Sargent, Whistler o Cassatt, en la exposición "Americanos en París"
Durante la segunda mitad del siglo XIX, París y sus famosos salones fueron como un poderoso imán que atrajo a artistas de Estados Unidos de la talla de John Singer Sargent, James McNeill Whistler o Mary Cassatt.
A la obra de estos y otros artistas menos conocidos, muchos de ellos mujeres, la National Gallery de Londres dedica una exposición organizada juntamente con el Museum of Fine Artes, de Boston, y en cooperación con el Metropolitan Museum of Art neoyorquino, que han prestado algunas de sus obras más destacadas.
Como escribió en su día el novelista Henry James: "puede sonar a paradoja, pero es simple verdad que cuando hoy buscamos arte americano, lo encontramos sobre todo en París. Y cuando lo encontramos fuera de París, hay siempre mucho París en él".
Los artistas estadounidenses se sintieron fascinados por la belleza de sus parques, el esplendor de sus bulevares, la abundancia de cafés y también, �cómo no?, por la bohemia y el dandismo parisinos, y todo ello se refleja en la exposición londinense.
Hay en ella además excelentes retratos, y entre éstos sobresale sin duda el dedicado por Sargent en 1882 a "Las hijas de Edward Darley Boit", que por sí sólo merece ya la visita a esta exposición, titulada "Americanos en París: 1860-1900), que estará abierta hasta el 21 de mayo.
Sargent retrató a las cuatro hijas de Edward y Louisa Boit, pareja amiga de Henry James, en su elegante apartamento de la capital francesa. Claramente inspirado por la composición y el tratamiento de las figuras en "Las Meninas", de Velázquez, que el pintor había visto durante una visita al museo del Prado madrileño, el cuadro de Sargent es de una claridad y belleza atmosféricas que cortan el aliento.
Del mismo artista es el famoso retrato de "Madame X", del Metropolitan Museum neoyorquino, que representa a Virginie Avegno Gautreau, una de las americanas de París más bellas y elegantes de la época con el rostro de perfil y un escote que causó sensación en su día.
De destacar son también algunos retratos debidos a los pinceles de Mary Cassatt, la más francesa entre los artistas estadounidenses que trabajaron en París, a la que Degas invitó a que participara en la exposición de los impresionistas, movimiento del que incluso llegó a formar parte oficialmente.
El de su madre, Mrs. Robert S. Cassatt, de 1889, en la que aparece la anciana con rostro pensativo, retrato ejecutado con pinceladas de extraordinaria soltura, o el de una mujer leyendo con anteojos el periódico "Le Figaro" explican el que Degas dijese de ella: "tiene un talento infinito".
Pueden admirarse también en la exposición elegantes paisajes parisinos como el titulado "En el jardín de Luxemburgo", de Sargent, escenas del interior de teatros, como "En el Palco", de Cassatt, o "La Ensayo de la orquesta Pasdeloup en el Circo de Invierno", también de Sargent.
Pero no todo se limita a París: al igual que ocurrió con los impresionistas franceses, la campiña francesa ejerció una fuerte fascinación sobre sus colegas del otro lado del Atlántico, que, en cuanto llegaba el verano, frecuentaban colonias de artistas como la de Barbizon u otros lugares de la geografía francesa.
Winslow Homer, por ejemplo, pintó paisajes que recuerdan a los que había pintado Camille Corot un siglo antes, mientras que algunas marinas de James Abbott McNeill Whistler como la titulada "Armonía en azul y plata: Trouville", prefiguran ya el arte abstracto.
No todas las obras reunidas son, sin embargo, de la extraordinaria calidad de las citadas, como ocurre, por ejemplo, con las más tradicionales escenas urbanas parisinas que Childe Hassam convirtió en su especialidad u otras pinturas que están más próximas al movimiento Biedermeier de la primera mitad de siglo.
Joaquín Rábago-EFE