ACTUALIDAD / MUNDIAL ALEMANIA 2006
Código futbolero: con el cassette rayado
A propósito de las insólitas frases de los futbolistas. La alevosa multiplicación de medios y espacios dedicados a los deportes, y en especial al fútbol, ha dado lugar al nacimiento de una suerte de "código" de comunicación entre protagonistas y periodistas, que encierra múltiples secretos y dobles lecturas, que a menudo dejan absorto al lector o escucha. El texto que sigue es una recorrida por frases curiosas o ininteligibles para las personas "de a pie", que, sin embargo, comprenden perfectamente aquellos que tienen las facultades de desmontar ese código. textos de Estanislao Giménez Corte.

En "La estrategia de ilusión" (o "Semiología Quotidiana", su verdadero título), un volumen de ensayos aparecido en español en 1986 pero que contiene trabajos de la década del �60 y las sucesivas, Umberto Eco asume el análisis y la crítica sobre ese gran espectáculo de masas en que fue degenerando el deporte. Uno de los textos incluidos en esa publicación, de 1969, advierte al lector -ya desde su título- sobre la naturaleza del examen, y muestra al italiano como uno de los precursores en considerar al deporte como tema fundamental para comprender la dinámica de las sociedades contemporáneas.

Se titula "La cháchara deportiva" y desarrolla claramente dos líneamientos básicos: por un lado, la masificación de los espectáculos deportivos mediatizados; por otro, el discurso que se construye sobre ese espectáculo de medios. Escribe Eco: "Pero este deporte al cuadrado (el espectáculo deportivo) genera un deporte al cubo, que es el discurso sobre el deporte en tanto que deporte visto. En primera instancia, ese discurso es el de la prensa deportiva, pero genera a su vez el discurso sobre la prensa deportiva, y por consiguiente un deporte elevado a la potencia n. El discurso sobre la prensa deportiva es el discurso sobre un discurso acerca del deporte ajeno como discurso" (1).

La "polémica" manda

Claro que Eco y los analistas provenientes no sólo de la Semiótica sino del estudio de los medios en general, lejos de yerrar en sus predicciones, más bien pecaron de cautela en exceso: el discurso y la discusión sobre "el deporte visto" a través de los medios, ha configurado una verdadera pasión argentina. La polémica en torno de jugadores, técnicos, preparadores físicos, hinchas y dirigentes, obtiene tanto lugar de difusión como la competición misma. O más.

Hemos sido testigos de un fenómeno, en los últimos años, que quizás superó hasta las más afiebradas expectativas: la explosión de los medios electrónicos está atravesada por la explosión de determinadas "industrias" que los sostienen: una de ellas es el deporte. Los espacios periodísticos "de" y "sobre" el deporte se han multiplicado al punto tal en que hoy existen medios cuya programación está íntegramente dedicada al tratamiento y "análisis" (las comillas no son casuales) de ese fenómeno popular, con el fútbol como punta de lanza.

Argentina, por supuesto, no es la excepción (y quizás sea la norma): el deporte arrastra lectores, oyentes, y fundamentalmente, negocios vinculados a la publicidad que hacen más que apetecible la inversión en su transmisión (e insistimos, la "polémica" previa y posterior).

Pelota parlante

Pero éste es sólo un aspecto de la cuestión. Hay muchos otros: entre ellos, el tema que nos convoca. No desconocemos que éstos, los tiempos mundialistas, son generosos en la profusión de imágenes e información; en la exacerbación de la "cobertura" del gran evento en vivo y en directo. En muchos casos, esto genera sólo complicaciones a los esforzados periodistas, que agobian hasta el más fanático con comentarios de ocasión a la usanza de qué es lo que comieron ese mediodía los futbolistas, cómo durmieron o qué opinan del largo del césped de la cancha de entrenamiento. A propósito, Roberto Maurer escribió recientemente una mordaz columna en El Litoral. La imaginación o construcción de la noticia del día deriva en extensas coberturas sobre si Messi fue al baño durante la mañana o cuáles son los reparos de Ayala sobre la espuma de afeitar alemana.

Pero hay otro costado, y regresamos al "código": se trata de la imposición de slogans, frases hechas o respuestas maquetadas, agrupadas bajo la metáfora del "casete", que prácticamente definen ciertos patrones del periodismo deportivo. Esta modalidad discursiva, también ejercida por la clase política, se sostiene bajo la premisa tácita de que, en realidad, no es necesario responder a las preguntas, que en muchos casos tampoco existen. Surge así una suerte de diálogo del absurdo con periodistas que no saben qué preguntar a personajes que no saben qué responder. Una muestra clara son las conferencias de prensa: 100 periodistas atosigando a Crespo o Saviola.

Patrones de preguntas y respuestas

Los periodistas no lo ignoran: los futbolistas han creado una serie de patrones a utilizar frente a cualquier interrogación, que van modificando de acuerdo a la circunstancia. Un amigo mío me dijo, en respuesta a esto, que los periodistas deportivos también crearon sus propios patrones de preguntas y que entonces, finalmente, los perjudicados serían los televidentes y oyentes, a no ser porque las personas que habitualmente consumen este tipo de programas ha ingresado en una suerte de percepción cerrada de aquel código, por lo cual sólo internalizan las preguntas y respuestas pertenecientes a éste (y por extensión, quizás no entienden otros).

Lo que sigue es un breve recorrido de la naturaleza de algunos de esos patrones y cómo funcionan:

  • 1) "Los partidos hay que jugarlos": obsérvese el aparente carácter absurdo u obvio de la sentencia. Alguien podría compararlo con la necesidad de movilizar los miembros inferiores para caminar o activar el aparato fonador para hablar. Pero no. El código marca otra cosa, una lectura que se escapa a las apreciaciones de superficie: no hay que dar nada por sentado ni cantar "victoria antes de gloria", parece revelar la frase. Destáquese el espíritu que subyace bajo esta aparente nadería: el respeto (aunque sea sólo en el plano del discurso) por el rival.Entiéndase que como en el fútbol no hay lógica -en teoría- aún el máximo favorito puede perder con un hato de inútiles.
  • 2) "Perdimos bien": lo que a algunos podría parecerle casi un oxímoron (combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido; p. ej., un silencio atronador, lenta prisa o tensa calma, en este caso "perder bien") obtiene un cáliz casi épico. Implica el reconocimiento de la superioridad del rival, claro que expresado mediante una combinación de términos por lo menos curiosa.Lo increíble es que muchas veces ésta es la respuesta a la pregunta del cronista �perdieron bien o mal?. Hay quien me dijo que "perder bien" es como resignarse con felicidad o fundirse con optimismo.
  • 3) "Fue un partido de ida y vuelta": el juicio apriorístico podría marcar que eso es lo evidente que debería suceder con un deporte basado en la búsqueda de la anotación en el arco rival. Ahora bien, los temores, los esquemas defensivos, etc, implican que es una novedad el hecho de que, efectivamente, como lo marca la esencia del juego, alevosamente desvirtuada, aquello se dé.
  • 4) "El fútbol se niveló para abajo": Resulta extraño pensar que esta sentencia se relaciona, en principio, con el crecimiento de los equipos de menor fuste, que laboriosamente han emparejado el nivel con los grandes. Ahora bien, �por qué se dice para abajo?, �no será quizás que los equipos chicos han optimizado sus recursos, por lo general más bien escasos, y que los grandes no han sabido mantener su supremacía?. En ese caso, al haber más equidad, uno podría pensar que, sencillamente, el fútbol sólo se niveló.
  • 5) "Hay que seguir trabajando durante la semana": ésta es una suerte de respuesta/frase comodín.Nótese que sirve tanto para los triunfadores como para los derrotados. En el primer caso, se supone que se lee a partir de ella una suerte de arrebato de humildad tendiente a que se interprete que, aún, no se ha obtenido el logro al que se aspira; en el segundo caso, es obvio, sólo se puede revertir una mala situación con trabajo.
  • 6) "2 a 0 es el peor resultado": es uno de los axiomas más repetidos en los vestuarios y asimilado casi como un dogma religioso. Para alguien que desconozca el "código" podría parecer la apreciación de una persona con serios problemas de equilibrio psicofísico, acaso en los bordes de la cordura. Pues no: el metamensaje reside en que no hay que dejarse engañar por la supuesta ventaja que suponen dos goles, debido a que si el rival marca uno, sus chances de empatar se acrecientan notablemente. Claro que, por lógica, lo mismo podría decirse del equipo que lleva la ventaja: esto es, con un gol más (3 a 0), habría que cerrar el estadio. Alguien, exagerando, podría sostener que 4 a 0 también podría ser el "peor resultado", siempre considerando que si el equipo rival marca tres tantos, quedaría sólo a uno del empate.Digamos piadosamente que la lógica del fútbol a menudo está reñida con la lógica �humana?.
  • 7) "Estoy en el grupo para sumar": en muchos casos, a esta frase se la relaciona con aquellos jugadores que, por diversos motivos, no son titulares. Funciona como una excusa ya que, mediante un fenómeno de traslación, minimiza las probables torpezas del deportista y se pone el énfasis en su apoyo (moral, psicológico) al resto del equipo. Esconde frustración, acaso bronca y puede entenderse que tiene como destinatario al entrenador.
  • 8) "(le pegué y) por suerte entró": forma que pretende expresar, con más o menos fortuna, una cierta humildad. Adjudicar a la suerte el tanto convertido, aunque el azar es importante en todos los deportes, supone una lectura hasta compasiva. Pueden darse diferentes casos: aquellos que realmente lo dicen por humildad (la pelota les rebota en un muslo y entra), y aquéllos que sencillamente, como se dice, tienen el "casete" puesto.Hay muchísimas otras, en fin, que van integrando lo que en el futuro podría denominarse "Manual para desentrañar el código futbolero": una suerte de sociolecto que en tiempos mundialistas pueden ayudarnos a entender de qué demonios hablan los futbolistas cuando hablan. Será hasta la próxima, cuando volvamos a involucrarnos con reproches y broncas que se esconden detrás de sentencias encriptadas bajo el aparente aporreo de la lengua.
  • Entre el respeto y el reproche

    EL DT, la autoridad

  • "Al técnico no le pregunté por qué me pone y no le voy a preguntar por qué me saca" es otra de las escuchadas frases de los jugadores de fútbol. A priori, podría tratarse de un ejemplo de referencia sobre la autoridad del técnico. Sin embargo, obsérvese que puede desprenderse de esto una suerte de reproche subyacente respecto de la falta de lógica para las decisiones del mismo (casi como calificarlo de caprichoso). Hay, evidentemente, ira contenida en el deportista por no haber sido incluido.Hay muchísimas otras, en fin, que van integrando lo que en el futuro podría denominarse "Manual para desentrañar el código futbolero": una suerte de sociolecto que en tiempos mundialistas pueden ayudarnos a entender de qué demonios hablan los futbolistas cuando hablan. Será hasta la próxima, cuando volvamos a involucrarnos con reproches y broncas que se esconden detrás de sentencias encriptadas bajo el aparente aporreo de la lengua.(*) 1) Eco, Umberto. "La estrategia de la Ilusión" ("La cácharadeportiva" (pg. 242-243). Editorial Lumen