El Puente Negro
Andrés Alejandro Andréis Presidente del Museo Ferroviario Regional de Santa Fe

Entre 1890 y 1892 el Ferrocarril Buenos Aires y Rosario establece la conexión de un ramal, que partiendo de Bernardo de Irigoyen, llega a Santa Fe a través de la estación que hoy vemos en Gral. López y bulevar Zavalla, construida entre los años 1889-1891. En 1908 con aprobación oficial, se fusiona esta empresa con la que luego se llamaría definitivamente Ferrocarril Central Argentino y que en 1911 construyera bajo esa denominación el otro ramal que se vincularía con el nuevo Puerto de Santa Fe que fuera habilitado el 30 de diciembre de 1910.

El inicio del recorrido en principio se hacía desde la estación mencionada, da comienzo en el extremo oeste a unos 500 metros a continuación del puente ferroviario sobre el río Salado, bifurcándose hacia el norte, para tomar luego un semicírculo hacia el este rodeando un perímetro alejado de la ciudad de entonces, con amplios sectores terraplenados y el sustento de tres puentes para mantener elevados los cruces con la Compañía del Ferrocarril Santa Fe, que por aquel tiempo operaba con su línea y ramales a Rosario, Rafaela y Gobernador Vera. Sobre este último está enclavado el legendario Puente Negro con sus aún sólidas bases y estructuras metálicas en cruce de este a oeste sobre la avenida Aristóbulo del Valle entre J. M. Zuviría y Santiago Derqui.

Hace algunos años, una vecina del lugar de avanzada edad, pero de excelente memoria, me reveló que para la ceremonia inaugural en horas de la noche, se encontraron en el centro del puente, en posiciones opuestas, dos locomotoras, alumbrándose mutuamente y haciendo sonar largamente sus respectivos silbatos, haciendo lo propio las del Ferrocarril Santa Fe que por debajo de él se habían concentrado para sumarse a los festejos.

Su entorno

Sus alrededores, por aquellos años, presentaban un paisaje bucólico con paraisales, quintas y chilcales y un camino que comunicaba hacia el norte con otras quintas y zonas del sendero antiguo de Ascochingas. Sólo el canto de boyeros, torcazas y el paso de los siriríes rompían la plácida quietud de aquellos lugares.

De 1930 en adelante fue lugar de ejercicios y maniobras de nuestro recordado Regimiento 12 de Infantería en un sector con plantaciones de eucaliptus. A pocos metros de trasponer el puente, en su margen derecha de sur a norte donde actualmente existe un negocio de repuestos de automóviles sobre Aristóbulo del Valle, se hallaba el American Club, y enfrente, vereda oeste, la escuela Ignacio Crespo, inaugurada en 1920 con tapial y verja en su frente y punto referencial del cruce de los tranvías de la Línea 4 que se dirigían a Guadalupe, regresando al centro y sur de la ciudad.

Don Antonio Baldoni, otro vecino memorioso, refiere que noventa y tantos años atrás, desde el terraplén del Central Argentino hasta la hoy calle Llerena, existía una quinta con el italianísimo nombre de "Anunciatta", en homenaje a una abuela y miembro de unas de las primeras familias de la zona.

Nuestro recordado Danilo Birri, que nos legó importantes testimonios de la época, dejó para la posteridad algunas fotos de la década del '30 que muestran junto al Puente Negro, campamentos de obreros entre los que se contaban muchos extranjeros como rusos y polacos, que trabajaban en el montaje del último puente ferroviario sobre la Setúbal, que unía el ramal a Colastiné y San José del Rincón del Ferrocarril Santa Fe.

Frente al puente, en la intersección de Aristóbulo del Valle y República Dominicana, se encontraba un boliche de vieja data, frecuentado por parroquianos y troperos, y que pese a su abandono, era el único testimonio del lugar que sobrevivió hasta finales de la década de 1990. Actualmente, se encuentra una estación de servicio.

Recuerdos personales

Allá por 1940, el Puente Negro reunía a lo más granado de los personajes de aquellos tiempos (los conocidos "linyeras"), que se despiojaban en tardes soleadas de invierno, haciendo fuego sobre el terraplén para matear y resguardase del frío.

Los domingos y feriados por la tarde, los vecinos de los barrios Villa María Selva y Los Hornos solían pasear por el puente, desde donde contemplaban el crecimiento de sus barrios con edificaciones que iban en aumento, perdiéndose así poco a poco la antigua visión campestre.

Un domingo del mes de noviembre de 1994, cerca del mediodía, pude presenciar el paso lento de un tren de pasajeros sobre el puente, que se dirigía a la Estación Belgrano con una locomotora diesel del Nuevo Central Argentino. Parecía un tren de lujo con coches de color blanco y bandas horizontales rojas, que incluía un coche comedor. El trepidar del tren en su marcha me trajo no lejanas evocaciones... el tren a vapor que iba al puerto, la zorra recorriendo las vías, el pasajero del Mitre que se dirigía a Retiro en la época de su salida desde la estación de bulevar Gálvez. Era éste un tren promocionado por la provincia de Río Negro, con su gobernador Horacio Massaccesi a bordo en campaña electoral, creando una ilusión, porque se comentaba que se proyectarían servicios combinados a Mar del Plata. Nunca más lo volvimos a ver sobre el viejo ramal y su puente.

Ya no lo transitan más trenes, por debajo el tránsito ruge, lo miramos indiferentes; por allí algún decreto lo declare monumento histórico y lo libre de los pasacalles que lo degradan. Quizás también sea útil para soportar aún los trenes.

Hoy es símbolo comercial de la avenida Aristóbulo del Valle y punto referencial del norte ciudadano. Por las noches, ahora está "aggiornado" con luces en su entorno. ¿Estará recibiendo el homenaje de los santafesinos?...