Nuestro maratón

Más que brazadas

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Incondicionales. La prueba es seguida por miles de personas. Es un fenómeno deportivo y social inigualable que identifica a la región desde hace 45 años. En esta nota, el efecto movilizador de la carrera de aguas abiertas desde la primera edición hasta hoy: los extranjeros que se transformaron en mito, su relación con la gente, récords y las anécdotas más curiosas.

Lo que dicta la nostalgia. Carlos Larriera fue el ganador de las dos primeras ediciones del Maratón (1961-62). Reconoció que habitualmente no habla del tema, porque no quiere parecer nostalgioso. Sin embargo, reveló anécdotas y hechos que van más allá de las brazadas.

Está convencido de que sus tiempos de nadador fueron una etapa de su vida que disfrutó y vivió con intensidad. Hoy, el lugar de Carlos Larriera es la comunicación, profesión que ejerce también con la misma pasión que puso en el agua.

Los cuadros colgados en exposición en Triferto de Cortada Falucho, con los retratos de los treinta dos ganadores de la Coronda se imponen en el ambiente (él está en los dos primeros) y Carlos Larriera volvió a los recuerdos de esa etapa a contarnos todo sobre esas caras que aparecen en fotos en blanco y negro o en colores y de la odisea que por esos años significaba contactarlos y que pudieran venir a nuestra ciudad.

"Antes de que el maratón naciera oficialmente Santa Fe ya tenía una larga historia de relación con el río por aquello de los raids de Don Pedro Candioti, quien como preparación para sus largos desafíos cubrió varias veces la distancia, pero su mejor tiempo fue en 9 horas. Luego fueron muchos los que realizaban ese trayecto nadando solitarios, por esa admirable afición al río", comenzó.

"Yo por entonces corría el circuito mundial y había un nadador corondino Dermidio Cabral López quien me insistía en este tema de hacer un maratón entre Santa Fe y Coronda", evocó Larriera y, "a fines de 1960 nos reunimos con gente de Coronda y todos expresaban la voluntad de que se hiciera, pero no había recursos económicos. En ese momento la prueba más famosa de Argentina por los importantes premios que tenía era la Miramar-Mar del Plata, con fondos de la Lotería del Gobierno de Buenos Aires", informó.

"Propusimos juntar unos pesos entre una fábrica de dulces de Coronda y la Municipalidad, porque había que pagarle por lo menos a los nadadores argentinos los gastos de viaje y estadía y yo supuse que tenía que estar entre los tres primeros del podio, entonces les dije: no cobro el premio y con eso les pagamos el hotel y los gastos de ómnibus".

Larriera no sólo entró entre los tres primeros, sino que además la ganó con un tiempo de 8 horas.

Greta y la "comadreja"

Para el segundo maratón, en 1962, Carlos Larriera se propuso hacerle ganar rápida jerarquía a la carrera, aprovechando su contacto con nadadores del circuito mundial que ya conocía.

"Yo había entrenado mucho tiempo con una gran nadadora que había sido medalla de oro en los Juegos Olímpicos, Greta Andersen (dinamarquesa nacionalizada americana), la invité así: venite un mes antes, parás en mi casa con mi familia, nos entrenamos y nos sirve para Mar del Plata (era el gancho) y aceptó".

También convenció al dinamarqués Helge Yensen que tenía el récord mundial en el Canal de la Mancha, "él paró en Coronda , donde rápidamente le pusieron de sobrenombre la comadreja porque se comía todos los pollos y los huevos", se acordó Larriera.

El vado: por primera vez

La primera carrera había durado 8 horas y para el concepto de los maratones de la época, era corta. Por eso Larriera -quien ya había nadado por allí- pensó que sería muy atractivo para la gente de Santo Tomé y propuso incorporarle el vado, eso le daría una hora y media más de duración.

Pero ese 14 de enero de 1962 nada salió como se había planeado. Las circunstancias meteorológicas eran de mucho viento sur y el río estaba muy bajo y cuando entraron al vado no tuvieron en cuenta que corría en contra, con lo cual la carrera se iba a extender a 11 horas y media.

Lo que si se acertó fue que en Santo Tomé fue un éxito de público, tal como se repitió cada año desde entonces.

Larriera no tiene dudas que esa carrera significó "conmover a la opinión pública de Santa Fe, cosa que en la primera no pasó. En la primera sólo se conmovió Coronda".

"Pero esa segunda edición fue dramática, los botes se hundían con el oleaje, los nadadores quedaban sin guías, la corriente en contra en el vado", y recordó que "el viento era del sur y hacía mucho frío afuera del agua, la gente suponía que nos congelábamos y la temperatura en el río era normal, en enero nunca puede estar helada".

Y continuó "era todo muy dramático, el frío, el viento y las dos radios locales, LT 9 y LT 10 decidieron transmitir en directo. Arrancaron a las 7 de la mañana y fue la primera vez".

Todos estos conflictos hicieron que la gente estuviera muy pendiente. "Imaginate año 62' te levantás a la mañana y escuchás el relato estremecedor de los nadadores nadando solos en el medio del río y eso movilizó inmediatamente hacia la orilla. Después hubo gente que me dijo: `Yo fui a la costa a ver cómo era y vi la pelea que había en el agua y agarré y me fui hasta Pontoneros con la moto y ahí usted la estaba pasando a Greta Andersen y entonces seguí a Sauce Viejo y cuando me quise acordar, había pasado el día entero y estaba en Coronda", señaló.

Según Larriera, "ese efecto fue espontáneo y multiplicador. Fue un verdadero fenómeno".

Conseguir al "pez volador"

Carlos Larriera conocía al campeón del mundo, el holandés Herman Willemse, quien había ganado 15 carreras invicto y se lo conocía como el "pez volador".

"Tenía un dilema - dijo Larriera- `�cómo lo convenzo para venir?'. Entonces lo llamé por teléfono. Bueno viene al caso decir que en ese tiempo se pedía la comunicación y luego tenías que quedarte dos días en tu casa esperando, porque no sabías en qué momento pasaban la llamada", informó.

"Pero al final hablé con él y le pregunté: `�Qué tal el tiempo en Holanda?'. Me dijo: `Dos o tres metros de nieve' . Y ahí aproveché: `�Qué te parece tres meses en Santa Fe tomando sol, nadando y entrenando y de paso nadás la Santa Fe-Coronda?", relató.

"Me gusta", fue la respuesta del holandés, quien viajó en barco, porque los pasajes eran más baratos y entonces pudo traer a otro holandés Win de Breng, entraron primero y segundo.

El "cocodrilo del Nilo"

Seguía el interés por buscar competidores de jerarquía y en 1964, Larriera fue a Buenos Aires a hablar con el embajador egipcio, un general llamado Toema.

La gestión fue exitosa porque Toema le dijo a Larriera: "Nosotros traemos a Aboud Heif".

Heif era el estandarte del equipo egipcio y ellos tenían miedo que Willemse le ganara. "Iban a ser las grandes figuras de la carrera, el primer gran duelo de la Santa Fe-Coronda", dijo Larriera.

Pero hubo un problema de comunicación (obviamente el mundo funcionaba sin Internet). "Le mandamos una carta a Willemse por el maratón y por una huelga del correo argentino no llegó, entonces al no tener noticias diez días antes de la carrera, lo tuve que llamar y me dijo `no recibí nada, no estoy entrenado, me voy a morir'. Yo le dije que tenía que venir igual porque toda la publicidad de la carrera era el pez volador vs. el cocodrilo del Nilo".

"Con un gran espíritu de amigo vino y realmente estaba muy mal entrenado, pero le siguió el ritmo a Aboud Heif hasta Desvío Arijón y finalmente se impuso el egipcio".

Estos nadadores extranjeros fueron dejando su sello en la Santa Fe-Coronda, como excepcionales deportistas y por sus personalidades.

"Aboud Heif paraba en el Hotel Castelar - recordó Larriera- y pedía a cuenta de la organización a un florista un ramo de flores y se paraba en la peatonal y le regalaba una flor a todas las mujeres que pasaban. Era un personaje, muy culto, hablaba francés, inglés, italiano, tocaba el piano y enseguida adquirió el lenguaje español y decía: linda señorita `cocodrilo del Nilo' invita a maratón de próximo domingo".

Estas y otras anécdotas permanecen en la memoria de Carlos Larriera y nos es transmitida a todos, para que conozcamos más sobre la carrera que mañana celebra una nueva edición.

Los mitos sobre los extranjeros

Creencias. Según Larriera, se generaban falsos mitos en torno de los nadadores extranjeros.

Por empezar, a Greta Andersen le decían "la sueca", siendo que en realidad, era dinamarquesa. La gente todavía tiene la imagen de que medía dos metros y pesaba 120 kilos y no era así. "Era más chica que yo", recordó.

De Willemse, por ejemplo, decían que nadaba con medio cuerpo afuera del agua y realmente nadie puede nadar así.

También creían que el "Cocodrilo" hacía 100 brazadas por minuto, lo cual era imposible.

Por su parte, Jhon Kinsella en 1978, fue el rey de los apodos y nadie sabe aún cuál es el verdadero. Llegó apodándose como "la máquina" y el "Tarzán americano". Ese año ganó de punta a punta como un "torpedo", decía la gente.

Textos de Fabiana García.