La palabra Jujuy proviene de una voz indígena, cuya fonética fue traducida por los españoles como "Xujuy". Sin embargo, no se conoce de qué idioma proviene, qué pudo haber significado, ni tampoco por qué llamaron así a este lugar que encierra belleza y enigmas.
No obstante, ese desconocimiento no ha sido una carencia para los jujeños, puesto que no faltaron los estudiosos que -siguiendo la lógica de que Humahuaca se llama así porque allí vivieron los Omaguacas- atribuyeron el nombre a los "jujuyes" o "juguíes". Fue una tribu de la que nadie sabía absolutamente nada, pero de cuya existencia daba cuenta, justamente, el nombre.
Lo cierto es que Jujuy, la ciudad capital de esa provincia, ostenta atractivos por donde se la mire. Y no siempre es la misma, porque la luz incide sobre sus paisajes naturales y la cambia en forma permanente.
No es igual si uno viene del norte, porque aseguran que, cuando se baja de la Puna o la quebrada, se llega al verde de los valles. Hay árboles en las veredas, un monte bajo cubre los cerros de alrededor y la humedad se siente. Cuando se entra del sur, en cambio, es precisamente en Jujuy donde aparecen las montañas. Allí se descubre el comienzo de otro mundo, más elevado y seco.
De modo que a Jujuy cada uno tiene que aprender a mirarlo por su cuenta, aunque no hace falta partir de cero. En la publicación especializada "Bitácora", de la Secretaría de Turismo y Cultura de Jujuy, se plantea un interrogante: �qué nos retiene en Jujuy?
Para ser precisos, sostienen que ha sido generalmente una ciudad de paso, ya que todavía en las escuelas se escucha que esta provincia es un "paso obligado hacia el Alto Perú".
Después, cuando el puerto de Buenos Aires acaparó todo lo que antes pasaba hacia el norte, Jujuy quedó al margen, con algún tránsito hacia Bolivia, pero lejos de las rutas principales. Entonces, surge la ilusión más unánime y prolongada de los jujeños: la construcción del Paso de Jama, una ruta por donde terminan de comunicarse el Atlántico y el Pacífico.
La construcción de la ruta nacional N° 52 (Paso de Jama) forma parte del corredor bioceánico Atlántico-Pacífico, de allí su importancia, puesto que, a partir de esta vía, Jujuy asciende a los puertos de aguas profundas del Pacífico, Antofagasta, Mejillones, Tocopilla, Iquique y Arica.
El Paso de Jama es actualmente utilizado por las economías regionales del NOA-NEA, sur de Bolivia, Paraguay y sur de Brasil. Con su concreción, es el único fronterizo con Chile que se encuentra totalmente pavimentado al norte del paso de Cristo Redentor (provincia de Mendoza), y de igual manera sucede en el tramo chileno.
Este paso es transitable en toda la época del año, ya que no es afectado por nevadas, ni viento blanco, como ocurre con otras rutas fronterizas con Chile. El camino hacia el límite parte desde Susques (Jujuy) y atraviesa extensas planicies típicas de la Puna, salpicadas por salares y conos volcánicos de más de 5.000 metros de altura. Es un camino de gran belleza, que en ocasiones trepa por sobre los 4.000 metros, aunque sus pendientes no sean muy pronunciadas.
Uno de los principales atractivos de Jujuy es la Quebrada de Humahuaca, declarada en el año 2003 por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, debido a que es "sistema de características excepcionales".
Es un extenso valle montañoso de perfil asimétrico, de 155 kilómetros de longitud, que corre en dirección norte-sur y está situado en el extremo noroeste de la República Argentina, erigiéndose en un sistema patrimonial de particularidades excepcionales.
A lo largo de 10 mil años, este valle andino ha sido el escenario de gran porte de los desarrollos culturales de la región y de países vecinos de América del Sur, en un recorrido ininterrumpido que abarca desde la instalación de los primeros pueblos cazadores, hace unos diez milenios, hasta la actualidad.
La quebrada ha funcionado como permanente vía de interacción, longitudinal y transversal, vinculando territorios, culturas distantes y diferentes, desde el Atlántico al Pacífico y desde los Andes hasta las llanuras meridionales. Constituye un itinerario cultural de extenso recorrido histórico, que ha influido notablemente en el desarrollo y la configuración cultural de su propio espacio, y da lugar a un rico bagaje que -con personalidad propia- se refleja en sus testimonios patrimoniales materiales y otros valores de carácter intangible.
Sobre el eje norte-sur de la quebrada, se fue conformando un rosario de pequeñas poblaciones, en su mayoría, relacionadas con asentamientos prehispánicos, ubicadas en el fondo del valle. En la arquitectura se pueden observar edificios con dos funciones claramente diferenciales: la iglesia mudejar y el edificio civil a patio.
Luego, se incorporaron prototipos de la arquitectura industrial tradicional y la ferroviaria, que contribuyeron a la conformación de la identidad de la quebrada. El entorno y los bienes patrimoniales que en él se encuentran generan profundos lazos de identidad en la población local.
La cultura popular oral y tradicional de la Quebrada de Humahuaca resulta excepcional no sólo por su concentración espacial, sino porque en ella se plasman numerosas formas culturales tradicionales con las propias de la sociedad contemporánea.
En la Puna y la Quebrada de Humahuaca, el carnaval es simbolizado por un diablo que se desentierra de un lugar mágico. Para esta tradicional celebración pagana, la gente brinda y baila al compás de la música de anatas, erquenchos y sicuris. Esta milenaria manifestación popular fue introducida en América por la conquista española y se fusionó con otras modalidades de festejar la fecundidad de la tierra.
Por vía terrestre, se llega a Jujuy desde Buenos Aires y las provincias del centro de Argentina, a través de las rutas nacionales 9 y 34. La primera se desvía a Salta y continúa luego por el antiguo y hermoso Camino de Cornisa; en cambio, la segunda es más directa y empalma con la ruta nacional 66 hacia San Salvador de Jujuy.
En tanto, la ruta nacional 40 es la más extensa del país: tiene 4.667 kilómetros, toca puntos como Abra Pampa, Jujuy, Río Gallegos y Santa Cruz, y es menos transitada, pero también por ella se puede arribar a esta provincia.
Además de los pasos fronterizos que unen Jujuy con Chile (Paso de Jama) y con Bolivia (Paso de La Quiaca-Villazón), se accede desde el país boliviano por el norte de Salta, a través de la ruta nacional 34, pasando por las ciudades limítrofes de Aguas Blancas y Salvador Mazza.
Una prioridad. Uno de los tesoros más preciados con que cuenta la provincia de Jujuy es su patrimonio cultural. La preservación de los yacimientos arqueológicos, la recuperación de edificios derruidos, el rescate de las tradiciones populares son una prioridad permanente.
Los jujeños son conscientes de que la rica y variada herencia ancestral los obliga no sólo a conocer la raíz de su identidad, sino también a cuidar los bienes que la conforman.
A través de su patrimonio cultural, la provincia de Jujuy ofrece una de las regiones más singulares de la cultura latinoamericana.