La Policía española ha desarrollado la técnica de los otogramas, por la que rastreando la huella de las orejas de una persona se puede desenmascarar al ladrón que no deja ni una sola marca dactilar tras sus fechorías.
Con esta innovadora técnica, que ha comenzado a aplicar la Policía Científica de la norteña de ciudad Santander y que ya se extiende a otras comisarías de España, a falta de dedos que investigar, los ladrones son atrapados por las orejas.
Otograma es un neologismo acuñado por la Policía de Santander para definir el rastro que deja una persona cuando apoya la oreja en un objeto, como una puerta o la culata de una escopeta; una huella que resulta ser tan identificativa del individuo y tan distinta a las del resto de ciudadanos como sus huellas dactilares.
Cuando un ciudadano colombiano compareció hace cuatro años ante un juez español (de la ciudad de Palencia) para responder de una acusación de robo, lejos estaba de imaginar que iba a pasar a la historia del crimen en España como la primera persona condenada por la huella de su oreja, su "otograma", como prueba de cargo.
Guillermo Rosewarne, jefe de grupo en la Brigada de Policía Científica de Santander, asegura que lleva tiempo recopilando artículos donde aparece la palabra otograma para tratar de convencer a la Real Academia Española de que la reconozca.
Así, propone la definición que más le gusta: "la huella del que escucha".
Su definición se basa en la experiencia que él y sus compañeros han adquirido desde que en el año 2000 lograron resolver una secuencia de robos gracias a la huella de una oreja que localizaron en la puerta de una casa, aplicando una técnica usada por algunas policías europeas y que ellos mismos habían puesto a prueba poco antes para identificar a un cadáver.
La huella les reveló que las autoras eran dos jóvenes menores de edad que, como otros muchos profesionales del robo a domicilio, no dejaban ni una sola huella dactilar tras de sí, pero acostumbraban a pegar la oreja a la puerta para comprobar que no había nadie dentro. De ahí la definición de "la huella del que escucha".
Este fue el título de la conferencia impartida esta semana por Guillermo Roserwane ante un nutrido grupo de policías que asistían a un curso de formación.
Las dos chicas del robo fueron las primeras detenidas en España por un otograma. Pero el primer juicio basado en ese tipo de huellas no llegó hasta pasados otros dos años, gracias a la colaboración que la Policía Científica de Santander prestó para identificar a un ladrón arrestado en la cercana ciudad de Palencia.
Este apeló sin éxito ante el Tribunal Constitucional español para alegar que lo habían condenado sin una prueba de cargo suficiente. El Tribunal dio por buena la práctica de la identificación por la huella de la oreja, cuya fiabilidad encontró "rayana en la certeza".
"No hay dos cosas iguales. Ni siquiera en un bosque encontraremos dos hojas exactamente iguales. Una cosa sólo es igual a sí misma. En eso se basa la criminalística", argumenta Roserwane.
Este policía señala que los otogramas proporcionan incluso más información que una huella dactilar: dan una idea de la altura del sospechoso por el lugar donde se encuentra o incluso permiten distinguir si éste lleva pendientes o usa gafas.
Roserwane es reacio a dar más detalles en público sobre cómo se buscan y se identifican los otogramas, al argumentar que "no conviene dar demasiados datos al enemigo".