Graciela Batallán propone repensar la autoridad en el mundo escolar

"La escuela no se reflexiona como ámbito de lo político"

Para Batallán, la forma de aprendizaje que predomina en la escuela es repetitiva, basada en la trasmisión de contenidos a cargo del maestro. Foto: Eduardo Salva.. 

La antropóloga de la educación dice que la escuela no considera a los niños como sujetos con derecho a la participación en un sentido estricto. Sostiene que hay un desconocimiento del pensamiento de los niños sobre lo social.

Graciela Batallán sostiene que la lógica que atraviesa la organización escolar supone un maestro que debe trasmitir contenidos con fines a la evaluación. Sin embargo, el docente tiene una función intelectual que le permite crear y recrear en torno del saber.

"De esa condición intelectual del trabajo de los maestros emana su poder, posibilitando caminos originales en la perspectiva del cambio de las relaciones escolares. De hecho, el maestro cierra la puerta de su aula y allí es dueño de su quehacer", considera la especialista.

Licenciada en Historia y doctora de la Universidad de Buenos Aires en el área de Antropología Social, Batallán es profesora titular de Metodología de la Investigación en esa universidad y se especializa en la investigación histórico-antropológica en el campo de la educación.

Estuvo en Santa Fe para disertar en las III Jornadas Académicas Interinstitucionales organizadas por el Instituto Superior de Profesorado Almirante Brown. En diálogo con El Litoral, manifestó que "a pesar de que la escuela es el ámbito de aprendizaje de la vida cívica, no se reflexiona como ámbito de lo político". Es decir, no se la percibe como un lugar "donde los niños y jóvenes son sujetos con derecho a la participación en torno de su educación, ni tampoco a los docentes en tanto sujetos clave en la transformación de la escuela".

-�Qué críticas pueden hacerse a la enseñanza actual?-Principalmente, a la concepción sobre la que se sustenta, que es principalmente transmisora y receptiva y está basada en la autoridad congelada de los maestros y las fuentes del saber. Pero, sobre todo, al hecho de que se desconoce a los chicos, el sentido de sus práctica referidas al mundo social. En la invisibilidad y desconfianza en los niños y jóvenes está el fracaso, el malestar escolar. Se pone en práctica un sistema en el cual hay "uno que sabe" y "otro que no sabe", como dice Emilia Ferrero, y que sólo se aprende apropiándose repetitivamente de lo que ese alguien (que sabe) transmite. No hay posibilidad o no se desarrolla fuertemente en la escuela de lo que sería un verdadero trabajo productivo. La función intelectual del trabajo docente, que es la específica del conocimiento, está anulada y ésa es una de las razones por las cuales la escuela no es un lugar de placer ni de crecimiento para todos. -�Su investigación avanza en ese aspecto?-Sí, he trabajado 20 años en una línea de investigación participante con maestros. Específicamente, el enfoque histórico antropológico puesto en juego me ha permitido avanzar en los procesos socio-políticos que intervienen en la construcción social de la identidad en el trabajo cotidiano de los maestros. La instancia participante de la investigación que denominamos "talleres de investigación de la práctica" ha sido un ámbito de análisis y reflexión sobre el conocimiento y la perspectiva que los docentes tienen de su trabajo y de su propia práctica, permitiendo a la vez el análisis de la institución escolar y sus posibilidades de cambio. -�Qué lugar ocupa hoy el docente y cuál es el ideal?-El maestro es un particular trabajador que está definido por lógicas que son contradictorias: una es la del funcionario, que debe acatamiento, y otra es la lógica del intelectual con autonomía. Hay que resolver esto que toca las formas de gestión institucional. A mi juicio, es necesario cambiar la perspectiva teórica que resulta en la culpabilización del maestro por los males de la educación y visualizar la potencialidad de su función intelectual desde otra concepción del poder que piense a la escuela como una verdadera comunidad democrática. - Ud. propone abrir nuevos espacios de participación de los niños. �Cómo se podrían motorizar?-En nuestra sociedad no está demasiado analizado ni discutido qué se entiende por "infancia". Un niño no es un adulto, tal como dice Adorno, "no es un ciudadano en pleno derecho", pero mientras la escuela lo prepara para ser un ciudadano, su práctica en esa larga transición no está registrada ni valorizada. Entonces, el ámbito escolar es el privilegiado para abrir y profundizar esta discusión, pensando que un camino de resolución de la crisis de la escuela, desde la escuela, es pensar en formas democráticas de gestión y participación progresiva de los chicos. Las teorías psicoanalíticas han acopiado conocimientos sobre desarrollo cognitivo y la afectividad de los niños y adolescentes y se supone que la escuela entrega un saber acorde con esto que entendemos son etapas del crecimiento. Pero lo que se desconoce es el pensamiento social que el propio chico tiene acerca del mundo, el razonamiento y las prácticas generadas por ellos sobre lo que sería análogo a lo político, es decir, al pensamiento sobre el bien común en el espacio de la realidad que le es propia. -Habría que partir, entonces, por escucharlos.-Al respecto, un ejemplo muy interesante y que estamos documentando en una nueva investigación, es justamente sobre las relaciones entre infancia, juventud y política. En los avances del trabajo de campo se detecta una gran preocupación entre los jóvenes sobre la horizontalidad en la toma de decisiones en las acciones, demandas o protestas sobre asuntos que les competen como estudiantes. Este fenómeno, a la vez que señala orientaciones en la discusión sobre el poder y la justicia, manifiesta el descrédito en las formas representativas del ejercicio del poder en el mundo adulto. Debemos prestar atención a las consecuencias de la invisibilidad e indiferencia sobre lo que nos dicen las nuevas generaciones y pensar en el tránsito concreto hacia ese ciudadano del futuro.

Ser docente hoy

-�Qué opina sobre la imputación de que los docentes de ahora no son como los de antes?

-Los estereotipos y la tipificación como modo de análisis que prevalece en el sentido común tienen que ser tomados y analizados. Se dice, por ejemplo, que los maestros de antes sí sabían y que los de ahora no, porque vienen de contextos poco estimulados, sin "capital cultural". Creo que esta nostalgia no tiene fundamentos y que puede vislumbrarse con optimismo que en las últimas décadas ha crecido en nuestro país un movimiento pedagógico que pretende devolver a la docencia de infancia su condición de ser también un trabajo en el que se produce intelectualmente. El debate que se abre trasciende a la escuela y exige a los técnicos y especialistas de la educación que revisen algunos conceptos que terminan concibiendo a la cultura como una sospechosa marca clasista.

De la redacción de El Litoral