El águila del Graf Spee emerge del Río de la Plata y genera polémica
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Un imponente águila nazi, con las alas desplegadas y aferrada a una esvástica con sus garras, emergió del fondo del Río de la Plata a manos de una empresa privada de buscadores de tesoros que relanzó en Uruguay el debate sobre la comercialización de vestigios arqueológicos.
Es de bronce, tiene 2,8 metros de largo por 2 de alto y pesa 350 kilos. Su lugar original era la proa del acorazado de bolsillo alemán Admiral Graf Spee, que protagonizó el 13 de diciembre de 1939, junto con los cruceros británicos Exeter y Ajax, y el neozelandés Achilles, la batalla del Río de la Plata, una de las primeras acciones marítimas de la Segunda Guerra Mundial.
El águila, única en el mundo tras el desmantelamiento de toda la simbología nazi resultante de la derrota del III Reich, fue rescatada el viernes pasado debajo de dos metros de fango del fondo del Río de la Plata, donde el capitán Hans Langsdorff decidió hundir al Graf Spee en la tarde del 17 de diciembre de 1939.
A la espera de un nuevo destino, el águila luce absurda en el palier de un moderno hotel de Montevideo y resalta su impresionante figura sobre un fondo de tela azul. Irá al Museo Naval de la Armada tras los papeleos necesarios hasta que se decida definitivamente su suerte.
El hallazgo reflotó una polémica entre las empresas que bucean en el Río de la Plata -cementerio de unos 2.000 barcos, de ellos 600 antiguos, y unos diez con tesoros- y la Comisión Nacional de Patrimonio, que se opone a la arqueología privada y objeta que los bienes culturales sean manejados con un fin comercial.
El buzo Héctor Bado, responsable del rescate del Graf Spee, considera que "se trata de un patrimonio histórico importante" pero "no se puede ser fundamentalista en estas cosas".
El buzo dijo a la AFP que la empresa lleva gastados casi 7 millones de dólares en el rescate del Graf Spee, y que se necesitan unos 30 millones para recuperar todo el barco.
El presidente de la Comisión Nacional de Patrimonio, Manuel Esmoris, afirma que "yo no diría que ellos (la empresa) son rescatistas, porque no tienen un proyecto en conjunto para el Graf Spee, sino que sacan piezas aisladas con un fin comercial".
Bado dijo que "la empresa no tiene nigún interés en conservar esta pieza, que tiene un valor económico muy elevado, el valor testimonial también, el valor arqueológico, el valor patrimonial también", y pretende subastarla "para reinvertir en lo que estamos haciendo".
Esmoris indicó que "si (el águila) sale más caro de lo que el Estado puede pagar, se venderá. Pero será la última vez que ocurre esto" porque se va a procurar "no diezmar los bienes culturales".
Según Bado, "no se pueden cambiar las reglas de juego cuando ya hay un contrato firmado", afirmó, e indicó que llegado el caso tomaría "acciones legales" aunque "no es lo que estamos buscando".
"�Qué es mejor, el 50 % de algo o el 100 % de nada?", se preguntó el buzo, en referencia a las disposiciones legales que reparten los hallazgos en la mitad bruta para el Estado y la mitad neta -menos los gastos- para el privado.
En 2003 el buzo recuperó el telémetro del navío alemán, un instrumento óptico de 27 toneladas en forma de cruz con 6 m de alto por 10,5 de ancho, que se usaba para asegurar la precisión de la artillería.
El reducido círculo de tripulantes del Graf Spee que sobrevivieron a la batalla y al paso de los años, radicados en la Argentina o Uruguay, se pronunció en varias oportunidades en favor de dejar al acorazado en el lugar donde lo hundió su capitán.
"Deberían dejar el pasado en paz", declaró recientemente en Montevideo Hans Eupel, de 87 años, ex mecánico de la marina alemana especializado en torpedos.
La empresa de rescate de naufragios de Bado tiene "delimitados en el área del Banco Inglés, al sur de Montevideo, 304 hallazgos, de los cuales algunos son partes de los mismos barcos que están diseminados (...) barcos del siglo XVI hasta el siglo XIX", dijo el buzo.
Asimismo, tienen marcados barcos hundidos en la bahía de Maldonado (140 km al este de Montevideo), como "el Agamenon, el favorito de (el almirante Horatio) Nelson, El Salvador, que protagonizó el accidente más importante del Río de la Plata en toda su historia, con 575 muertos, en 1812" así como "supuestamente un barco de la flota de (Francis) Drake" y "el Atlas, un barco francés, con un tesoro bastante importante", entre otros.
El acorazado de bolsillo alemán Graf Spee protagonizó junto a los cruceros británicos Exeter y Ajax, y el neocelandés Achilles, la Batalla del Río de la Plata, uno de los primeros enfrentamientos navales de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
El Graf Spee, con 1.100 tripulantes, había zarpado de Alemania en agosto de 1939, una semana antes de la invasión a Polonia que dio inicio a la guerra. Hundió a nueve mercantes británicos en el Atlántico Sur y en el Índico, antes de instalarse en las cercanías del Río de la Plata para atacar a los barcos británicos que se abastecían de carne, lana y cereales en esa costa.
En la madrugada del 13 de diciembre de 1939, frente a la costa uruguaya, a unos 370 km al este de Montevideo, el Graf Spee se enfrentó con el Exeter, el Achilles y Ajax, al mando del comodoro Henry Harwood, que había salido en su caza.
Gravemente averiado, el Exeter se retiró con 61 muertos rumbo a las Malvinas. Pero el Ajax, también dañado, y el Achilles, lo cañonearon y le lanzaron torpedos antes de alejarse.
El Graf Spee sufrió relativamente pocos daños y 37 muertos. Su capitán, Hans Langsdorff, herido, decidió abandonar el combate y dirigirse a Montevideo para reparar el buque, pese a la opinión contraria de sus oficiales.
El gobierno uruguayo le dio un plazo de 72 horas, que vencían a las 20 del domingo 17. Mientras el Graf Spee era reparado con el auxilio del barco mercante alemán Tacoma (requisado por el gobierno uruguayo en 1942, y convertido en cárcel desde 1973 hasta principios de los 80), Langsdorff enterró a sus muertos en el Cementerio del Norte de Montevideo.
Tras una trama diplomática con filtración de información falsa urdida por el embajador de Londres Eugen Millington Drake, los alemanes se creyeron acechados por una poderosa flota británica y temieron por la captura del Graf Spee.
En la soleada tarde del domingo 17, unas 250.000 personas se reunieron en el puerto y en la rambla de Montevideo para presenciar lo que creían sería una formidable batalla naval.
Pero los tripulantes desembarcaron o se subieron al Tacoma, que había escoltado al acorazado hasta apenas pasado el límite internacional de tres millas (5,5 km), donde el Graf Spee viró al oeste y echó anclas entre el Cerro de Montevideo y Punta Yeguas.
Mientras el sol se ponía en el horizonte, el Graf Spee se inmoló mediante la detonación de explosivos colocados por orden del capitán. Ardió durante tres días y se fue hundiendo por estribor.
Esa noche, los tripulantes del Graf Spee viajaron a Buenos Aires. En la noche del 19 al 20 de diciembre Langsdorff, detenido en una dependencia naval bonaerense, se envolvió en la bandera de la Kriegsmarine y se pegó un tiro.
Dejó una nota para el embajador alemán: "Después de una larga lucha con mi conciencia he llegado a la grave decisión de hundir (el Graf Spee) para impedir que caiga en manos enemigas. Estoy convencido de que, dadas las circunstancias, esta decisión es la única posible, después de haber llevado a mi buque hasta la trampa de Montevideo".
Por Yanina Olivera (AFP-Montevideo)