicos llegados de Alemania, el padre Pergolesi dio inicio al proyecto. En la entrega de las motosierras se dio prioridad a las familias numerosas (de 10 a 12 hijos) y se las capacitó en su uso y su mantenimiento.

Beneficios propios

Como gran parte de esa población era analfabeta se instrumentó un programa especial, en el que se utilizaron símbolos para asegurar la comprensión. También se los concientizó sobre la importancia y el valor de poseer, utilizar y cuidar esa tecnología.

Las motosierras no fueron donadas sino que cada trabajador debió pagarlas con seis metros de leña por mes, lo que cada hachero conseguía en una hora de trabajo con la nueva tecnología; trabajando con hacha tardaba un día de trabajo de sol a sol para juntarlos.

El padre Antonio promovió la idea de que la comunidad se organizara en grupos para comercializar el producto de su trabajo (leña, carbón, postes), a un precio más acorde con el esfuerzo puesto en la producción.

Esto trajo aparejado la necesidad de cambios radicales en las personas. No bastaba con aliviar tanto agotamiento físico, también había que despertar en ellos "el respeto" por el trabajo realizado, no permitiendo más que obrajeros inescrupulosos se llevaran el producto de tanto esfuerzo por un valor insignificante. Los cambios fueron lentos pero constantes.

Alternancia, lo primordial

Las familias trabajadoras del monte consiguieron tener una alternancia en sus actividades, gracias a que el padre Antonio implementó otro de sus proyectos: la huerta familiar y la forestación de las parcelas donde estaban asentadas.

A pesar de no poder impedir el desmonte indiscriminado que se daba en aquel momento, el padre Antonio podía llegar al trabajador a través de su palabra para lograr que se tomara conciencia de lo que implicaba la caída de un árbol sin su reposición, el peligro de extinción de especies y el agotamiento de una reserva forestal que les pertenecía a todos.

En 1965, el padre Antonio fue nombrado párroco de la primera Parroquia Rural La Encarnación del Señor, con sede en el distrito de La Sarita, departamento General Obligado, no porque estuviera ubicada en el campo sino por la pastoral rural del cura.

Así comenzó una nueva etapa en su evangelización, con proyectos que apuntaban a la creación de nuevas capillas y centros comunitarios en los que se desarrollaran las actividades de la familia rural.

Por La Sarita

Otra de las metas del padre Pergolesi fue crear la comuna de La Sarita, en 1982, dado que hasta entonces era un paraje rural, dentro del distrito del mismo nombre.

Fue el encargado de organizar a esa comunidad para conseguir la energía eléctrica, no sólo para iluminación sino como fuerza motriz en el desarrollo de las diversas actividades rurales. También gestionó cabinas telefónicas y, posteriormente, teléfonos domiciliarios. Todo esto lo consiguió gracias al apoyo del grupo humano que lo acompañaba y del Instituto de Cultura Popular (Incupo).

También se abocó a crear la Cooperativa Agrícola en La Sarita y a la construcción del templo parroquial, ya que hasta entonces las celebraciones se realizaban en el edificio de la Unión Agrícola de Avellaneda. En 1966 comenzaron las obras y en 1970 el padre Antonio ya se había instalado.

El edificio tenía una característica especial: se podía usar para actos de índole religiosa (encuentros de jóvenes, de matrimonios, retiros) y cultural. Y en 1972 consiguió construir el salón comunitario.

Humildad y sencillez

El padre antonio Pergolesi falleció el 4 de julio de 1995 en la humildad y secillez que lo caracterizó. Sus restos descansan en la Parroquia La Encarnación del Señor de La Sarita, por deseo de su comunidad.

A diez años de su partida -concluyen sus familiares- es nuestro deseo que Dios inspire nuestras mentes y corazones, aunque más no sea con un "soplo" del espíritu del padre Antonio, para que podamos comprender sus enseñanzas de que "el cristiano debe vivir el Evangelio antes que proclamarlo, que la esperanza se transmite cuando aprendemos a esperar contra toda desesperanza, y que la vida se gana cuando se la gasta, dándola todos los días y a cada instante".

Por la familia agrícola

Uno de los proyectos largamente soñados por el padre Antonio Pergolesi fueron las EFA: Escuelas de la Familia Agrícola. Desde el inicio de su tarea pastoral, se abocó a las gestiones para crear esas instituciones educativas que llegaban para dar una solución a un problema real del campo: la distancia, la marginación social y, como consecuencia de esa innovación, un ensayo de una vida nueva, socialmente equilibrada en su propio medio.

El padre Antonio solicitó apoyo económico y logístico para su creación en Europa y fue Gian Charpentier quien adecuó la metodología pedagógica de las Maisons Familiares Rurales de Francia a la realidad regional de nuestro país.

Estas escuelas fueron creándose con el apoyo de las familias del campo, en nuestra provincia y en el país. Posteriormente, se crearon la Asociación para la Promoción de la Familia Agrícola (Apefa) y, en la actualidad, el Icam, que es el instituto que tiene a cargo la formación y capacitación de profesores de las Escuelas de la Familia Agrícola.

Pergolesi opinaba que, "al margen de su modalidad innovadora en la educación, nacieron con una visión y concepción cristianas del hombre y de la vida, del mundo, de la educación. Esa concepción hizo que la Iglesia colaborara desde el principio en su promoción. Tuvo su inspiración en la doctrina del Concilio Vaticano II".

A pesar de que "nacieron creadas por católicos y estructuradas según esa doctrina", aclaraba, estas escuelas eran abiertas a todos. Hoy, las EFA son un lugar donde el hombre de campo puedo ofrecer a sus hijos una educación digna.

Reconocimientos

  • La Federación Internacional de Movimientos Adultos Rurales Católicos (Fimarc) recordó la vida del padre Antonio con motivo de cumplirse los diez años de su partida. Se reunió este año en Reconquista. Su coordinadora de los países de Latinoamérica es una laica consagrada, miembro de la pastoral rural de la diócesis.

  • En su ciudad natal, la Asociación Italiana de la región de Le Marche reconoció la labor del padre Antonio, imponiéndole su nombre.
  • La calle principal del pueblo donde se encuentra su parroquia lleva su nombre en reconocimiento a su trayectoria, que también adoptaron algunos centros comunitarios.
  • El Ministerio de Educación y Cultura de la provincia -a través de la Dirección de Enseñanza Privada- efectuó un reconocimiento al padre Antonio por su aporte -con la creación de EFA y Apefa- a la educación en la provincia.
  • Mariana Rivera