El Colegio Nacional se fundó en Santa Fe el 7 de mayo de 1906 y su instalación estuvo precedida por un encarnizado enfrentamiento entre los sectores liberales de la ciudad -que propiciaron su creación- y los ámbitos católicos conservadores, encabezados por los jesuitas, que se opusieron firmemente a la misma.
Ante la proximidad del centenario, el profesor de Historia José Larker, y María Bibiana Grandinetti, estudiante avanzada de la disciplina, realizaron una exhaustiva revisión del origen de la institución.
La creciente secularización de la vida social desde la segunda mitad del siglo XIX y el traspaso al nivel político de distintas funciones que venía cumpliendo el clero -entre ellas, la enseñanza- fueron procesos signados por la presencia y el accionar de logias masónicas, integradas por librepensadores y liberales con ideas positivistas y anticlericales.
Durante el gobierno de Bartolomé Mitre, comenzó un proceso de modernización de la enseñanza secundaria para reorganizar el seminario eclesiástico de Buenos Aires que hacia 1863 fue convertido en el primer Colegio Nacional, tomado como modelo para la instalación de instituciones similares en las provincias.
Los colegios nacionales nacieron con la impronta de formar los miembros de la elite dirigente de la Nación, sin la intervención del clero. Pero pasarían nada menos que 43 años hasta que Santa Fe pudiera contar con su propia institución.
Esta demora se debió -de acuerdo a la investigación de Larker y Grandinetti- a que encontró en nuestra ciudad una fuerte resistencia de parte de grupos católicos, principalmente de los jesuitas, que desde el año 1862 dirigían el Colegio de la Inmaculada Concepción. Éste era no era el único colegio de "segunda enseñanza" en la ciudad (como se denominaba al secundario), pero sí se reservaba el derecho de habilitar a bachilleres para el ingreso a la universidad.
En el informe titulado "Católicos versus liberales. La Fundación del Colegio Nacional de Santa Fe en el proceso de laicización de la enseñanza secundaria", Larker y Grandinetti aducen que la creación del establecimiento fue un proceso que se dio en un marco de conflictividad y de lucha marcada entres ambos sectores.
El capital en disputa no era menor. "El Colegio Nacional venía a instalar una competencia con el de los jesuitas, porque iba a expedir títulos que permitirían entrar a la universidad. Lo que estaba en juego era quién iba a formar a las futuras generaciones de gobernantes, porque de allí saldrían hombres afines a los intereses de la Iglesia o afines al Estado que se estaba formando", destacaron los autores.
La creación del Nacional se irá, indefectiblemente, demorando en el tiempo. El primer intento se hizo en 1899, cuando se presentó un proyecto en la Legislatura provincial que tenía como objetivo gestionar ante el Congreso de la Nación la instalación de un colegio nacional para Santa Fe.
"Desde la Legislatura, en un primer momento, se autoriza la realización de gestiones, y una semana después, a partir de una serie de acciones que se realizan desde el Inmaculada, se da marcha atrás con el proyecto", explicó Larker.
"El Inmaculada no sólo tenía un protagonismo importante en lo que tiene que ver con la educación sino que también tenía una presencia muy fuerte a nivel social y político en la ciudad", añadió.
El debate acontecido en la Legislatura se trasladó al seno de la sociedad santafesina. Se levantaron firmas, se realizaron trámites y viajes a Buenos Aires, y se comenzaron a movilizar las fuerzas vivas. Un apoyo fuerte en pos de la creación del colegio llegó de personalidades como Domingo Silva (desde su accionar en el diario Unión y Provincia), y de varios sectores liberales-radicales que se definían como libres pensadores y estaban vinculados a logias masónicas.
"Muchos de ellos funcionaban en el Club Rivadavia y en la Sociedad de Socorros Mutuos, y escriben a través de un periódico que salía dos o tres veces por semana y que se llamaba Espíritu Nuevo. Desde esas páginas se fogonea muy fuertemente la creación del colegio y, además, se observa una posición contraria a la enseñanza que se brindaba en el Inmaculada", agrega el historiador. Desde la otra vereda, el diario Nueva Época fue cauto en un primer momento, apoyando más a los sectores católicos.
Los esfuerzos por lograr la concreción del proyecto se reanudaron en 1904, cuando se creó el Comité Pro-Colegio Nacional. Entre los integrantes de esa comisión figuraban Manuel Menchaca (presidente), Manuel Beney, Manuel Frutos, Mariano Quiroga, Raúl Villarroel, entre otros.
La iniciativa llegó hasta el ministro de Instrucción Pública de la Nación en 1905, que acogió el proyecto y resolvió someterlo a un acuerdo general de ministros, pero la idea fue descartada por el gabinete. Había que esperar a que el Congreso lo definiera por ley, lo que atrasó el trámite otro año más. Luego de estas idas y venidas, recién el 7 de mayo de 1906 logra concretarse el ansiado proyecto y se funda el Colegio Nacional en Santa Fe.
El primer rector fue Avelino Herrera, considerado en su época como uno de los grandes maestros argentinos. Pero en 1907 debe trasladarse y su cargo es ocupado por Domingo Guzmán Silva.
La preocupación de la época era formar a un ciudadano fiel a los principios de la Nación. Así, por ejemplo, a partir de 1912 se van a enseñar actividades como el tiro al blanco y gimnasia militar para formar egresados preparados hasta para una guerra.
Desde el principio nace como institución mixta, y ya en 1908 cuenta con 16 mujeres en sus claustros. La preponderancia en el plan de estudios la tuvieron las materias humanísticas: historia, letras e idioma; se busca formar en una enseñanza enciclopedística.
Desde el punto de vista más social, el alumnado de los inicios está conformado por los miembros de la elite santafesina, hijos de profesionales y de altos funcionarios públicos. Años posteriores, acompañando el proceso de ascenso social, se irá dando una progresiva inclusión de la clase media en la escuela.
El Nacional siempre formó bachilleres. En la década del '70, entró a formar parte de un plan nacional denominado Proyecto 13, que educaba a bachilleres en determinadas orientaciones de acuerdo a la vocación de los alumnos. Por ende, en los 4to y 5to años formaba para el ingreso a estudios superiores con regímenes de asistencia, disciplinar y de trabajo distintos con respecto al ciclo básico.
El colegio no ha escapado a los avatares políticos que ha sufrido el país, en cien años. El peronismo dejó una fuerte impronta en la institución donde hasta acogió charlas sobre el Plan Quinquenal; la dictadura, por su parte, cesanteó profesores.
En 1994 se produce el traspaso de las escuelas nacionales a la provincia, y el Nacional pasa a llamarse Escuela de Enseñanza Media N° 440.
Además, "el proceso de pauperización no solo económico sino cultural que sufrió la sociedad desde la década del '70 para adelante se ve fuertemente reflejado en quienes conformamos la comunidad educativa del colegio: los chicos cambiaron, el colegio ya no forma únicamente a los dirigentes o a los hijos de la elite. Cumple ahora una función social tan importante como antes, pero distinta: formar ciudadanos, formar personas con una filosofía de enseñanza laica, pública y abierta. Hoy, una de las banderas más fuertes que seguimos defendiendo es ésa, que sea un colegio para todo el mundo", opinó Larker.