Suspicacias aparte, en el Monumental se vio un partido muy dispar entre un equipo local desconocido de acuerdo con sus últimas actuaciones y un conjunto visitante comprometido, ambicioso y con mucha libertad para llegar al arco contrario.
Gimnasia ganó el partido en el mediocampo a partir del nítido control de la pelota, y no tuvo mayores inconvenientes para traducirlo en la red. En zona de volantes, el conjunto platense tuvo superioridad numérica (5 contra 4) y mayor lucidez para generar juego en los pies de Lobos, quien mostró toda su personalidad para conducir al equipo en una parada que algunos presumían "brava".
Con el talento del enganche, la movilidad del uruguayo Vargas y la generosa colaboración del resto, Gimnasia impuso su juego ante un River escuálido, lento, impreciso y, por momentos, displicente.
Sin presencia en el mediocampo y con errores individuales en defensa -tales como entregarle la pelota al rival en la salida-, River fue presa fácil para la bronca de su archirrival Boca Juniors que esperaba una ayuda.
Después de avisar con varias llegadas, Gimnasia consiguió la apertura del marcador con un disparo desde afuera del área que se desvió en Talamonti y descolocó al arquero Lux.
Poco después, Gallardo se hizo expulsar inexplicablemente y, así, River quedó impedido de cualquier posibilidad ofensiva; el puntero agradeció el gesto y antes del descanso definió el partido. Licht trepó por la izquierda, envió un centro rasante, Lux dio un rebote al medio, Delorte impulsó la pelota hacia el arco con un remate defectuoso y Vargas aseguró el tanto sobre la línea de gol.
El entrenador local, Reinaldo Merlo, intentó cambiar sin éxito la cara de su equipo para el segundo tiempo, con los cambios de Gastón Fernández y Daniel Montenegro por los intrascendentes Diego Barrado y Federico Almerares. En apenas cinco minutos, Gimnasia demostró que nada había cambiado y conquistó el tercer gol con un remate de Vargas dentro del área, después de una jugada elaborada con llamativa libertad.
"Descansen con la pelota" fue la orden del entrenador de Gimnasia, Pedro Troglio, para el resto del partido y ejecutada a la perfección ante un rival que deambulaba por la cancha sin convicción de ataque. Por momentos, River corría detrás de la pelota al son del toque de Gimnasia y, en otros, la manejaba sin profundidad; mientras los Borrachos del Tablón le cantaban a Boca y los hinchas de la platea se retiraban de la cancha.
De la Redacción de El Litoral