Tres historias de "Seres fabulosos,rituales e historias secretas"
En la colección "Mitos y leyendas de Latinoamérica", que publica Homo Sapiens, se ha editado un volumen que recoge una rica tradición popular que bajo el despliegue de una fantasía luminosa -y a menudo también estremecedora- nos habla de nuestras profundas realidades.

Sueño de tigre

El hombre se llamaba Uriel Arcángel y no salía de su casa sin una bolsita de lana que guardaba con mucho cuidado en el interior de uno de los bolsillos de su pantalón.

Dentro de la bolsita llevaba escondido su secreto más preciado.

No era una carta de amor ni una foto de infancia.

No era tampoco la llave de un cofre ni una alhaja con piedras preciosas.

Era un pequeño cuero de tigre.

* * *

Cuando el hombre se cansaba de ser hombre, se revolcaba sobre el cuero bajo la luz de la luna, decía unas palabras desconocidas para el resto de los mortales y se levantaba transformado en un gato salvaje.

�Pero adónde había conseguido el hombre tigre (1) aquel cuero de dotes mágicas? Se lo había entregado el mismísimo Diablo como parte de un trato: el cuero de tigre pasó a formar parte de la personalidad de Uriel Arcángel y si alguien llegaba a quemarlo -el fuego sería desde entonces su peor enemigo- el hombre debería entregarse para que lo mataran.

Ése era el trato diabólico: vender el alma a Mandinga para llegar a convertirse en fiera, pero correr el riesgo de cambiar algún día el fuego por la vida, la vida por el fuego.

* * *

Esto le pasó al hombre que sólo soñaba con ser tigre: por las noches aparecían en su sueño los grandes felinos, majestuosos bajo el sol de la India o en las estepas siberianas, pero él, que sólo conocía al yaguareté americano, pensaba que se trataba de fantasmas, porque no había sabido nunca ni de los tigres de Siberia ni de los tigres de Bengala.

Siguió soñando con los fantasmas de animales extraordinarios hasta que el mismo Diablo se le presentó en la vigilia y le ofreció sellar aquel trato.

Desde ese día, Uriel Arcángel sólo espera el instante nocturno en que su boca de hombre sin alma se convierte en fauces de tigre y puede abandonarse al deseo de toda su vida de ser un gato feroz que no le teme a la muerte (2).

El cadejo blanco y el cadejo negro (Leyendas de Nicaragua y de Costa Rica)

Los cadejos son animales grandes y fuertes que parecen perros, aunque no lo son. Permanecen la mayor parte del tiempo con la lengua afuera y poseen grandes uñas en las patas traseras que producen un ruido característico al caminar, como si les estallaran los huesos.

Son dos: uno blanco y otro negro. Ambos son acompañantes nocturnos del hombre, pero cada uno por distintas razones.

El cadejo blanco es guía y guardián protector de los caminantes solitarios. Como es bueno y confiable, camina a la par o detrás de la persona para guardarla de los espíritus burlones, para acompañarla en sus viajes nocturnos hacia los lugares lejanos a los que se dirige y, en definitiva, para defenderla de los peligros del mundo. Al amanecer, el cadejo blanco desaparece.

El cadejo negro es, en cambio, un espíritu maligno. Enemigo del hombre que trata de dañarlo durante sus andanzas nocturnas, simboliza el mal y por eso es negro, salvaje y tiene los ojos de fuego.

Cuando el cadejo negro ataca a un hombre, el cadejo blanco se interpone y lo distrae para que el hombre pueda huir. Hay ocasiones en que se establece una pelea encarnizada entre los dos animales; en este caso, el caminante defendido por el cadejo blanco debe permanecer en el lugar de la contienda hasta el final de la pelea, pues de lo contrario su protector morirá al no contar con la ventaja de la presencia humana.

Hay quienes piensan que toda persona tiene un animal de compañía: este animal es su doble. Los cadejos son muestras del bien y del mal que persiguen al hombre, por siempre, en este mundo.

Las ciguapas o corazones cazadores (Mito de República Dominicana)

Las ciguapas tienen malas costumbres, propias de un corazón cazador: como son bellas y extrañas mujeres salvajes que habitan en la zona de las serranías y poseen poderes mágicos, salen por las noches en busca de algún caminante nocturno al que embrujan, enamoran y después matan.

Son de tez morena, de ojos negros y rasgados, tienen un bello rostro y el pelo largo y lustroso, andan desnudas y cubiertas por su cabello abundante. Todos coinciden en su hermosura, a pesar de que sus cuerpos no son iguales a los de las mujeres comunes y corrientes ya que son diminutos y poseen piernas largas y delgadas; hay quienes afirman que no cubren su desnudez con su cabellera sino con plumas preciosas. No emiten un canto de sirena sino un aullido parecido al del lobo que, en las noches de luna creciente, se transforma en el llanto de un niño. Les esperan infortunios terribles y penas aterradoras a quienes se atrevan a matar a una ciguapa.

Ellas salen por las noches de sus escondites en las montañas para robar manteca y carne cruda de las cocinas de las casas y también se apropian sin pedir permiso del maíz de los conucos (3). Hay quienes dicen que a veces duermen afuera de las cuevas montañosas, a la intemperie, sobre las ramas de los árboles, en las zonas boscosas más oscuras, en las que se alimentan de frutas y de aves. Y cuando nadie las ve, bajo el cielo de la madrugada, estas mujeres de cuerpos emplumados cabalgan por los llanos de las montañas y después descansan y hacen trenzas en las crines y las colas de los caballos.

Se dice además que una ciguapa se atrapa un día de luna creciente con un perro jíbaro (4). No obstante, se aconseja dejarlas en paz pues pesa sobre quien las caza el maleficio de una muerte segura. Si algún cazador de ciguapas logra sortear tal maleficio y tomarlas prisioneras y sin embargo sobrevivir, comprobará que es tan grande el dolor que las ciguapas sienten en cautiverio, que al final mueren de pena.

Se dice también que no sólo poseen un corazón cazador y un espíritu arisco, sino que son tristes como los amores perdidos: las ciguapas tienen los pies al revés y dejan huellas contrarias al rumbo de su destino.

(1) En quechua: "Runaturunco".(2) En Ecuador se cuenta una variación de esta historia, ya que no se trata aquí de un hombre - tigre sino de un sapo que se convierte en tigre para atacar a los hombres: un shuar iba de cacería y, en el medio de la noche, imitó el canto del sapo Kuartam, que vive entre los árboles, diciendo: "Kuartam-tan, Kuartam-tan". Como nada sucedió, volvió a imitarlo, a modo de provocación; esta vez dijo: "Kuartam-tan, Kuartam-tan, a ver si me comes" y luego rió. Hizo esa broma, que en realidad era un reto a las fuerzas oscuras, a pesar de que su mujer le había advertido: "No lo hagas porque el sapo puede transformarse en un tigre", pero el shuar no le había creído. Después de la segunda burla, y cuando el shuar pensó que, como la primera vez, nada sucedería, Kuartam, el sapo, se convirtió en un felino tal como lo había advertido la esposa y de un solo bocado devoró al hombre que lo había retado, en medio del silencio nocturno.(3) Conuco: palabra de origen taíno que significa pequeña parcela de tierra o finca.(4) Jíbaro: animal silvestre (en Argentina: cimarrón).(Relatos tomados de: "Seres fabulosos, rituales e historias secretas", op. cit.).

Por Beatriz Actis y Patricia Suárez