Amnistía para insurgentes
El primer ministro iraquí presenta un plan de reconciliación nacional
Las autoridades de Irak aclaran que este programa no significa una "recompensa para terroristas". La violencia no cesa en el país. Hoy murieron al menos trece personas.

El primer ministro iraquí Nuri al Maliki presentó este domingo ante el Parlamento un plan de reconciliación nacional que incluye una amnistía para insurgentes no implicados en crímenes ni en ataques terroristas.

Antes de detallar su plan, Maliki subrayó que sus propuestas no debían ser consideradas como una "recompensa a los terroristas". "No y mil veces no", exclamó.

"No hay tregua posible con los terroristas y seguidores de Saddam" Hussein, el presidente derrocado, indicó.

Enseguida, Maliki leyó su plan, que aparecía dividido en 24 puntos que prevén "dar amnistía a los detenidos que no hayan cometido crímenes, actos terroristas, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad".

El plan exige que las partes que integren el proceso político tomen una posición clara contra el terrorismo y los seguidores de Saddam Hussein.

"El plan está abierto a todos aquellos que quieran ingresar al proceso político para construir su país y salvar a su pueblo, mientras no hayan cometido crímenes", dijo Maliki.

"A aquellos que quieren construir y reconciliar, le extendemos nuestra mano con una rama de olivo para construir nuestra nación. A aquellos que insisten en la agresión, el terror y asesinato, lo enfrentaremos con firmeza para proteger a nuestro pueblo", agregó.

En general, el proyecto insiste en el respeto de los derechos humanos, llama a perseguir a los que los violen y prevé indemnizaciones contra las víctimas de actos terroristas.

Maliki llamó a evitar la influencia de los partidos políticos en las fuerzas armadas y a "resolver el problema de las milicias y grupos armados no autorizados en sus aspectos políticos, económicos y de seguridad".

El primer ministro explicó que la iniciativa, que inicialmente presentó el 6 de junio, estaría abierta solamente a los rebeldes que se hayan dado cuenta de la "inutilidad" de oponerse al proceso político que ha aprobado una nueva Constitución y que ha elegido un nuevo gobierno.

"Sabemos que hay un segmento que ha seguido el camino del diablo y fueron abrazados por las fuerzas oscuras y (...) seguirán cometiendo crímenes", indicó Maliki.

Representantes de grupos árabes sunitas, kurdos y chiítas apoyaron el plan. Anan al Dulaimi, jefe de bancada del grupo sunita, exigió la liberación de más detenidos.

Más violencia

Mientras tanto, la violencia no cesa. Al menos trece personas murieron hoy y otras 26 resultaron heridas en varios ataques de la insurgencia perpetrados en distintas partes de Irak, según informaron fuentes policiales iraquíes.

Tres iraquíes murieron por la explosión de un coche bomba en el centro de Bagdad mientras que otros cuatro fallecieron por un ataque insurgente a 125 kilómetros al norte de la capital iraquí, explicaron las fuentes.

Otras tres personas murieron y varias más resultaron heridas por la explosión de otro coche-bomba en Bagdad.

En Baquba, en el este de Irak, tres iraquíes, entre ellos un oficial de la policía, fallecieron en distintos ataques, según un comunicado de la oficina de coordinación conjunta de seguridad iraquí-estadounidense.

Otras fuentes policiales iraquíes afirmaron que al menos 19 civiles resultaron heridos en varios ataques perpetrados en una región a 170 kilómetros al norte de Bagdad.

Además, tres civiles resultaron heridos por un ataque lanzado por insurgentes en el norte de Baquba.

En el centro de Bagdad el estallido de un coche bomba causó heridas a cuatro personas. Ayer murieron al menos 26 personas en varios ataques registrados en distintos puntos de Irak.

Entre las víctimas se encuentra el general Musa Hatim al Hadidi, jefe de los servicios de inteligencia en la conflictiva ciudad de Kirkuk, cuyo control se disputan kurdos, sunitas y turcomanos.

Londres aplaude la decisión

El ministro británico de Defensa, Des Browne, calificó hoy de "enorme paso hacia adelante" el proyecto de reconciliación presentado por el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, que incluye un plan de amnistía.

Al Maliki anunció hoy en el Parlamento de Irak la formación de un "Consejo Nacional Supremo para el diálogo y la reconciliación", encargado de pilotear este proceso y que incluirá también líderes políticos, tribales y religiosos, además de profesores universitarios.

En declaraciones a la cadena británica BBC, Browne, que visitó Irak la semana pasada, admitió que el plan conllevaba "riesgos", pero precisó que ningún conflicto en el mundo se había resuelto sin tratar el asunto de la reconciliación.

"La reconciliación exige riesgos, ya sea en Sudáfrica, Irlanda del Norte o los Balcanes", señaló el titular británico de Defensa, para quien las autoridades iraquíes son conscientes de esos riegos y los debatirán antes de tomar decisiones.

A su juicio, los ciudadanos deberían "reconocer" que el plan de Al Maliki es "una indicación significativa" del progreso que el Gobierno de unidad nacional ha logrado en Irak.

"El hecho de que esos ministros estén ahora preparados para gobernar juntos, representando diversos intereses, para decir `abordemos el asunto de la reconciliación', supone un enorme paso hacia adelante", señaló el ministro.

Se inicia la retirada japonesa

Un convoy, formado por grandes camiones cargados con vehículos ligeros y otros pertrechos militares nipones, llegó hoy a Kuwait procedente de la base de Samawa, en el primer paso de la anunciada retirada japonesa de esa ciudad del sur iraquí.

La Agencia de Defensa de Japón, citada por la agencia de noticias Kyodo, informó de que el convoy con esos camiones contratados a una empresa privada partió de Samawa a primera hora con ese transporte de vehículos y material de trabajo utilizados en la base japonesa de esa ciudad de la provincia de Muthana.

El convoy viajó protegido por una escolta armada, pero el grueso de los 600 militares japoneses estacionados en Samawa permanece aún en esas instalaciones.

El pasado 20 de junio, el primer ministro nipón, Junichiro Koizumi, anunció la retirada militar del sur de Irak, donde las tropas niponas habían estado trabajando en la reconstrucción de esa localidad de Samawa desde principios del 2004.

Los efectivos nipones estacionados en Samawa tenían la prohibición expresa (determinada por la Constitución pacifista del país) de participar en acciones bélicas.

A pesar de ello, este despliegue de Irak ha sido la mayor misión militar enviada por Japón fuera de su territorio desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

La razón aducida por Koizumi para ordenar la retirada fue que el nuevo Gobierno iraquí ha obtenido ya las competencias de seguridad militar correspondientes a la provincia de Muthana, lo que cambia de raíz la situación de las fuerzas extranjeras allí estacionadas.

Hasta ahora, la protección de la base japonesa estaba a cargo de fuerzas británicas y australianas.

La retirada se refiere a los hombres y material despachados a Samawa, que se espera que concluya el próximo mes de julio.

Sin embargo, continuará el apoyo logístico con vuelos de transporte de tropas y mercancías que prestan los tres aviones C-130 y los 200 militares de las fuerzas aéreas niponas con base en Kuwait.

Koizumi adelantó que Japón aumentará esta capacidad desplegada en Kuwait para garantizar el transporte de personal militar y civil de Estados Unidos y la ONU, sobre todo como puente aéreo hacia Bagdad e Irbil (en el norte kurdo de Irak).

Durante el tiempo que han estado destacados en Samawa, los militares nipones han ayudado en la reconstrucción de escuelas y otros edificios, proporcionado medicinas y asistencia sanitaria a la población local, y trabajado en la potabilización del agua de algunos barrios.

Esta labor, sin embargo, no ha sido valorada tan positivamente por gran parte de la población japonesa, que desde un principio vio con recelos el apoyo sin condiciones de Koizumi al presidente de EEUU, George W. Bush, tras los ataques del 11 de septiembre de 2001.

En algunos momentos, hasta un 69 por ciento de los japoneses rechazó la presencia militar nipona en Irak debido al peligro que corrían las tropas y a la aparente vulneración de los principios básicos de la Constitución pacifista.

AFP/EFE