En Amenábar, esquina San José, se localiza La Guardia Vieja. Una panadería con amplia trayectoria que, desde hace 55 años, está abocada a la preparación de exquisiteces.
Allí, el equipo de Voces encontró a Herminia, una mujer que desde chica percibió en sus narices el aroma del pan recién horneado que hacía su padre y, de grande, el que preparaba su marido para que todos los santafesinos se deleitaran con él.
Todo empezó en el mismo lugar donde centenares de personas acuden hoy en búsqueda de vigilantes, medialunas, cañoncitos, sacramentos, mignones, sandwiches... y una infinidad de facturas y panes.
"Cuando comenzamos, ésta era una panadería más chica que con el paso del tiempo fue creciendo y se convirtió en una confitería. Hoy por hoy, considero que es un negocio importante, conocido y con cierto prestigio; logrado con esfuerzo, sacrificio y años de trabajo", dijo Herminia Vanoni de Pivato. Sin dejar al margen a quien fuera el fundador de La Guardia Vieja, su marido don Marino Pivato.
Pensar en la posibilidad de trasladar la panadería hacia otra zona de la ciudad, fue una de las opciones de la familia. Sin embargo, apostar al sur y no trasladarse fue lo que eligieron. Y en esa decisión, sin lugar a dudas, el recuerdo de quienes trabajaron y descubrieron únicas recetas pudo más que la veta comercial. "Fuimos localistas y no quisimos cambiar de lugar para quedarnos en donde empezó todo", dijo Herminia.
Pero los antecedentes de su padre, vinculados con los secretos de la industria panaderil, incidieron en la actividad que junto a su marido decidió emprender y en el nombre elegido para el local.
"Mi papá tenía en Colastiné Norte y en varios sectores de la ciudad, una panadería que se llamaba La Guardia. Y fue por eso que después decidimos denominar a la nuestra como La Guardia Vieja", contó.
La inundación de abril de 2003 marcó a la gente de San Lorenzo -como a tantas de otros barrios- de una manera terrible. Por eso, la respuesta de Herminia frente a una pregunta para evocar el tema fue clarísima: "No quiero hablar de eso. Sólo te digo que el agua llegó hasta el techo, tuvimos que tirar todo y volver a empezar".
Para muchos, y de acuerdo con una apreciación histórica, la vida del panadero es muy sacrificada. Sin embargo, Herminia sostuvo que "ya no es así" y que los avances tecnológicos en la rama de la producción, como ser la utilización de cámaras frigoríficas y de hornos especiales, "favorecieron a un proceso más llevadero y fácil". Sobre el horario de trabajo indicó que los empleados empiezan a la 0 hora y en turnos rotativos.
Infinitas son las exquisiteces y preparaciones de La Guardia Vieja. Sin embargo, Herminia señala a la elaboración de bocaditos de copetín, la sandwichería y las masas finas como la "especialidad de la casa".
Como un lugar humilde y de gente trabajadora definió nuestra entrevistada al sector de la ciudad donde levantó su emprendimiento con el propósito -hoy logrado- de que mejorara y fuera visitado por vecinos de otros barrios.
Resta decir que cuando volvimos a sacarle una foto a esta mujer que durante 55 años estuvo detrás del mostrador dijo: "No quiero dejar de recordar a mi esposo Marino y de decir que en estos momentos continúan mis hijos, Teresita y Alfonso Pivato, al frente de La Guardia Vieja".