Señores directores: Leí la carta del señor Manuel Irigoyen relacionada con la ceremonia del 24 de mayo en el Teatro Municipal y comprendo su disgusto por la falta de cortesía de quienes han confeccionado las listas y prioridades protocolares para el acto. Lo mismo ocurre con la queja posterior del señor Julio Beltzer, quien con razón se duele por la falta de "teatreros" en la pomposa reunión. A ellos, como santafesino de origen, les pido disculpas, en nombre de muchos otros vecinos, ante esas torpezas que pueden ser atribuidas a la carencia de conocimientos básicos sobre normas de urbanidad y "buenas costumbres". Pero también habría que extender esas disculpas a los descendientes de don Ramón Lofeudo, el intendente Municipal que recuperó el Teatro para el municipio durante su primera gestión (1958-62), luego de décadas de un concesionamiento que atendía solo el "borderaux" y cedía la sala únicamente para la "gala" de mayo. La lista de personas a las que habría que pedirles disculpas incluye también a José Paolantonio, secretario de Cultura en aquel período durante el cual nuestro teatro fue el escenario del "Festival de Santa Fe", uno de los ciclos artísticos de mayor nivel que hayan tenido lugar a lo largo de la centuria del coliseo. Y junto a los que se debe pedir disculpas agrego también a todos quienes fueron sus colaboradores y a los concejales que posibilitaron, con la sanción de la ordenanza correspondiente, que el Teatro volviera al dominio municipal. Leí, asimismo, el suplemento especial publicado el domingo sobre el teatro remozado y corresponde pedir disculpas a quienes respetan la memoria de tantos artistas de talento y valía como Alejandra Boero, J. Limón, Pedro Asquini, Oscar Ferrigno, Marcos Zuker, Juan Verdaguer -por sólo mencionar algunos-, omitidos en la lista de los que pisaron esas tablas y son mucho más importantes que, por ejemplo, la señora Casán. Y quiero recordar, entre los grandes que por allí pasaron, al poeta cubano Nicolás Guillén, al que tuve el honor de presentar en ese escenario en mayo de 1958, y al historiador Félix Luna.
Probablemente, el apuro y los deseos de realizar la ceremonia el miércoles 24, como en los viejos tiempos, hicieron que algunos empleados comunales hayan olvidado tantos detalles y que, por esa misma causa, las personas que se dieron cita ese día fueran más de las que podían estar en la sala. Presentadas las disculpas, nos queda ahora la posibilidad de que el teatro, nuestro teatro, esté abierto a las manifestaciones culturales que merece nuestra ciudad, y que los "teatreros" y quienes por haber estado relacionados directamente con la vida del mismo, o sus descendientes, puedan disfrutar de ese magnifico exponente de nuestro patrimonio común.
Reinaldo Avilé. Ciudad.