Los precios en Chicago retrocedieron en las últimas jornadas
La lluvia bajó la fiebre que había en el mercado
Las necesidades hídricas de nuestro país se aliviaron y las lluvias se instalaron en los cultivos de Brasil. Con esta oportuna recarga para la soja, los nervios del mercado se calmaron.

Por Flavia Rossi

Luego de muchos años sin que la inflación fuera un tema preocupante en el mundo, los precios del oro se dispararon durante 2005, mientras los capitales buscaban un resguardo.

La apuesta no estuvo infundada, ya que los fundamentos de este mercado son firmes. Por el lado de la demanda, la economía mundial creció y con ella el consumo de este producto -India y China lideran el crecimiento-, y los bancos centrales más importantes aumentaron la proporción del metal en sus reservas.

Por el lado de la oferta, el potencial de crecimiento de la producción es limitado y los problemas geopolíticos en el Medio Este ponen en peligro el abastecimiento futuro.

El 2004 comenzó con los precios del metal dorado en 400 dólares, 2005 fue en torno a los 440 dólares, y a pocos días de 2006 los precios volaron hasta 550 dólares la onza. Como se espera que el crecimiento mundial de la economía se mantenga y que los bienes energéticos sigan altos, el riesgo inflacionario está latente.

Recuerdos

Esta idea trajo el recuerdo de lo que pasó un año atrás, cuando en coincidencia con el mercado climático sudamericano, un importante flujo de nuevos capitales se refugió en los granos para escapar a los ruidos macroeconómicos que se escuchaban.

Ante la expectativa de que esto se repita, y fundado por el patrón seco que se confirmaba semana a semana en la Argentina, los precios se afirmaban. Soja, maíz y trigo operaron en alza durante todo diciembre para terminar el año en niveles que no se veían desde setiembre -en el caso de la oleaginosa- y octubre.

Sin embargo, la burbuja se pinchó. El ingreso de los fondos se hizo esperar mientras que las lluvias se formaban sobre los cultivos de nuestro país.

Primero lloviznas, luego lluvias aisladas y granizo, hasta que las tan ansiadas precipitaciones cubrieron la extensión de la zona núcleo. Las necesidades hídricas de nuestro país se aliviaron y las lluvias se instalaron en los cultivos de Brasil. Con esta oportuna recarga para la soja, los nervios del mercado se calmaron.

Si la producción sudamericana se recupera, el abastecimiento estaría asegurado y se podrían recomponer los stocks de la campaña. Durante los últimos días, los precios en Chicago retrocedieron prácticamente en todas las jornadas; la soja lo hizo en 24 dólares, el maíz en seis dólares y el trigo en nueve dólares por tonelada.

El martes los futuros de soja bajaron un 4 % en el mercado externo contra la suba de 2 % en las pizarras locales. Algo similar sucedió con el trigo, y el maíz fue la estrella al subir cinco por ciento en el mercado interno. Pero pese a la firmeza de la demanda, los precios tampoco pudieron sostenerse.

Como están las cosas, la recuperación dependerá de que la situación vuelva a complicarse en Sudamérica. Las perspectivas para el futuro de la oleaginosa son buenas, pero el mercado mundial está tranquilo y saca a relucir los factores bajistas.

La gripe aviar, por su parte, continúa sin poder ser controlada (todas las semanas se conocen nuevos casos), por lo que se mantiene la incertidumbre sobre el destino de los forrajes. Las exportaciones de Estados Unidos de maíz y soja siguen flojas, y los altos stocks neutralizan las menores ventas de cereales de nuestro país durante este año.

Con un problema menos, es lógico que los inversores decidieran tomar un respiro y postergar la decisión de entrar o no cuando los precios sean más atractivos.