FESTIVAL DE CINE DE MAR DEL PLATA

Con Dios y sin Dios

Abel Ferrara Su cine es más impecable que nunca en su turbulento modo de narrar. Es uno de los visitantes más destacados del festival. Foto: GENTILEZA PRENSA FESTIVAL. 

Hasta mañana continúa el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, una vidriera de las miradas del mundo. Aquí, un repaso de los filmes que en las últimas horas se pudieron apreciar en las salas de proyección.

Con seis salas menos que el año pasado, hasta el martes el festival había sumado 86.681 espectadores. En el interior de los cines, esas 86.681 personas observan un comportamiento ejemplar. Durante la proyección en salas repletas, nadie se mueve, nadie habla, ninguno respira y los envoltorios de los caramelos no crujen. Como si hubieran asistido a la iglesia.

Y en una iglesia tal vez no habrían desentonado dos películas exhibidas el mismo día, ya que mostraban el camino de la redención a través de la fe católica, expresión de una vieja y respetable religión monoteísta. Es el caso de "Mary", una obra de Abel Ferrara ("Maldito policía", "El funeral"), uno de los visitantes más destacados del festival, en el marco de la sección oficial fuera de competencia.

En sus películas suelen encontrarse rastros de la religión, que en este caso es el foco de los acontecimientos, con otros componentes de la obra de Ferrara, como la violencia, el mundo del cine y las criaturas atrapadas en la oscuridad. Es, diríase, una obra de tensión teológica, donde se recrea la hipótesis de que María Magdalena fue una discípula de Jesús, según los llamados manuscritos del Mar Muerto hallados en 1945, más allá del sensacionalismo grosero de "Código Da Vinci".

Luego de interpretar a María Magdalena en una película sobre Jesús rodada por un director detestable (Matthew Modine), la actriz (Juliette Binoche) se queda en Jerusalén entregada a una experiencia mística. En Nueva York, un periodista conduce un ciclo televisivo sobre Jesús, y sufre culpa por descuidar a su esposa que está por parir, por sus compromisos con la televisión y una amante, con el acompañamiento de escenas de violencia en Nueva York y Medio Oriente. A través de su celular, en comunicación con Jerusalén, el periodista es aleccionado en el camino de la fe por la moderna María Magdalena, mientras desnuda públicamente el oportunismo egoísta del director. Será la forma de salvar al niño que nació enfermo.

El cine de Ferrara es más impecable que nunca en su turbulento modo de narrar. La película no plantea dudas, y las preguntas tienen respuestas a través del milagro, lo que situará en una posición incómoda a sus admiradores materialistas.

FÁBULA SOBRE UN CRISTO MODERNO

La otra película católica es "Crazy", canadiense, de Jean Marc-Vallée, y se exhibió en la sección Otras Miradas. Es un retrato de familia, en particular de los veinte primeros años de la vida de un joven, contados por el personaje a partir de su nacimiento. El nudo principal es la relación con el padre, un hombre bueno pero rústico que colecciona discos de Aznavour, Patsy Cline y Buddy Rich; sus conflictos con cuatro hermanos abominables y sus dudas sexuales.

Es muy cómica, y la sala no paraba de reír. Si hubiera seguido así hasta el final, todos nos habríamos retirado felices, pero el filme se desliza en el drama y culmina como "una fábula sobre un Cristo moderno", como lo promueven las gacetillas, con el protagonista que también viaja a Jerusalén, vive una experiencia religiosa y vuelve con su homosexualidad asumida.

PREGUNTAS SIN RESPUESTA

A estas películas con Dios, puede oponerse otra sin Dios, o al menos, de algún ser superior que ofrezca algunas explicaciones. Son las preguntas que se formulan al final de "Edmund", en una conversación del protagonista con su compañero de calabozo, un negro enorme que comenzó violándolo y que ahora es su pareja: "�Quiénes somos?, �Quién diablos controla esto?" y otros interrogantes que, aun bien conocidos, no han encontrado una contestación satisfactoria.

Edmond participa en la competencia oficial, surgió de un guión para teatro del extraordinario David Mamet y fue dirigida por Stuart Gordon, el creador de "Re-Animator" (1985), una película de culto basada en Lovecraft, o que dice serlo.

Con su apariencia de filme de bajo presupuesto y un director especializado en el cine de terror, no es una película de género, sino el relato dostoievskiano de cómo un ciudadano común de traje y corbata (William H. Macy, un rostro conocido de actor secundario) comienza a interrogarse acerca del sentido de la vida hasta que su cabeza explota, aunque simplemente sus planteos son los que pasan por la mente de cualquiera.

Deja su mujer, un extraño en un bar (Joe Mantegna) le aconseja diversión sexual y en las cartas de una adivina puede leer su futuro sombrío, el de quien buscará la libertad en las calles, transando sexo, y sólo encuentra violencia, hasta que la metafísica lo convierte en asesino. Es la mejor película que vimos en el festival y seguramente no será premiada, ya que los trofeos se reservan para el cine de mamá y papá.