¿Prolegómenos de un desastre que se viene?

Nicolás Panotto

"América Latina está entrando en una nueva era", es la predicación recurrente en los últimos meses. Es notorio que nuestro continente está vivenciando el encauzamiento hacia un nuevo rumbo, un "viraje" como a algunos gurúes conservadores les gusta calificar. Haciendo un poco de retrospección histórica, los golpes militares de mediados del ï70, además de las ya conocidas atrocidades respecto de las violaciones de los derechos humanos, sirvieron en bandeja a nuestro continente a las fuerzas mundiales centrales en el campo de un capitalismo feroz.

Los gobiernos "democráticos" emergidos desde fines de los ï80 prosiguieron con las mismas fórmulas socioeconómicas. Las consecuencias atroces de estas opciones son evidentes: cada vez más pobreza, más desigualdad, más violencia, más "silenciamiento". Y con todo esto, se manifiesta el descontento de la sociedad. Y podríamos decir que éste se ve plasmado en el "giro político" que viven nuestras naciones hacia tendencias y modelos más "progresistas", "socialistas", "de izquierda", como se los llama reiteradamente, que actúan reaccionando a los sistemas de exclusión. Chávez en Venezuela, Lula en Brasil, Tabaré Vázquez en Uruguay, Bachellet en Chile, Kirchner en Argentina, Morales en Bolivia, Preval en Haití. Y así también, fructifican los movimientos opositores en distintos países latinoamericanos, que son levantados como "reformadores" de la "nueva" América latina. En todas las gestiones de estas personalidades y en todas estas reacciones, se advierte un "deseo" de ruptura respecto de las políticas conservadoras y neoliberales desarrolladas con mucho ahínco durante la década del ï90.

Pero hay un dato histórico que llama la atención. Si vamos un poco más atrás en el tiempo, a principios de los ï70, antes de los golpes militares mencionados, también hubo una preeminencia de partidos, de líderes y de tendencias, considerados "reformadores": la Asamblea Popular en Bolivia, la victoria de la Unidad Popular y el gobierno de Allende en Chile, al gobierno revolucionario de Perú, el avance del Frente Amplio en Uruguay, el movimiento peronista en Argentina, la formación del MAS (Movimiento hacia el Socialismo) en Venezuela, el gobierno de Torrijo en Panamá, las reformas del gobierno de Honduras, Echeverría en México, entre otros.

¿Qué sucedió? ¿Por qué estos movimientos históricos no pudieron establecerse, dejando el camino libre a gobiernos totalitarios y personajes tan siniestros luego de mediados de los ï70? En primer lugar, ¿fueron estos movimientos completamente "autónomos" e independientes, pudiendo gobernar sin presiones "externas"? Como siempre ha sucedido en nuestro continente, las decisiones siempre pasan a manos de otras naciones o grupos de interés. Si revisamos la historia, la intervención de "países centrales", grupos opositores de derecha y militares, unidos a las organizaciones financieras, sirvieron al derrocamiento del orden democrático que tenía un interés "reformista" en América Latina. Y muchos de los gobiernos no pudieron batallar contra la presión de estas fuerzas poderosas, cediendo forzosamente a los intereses privados de unos pocos.

En segundo lugar, como factor "interno", se nos presenta otra pregunta: ¿estaba la sociedad realmente convencida de la necesidad de una "reforma" política, social y económica? Me podrán contestar: "Por supuesto, ya que sin el apoyo de la gente estos `reformadores" no hubieran podido ejercer poder". Pero los acontecimientos se muestran ambiguos en ocasiones. ¿Podría ser que éstos movimientos de principios de los 70 surgieron como una "respuesta de emergencia" ante la situación, pero que en el camino del proceso de cambio, los "intereses" de los ciudadanos y de las ciudadanas se hayan visto tan afectados que dieron un paso atrás en contra de estos mismos movimientos pidiendo de alguna manera el quiebre de ese proceso? Por supuesto que la realidad no es tan "blanco y negro" como esta afirmación muestra. Los factores son mucho más complejos.

Si estos dos factores son correctos, entonces podríamos extraer ya una conclusión general: la realidad de una falsa conciencia de comunidad en nuestro continente. ¿Cómo puede ser que manifestemos el deseo de "volver" a un sistema que tanto daño hizo a nuestra sociedad? ¿Puede existir semejante carencia de memoria? Esto muestra que el problema va más allá de lo político o del tema económico.

La verdadera reforma para la transformación de nuestro continente no se establece con la predicación de una ideología o con la adherencia de un partido político sino más bien con la construcción de una verdadera conciencia de justicia donde los intereses personales pasen por los intereses de todos y todas. Mientras las ideologías y los movimientos políticos sirvan a esto, bienvenidas sean.

La necesidad de esta nueva conciencia por parte de nuestros pueblos no implica "asumir culpabilidad" sino más bien comprender una lucha contra las fuerzas opresoras de países centrales, organizaciones financieras y empresas multinacionales.

Trabajemos para que éstos cambios sean reales, pertinentes y duraderos a través de la construcción de una conciencia realmente comunitaria que promueva la entrega comprometida al prójimo. ¿Cómo podemos hacerlo? Aquí van algunas sugerencias:

Considerar al prójimo: un gran personaje de nuestra historia, Jesucristo, dijo: "Considera al prójimo como mayor a ti mismo". Es un pensamiento que parece utópico pero ciertamente es el fundamento para la construcción de una comunidad sana y justa. Despenalizar la pobreza y la desdicha: "los pobres son pobres porque quieren serlo". En nuestra sociedad se mueven distintas "fuerzas" sociales, muy solapadamente por cierto, que causan cada vez más desdicha a nuestro mundo. Comprometerse con la construcción de una comunidad justa: en una sociedad tan individualista como la que vivimos se hace cada vez más difícil pensar comunitariamente. Los acontecimientos de nuestro mundo actual muestran los desastres de la falta de consideración por lo que sucede a los "oprimidos", las minorías, los pobres, entre otros, íque son las mayores de nuestro mundo! -más del 50 % de la población mundial. Concientizarse sobre lo que sucede en la historia: la realidad no es la que vemos por la TV o internet. Ella es mucho más compleja. Si queremos comprometernos con nuestra historia, leamos, estudiemos y escuchemos las distintas voces existentes en la realidad para comprender lo que las mayorías viven.