| |
A lo largo de la historia, las fiestas se entendieron como verdaderos banquetes en honor a la abundancia, que reunían diferentes manjares y especias para deleitar. Aquello trascendió el tiempo y la comida es, aún hoy, la verdadera vedette de las fiestas. En las bodas, en especial, lo ideal es combinar sabores y texturas, aromas, colores y formas, que aporten distintos sabores y deleiten los cinco sentidos.
Siguiendo esta línea, y la impronta de una fiesta original que no repita estándares sino que represente a los novios en todos los detalles, la tendencia es romper con los menúes tradicionales y aventurarse a sabores exóticos que los novios elijan para agasajar a sus invitados.
Iris Bertoldi de Aragno inició su actividad en servicio gastronómico hace dieciséis años. Su trayectoria la lleva a opinar que "los santafesinos son personas muy tradicionales y, por lo general, eligen menúes sencillos, buscan `algo que le guste a todo el mundo'. Son pocos los que escogen platos que les agraden a ellos, por miedo de que no les guste a todos los invitados".
Con estas palabras de respaldo, es menester comentar que existen innumerables opciones para elaborar un menú que combine sabores tradicionales con otros más exóticos, para proponer una degustación original que salga de lo común y sea apetecible para todos.
Existen varias opciones para presentar la gastronomía en una fiesta. Por un lado, el servicio tradicional con menú de entrada, plato principal y postre.
Por otro, la mesa americana, que rompe con el estilo clásico de cena y propone la interacción de los invitados con distribución de los sabores en varias mesas, en islas temáticas o, incluso, la combinación de ambas opciones.
La alternativa clásica suele escoger como entrada un plato de fiambres, crepÉs de verdura o huevo con diferentes salsas: de quesos o a la pimienta, de verdura o frutos de mar.
En la primera opción se puede incluir un buffet froid -que puede ser con servicio de mesa-, copas de cóctel de aves, de blanco de pavita o de mariscos. La segunda propone mesas temáticas que aborden diferentes manjares en cada una: una invitación a los sabores de mar en todas su variantes, otra de pastas, una de verdura y la infaltable criolla con degustación de fiambres y panes saborizados. En ambos casos, cuando la entrada evita servirse en la mesa, propicia la interacción de los invitados que se integran a diferentes grupos y conversaciones.
Si bien la moda gastronómica propone un plato "minimal", los argentinos seguimos siendo de buen y abundante paladar, y nadie quiere dejar con hambre a sus invitados. Por esta razón, y más allá del estilo de fiesta y de una entrada abundante, siempre se recomienda servir un plato principal con servicio de mesa.
En este sentido, una variante al repetitivo menú de pollo, propone carré de cerdo, bondiola o lomo. Para acompañarlos, se puede servir con salsa de quesos o ciruelas, con salsa de hongos silvestres, de champignon a la crema o de verdeo. Las pastas con variedad de salsas son una buena alternativa para bolsillos acotados.
Por otra parte, el menú criollo combina diferentes platos que -si bien son de gusto común-, le imprimen un sentido a la fiesta, que deberá guiar la decoración del salón y otras cuestiones. Así, se puede ofrecer una degustación de quesos y fiambres con panes saborizados, empanadas y chacinados como entrada.
El plato principal puede ser costillar deshuesado -u otro corte de preferencia-, con variedad de ensaladas o papas rellenas de queso. Si bien este menú hoy no es de bajo costo, puede ser el más acorde para fiestas al mediodía o al aire libre.