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Teresa Pandolfo
Entre los años 1600 y 1604 llegaron a Santa Fe la Vieja (Cayastá) los primeros frailes de la orden de Santo Domingo. En nuestra ciudad, actualmente tres sacerdotes viven en el convento declarado, en 1982, Monumento histórico nacional y de interés provincial. Se encuentra ubicado en la intersección de las calles 9 de Julio y 3 de Febrero y en su iglesia veneran a la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario.
Las celdas del histórico convento albergaron a Manuel Belgrano cuando en 1810 pasó por Santa Fe, camino al Paraguay. También el templo es custodio de los restos de la primera patricia argentina: Gregoria Pérez de Denis -quien donó sus bienes a Belgrano para financiar "la causa americana"-, los del ex gobernador de Córdoba Juan Bautista Busto y los de otros vecinos ilustres de la ciudad.
En fecha reciente, se ha conocido la decisión -de instancia superior- de cerrar el convento y trasladar a sus actuales sacerdotes hacia otros destinos. La medida es resistida por ellos y por la feligresía que concurre y participa de la espiritualidad de esta orden.
El Litoral conversó con fray Daniel Rossi, quien desde hace siete años se encuentra en Santa Fe. Los demás sacerdotes, ausentes cuando se hizo la nota, son el superior, fray Alberto Mario Villanueva, y fray Marcos Rodolfo González. La entrevista abordó los perfiles del carisma de la orden; los actuales desafíos de la Iglesia en el mundo y en nuestro medio. Sin duda, el pensamiento de los frailes dominicos se recuesta en la ortodoxia del magisterio y en la teología tomista. La intención de la nota era saber más sobre ellos y la obra que realizan.
- Siempre se los ha reconocido como los teólogos y predicadores de la Iglesia. �Cuál es el carisma de los dominicos?
-Le voy a responder sobre la base de un discurso del Papa Juan Pablo II en ocasión del acto inaugural del Capítulo General que la orden realizó en 1983 y donde se eligió padre general. El pontífice había sido formado en Teología en el Angelicus, que es la casa de formación de altos estudios en Roma. Conocía, entonces, la orden fundada por Santo Domingo de Guzmán en 1215, y la admiraba.
El Papa habla de lo propio de la orden, cita unas palabras del fundador y dice que es "hablar con Dios y de Dios a los hombres y consigo mismo". Esta expresión recogida por Juan Pablo II encierra varios puntos a meditar. El primer punto, referencia de fe, es la primacía de Dios y que a esta primacía, nosotros, los dominicos debemos expresarla y que debe darse en la inteligencia, en el corazón y en la vida del hombre.
A esta primacía la subraya el exponente más elevado de nuestra espiritualidad dominica: Santo Tomás de Aquino, el gran expositor de la Teología católica. Primacía de la inteligencia atrás de la fe; una teología basada en las Sagradas Escrituras.
Pero esta teología, que es primacía de Dios en la inteligencia, supone, también, una primacía de la Filosofía. No hay verdadera teología si no hay filosofía cierta. El Papa dice que nosotros, los dominicos, debemos seguir ese pensamiento metafísico de Santo Tomás de Aquino, en el sentido de que no hay Teología si no hay Metafísica -él se basó en los antiguos filósofos, especialmente en Aristóteles-. Y esto, �por qué?
Porque este pensamiento metafísico y teológico utiliza la analogía del ser que consiste en reconocer el valor de la criatura, pero bajo la dependencia de Dios. La primacía de Dios significa que toda criatura está sometida a Dios. El hombre es un alma espiritual y racional en su obrar libre, que puede ser meritorio si el hombre le hace caso a Dios, o pecaminoso si no le hace caso y quiere independizarse de Dios. El Papa remarca que si no se acepta este pensamiento de la primacía de Dios, entonces, se cae en la ideología.
Y esto se lo estaba diciendo a la orden que se dedica especialmente al estudio de la Teología. La ideología se produce cuando el hombre quiere independizarse de Dios con la consecuencia de que cae en autosuficiencia y, a partir de allí, en la proliferación de muchos errores que lo podrían llevar hasta el nihilismo, es decir, a la negación del ser del hombre, su hastío por las cosas de este mundo; a la angustia y la desesperación. Y el Papa sigue diciendo, además, que los dominicos expresan esta primacía de Dios en su consagración sacerdotal y religiosa.
- Ya en el 1200, cuando Santo Domingo funda esta orden, consignó que lo hacía porque observaba un "mundo sin Dios".
- Después de ser ordenado sacerdote, Santo Domingo se va a vivir al Cabildo de Osma, donde residían el obispo de esa ciudad y otros sacerdotes y lo eligen superior de la comunidad. Allí lee libros y escritos muy importantes como "Las Colaciones" de San Casiano, en las que refiere la vida de los primeros cristianos y monjes en el desierto. Se explican allí también, vicios y virtudes de esa vida, según los ejemplos dados de estos monjes.
-�Ustedes quieren dejar el Convento de Santa Fe e irse?
-No. Nosotros hemos escrito una propuesta, que está puesta en la puerta de la iglesia, donde decimos que cerrar casas en la Argentina -nos remitimos a hablar de lo nuestro- es signo de una gran decadencia, de que retrocedemos en lugar de avanzar. De que hemos olvidado a grandes dominicos en la Argentina, muchos de los cuales fueron pioneros dentro de la misma orden, al tener que sustentarse una casa -llamamos convento cuando hay más de 6 frailes y casas cuando hay menos. Muchos de esos sacerdotes han vivido solos o de a dos, y siendo dos, lograron llevar una vida comunitaria a partir de la fidelidad a su propia identidad, a la vocación.
En Santa Fe, durante años ha habido un solo sacerdote, siendo parroquia (ahora no lo somos) y asimismo el convento continuó: venía un sacerdote los fines de semana desde Paraná para dar clases. Se mantuvo el estilo de vida dominicana; se pudo mantener la espiritualidad de la orden y sobre todo la relación con los laicos.
Muchos de los laicos que vienen a la iglesia o al convento han sido bautizados aquí; se casaron y bautizaron acá a sus hijos; aman al convento en su estilo dominicano.
Nosotros no le podemos decir: "nos vamos del convento". Los laicos nos dicen que no quieren una presencia itinerante -sacerdotes que van y vienen- sino frailes permanentes. Porque ellos quieren confesarse, quieren la misa, la predicación que, lógicamente, tiene un estilo personal. Quieren mostrarle a sus hijos lo que es la historia de Santa Fe y a los dominicos, que son parte de la fundación de Santa Fe.
-Si tuviera que señalar algunos desafíos fuertes que enfrenta la Iglesia actualmente, �cuáles señalaría?
-Primero la defensa de la vida contra la cultura de la muerte. Hay un ataque constante a lo que significa la vida en el ámbito natural y debemos protegerla desde la concepción hasta la muerte. Juan Pablo II y este Papa han hablado, continuamente, en contra del aborto, de la eutanasia, de los métodos anticonceptivos que frustran la vida o son abortivos.
Una gran preocupación, porque no hay un respeto por lo mínimo, que es esta vida que Dios nos ha dado; de la que no somos dueños y que debemos devolver a Dios. Hay una gran preocupación por la cultura de la vida contra la cultura de la muerte. Por eso este Papa dice: "cuidado con esta lucha de civilizaciones, porque es muy peligrosa...".
Hay otros temas relacionados con la vida, como la dignidad del hombre en cuanto a que es imagen y semejanza de Dios. Hay que valorarla, y su consecuencia es la familia. El Papa ha hablado, primero, que las familias sean numerosas y, segundo, que los Estados nacionales y provinciales procuren una política económica que ayude a aquellos que han formado una familia numerosa. �Por qué? Es un bien para la sociedad. Un país que no tiene niños y jóvenes se va avejentando y, tanto geopolítico como culturalmente, va perdiendo su identidad y su independencia.