Se redujo la superficie cultivada en la costa santafesina
La floricultura quedó en el olvido
Hace un tiempo, cerca de 40 productores perfumaban esta zona; sin embargo, hoy sólo quedan 10. La pérdida de rentabilidad, la caída de las ventas y la imposibilidad de exportar condujeron por este camino.

Ivana Zilli - [email protected]

La época dorada de la floricultura fue hace unos años atrás cuando el gladiolo, una flor muy buscada por la gente que la compraba para llevar al cementerio, era la vedette. Francisco Favaro fue testigo de estos tiempos cuando comenzaron a trabajar con las plantaciones de flores en Santa Rosa de Calchines (Santa Fe). En ese momento, "había un poco más de 40 productores", recordó con nostalgia el floricultor.

Desde hace 20 años cuando empezó a dedicarse a esta actividad hasta ahora, Favaro vio cómo, paso a paso, se fueron dando varios cambios. Tras la crisis económica y la pérdida del poder adquisitivo de los ciudadanos, el gladiolo empezó a dejar de ser buscado por los compradores. Esta situación generó una gran transformación en el sector: comenzaron a plantarse rosas, jazmines y margaritas; y muchos productores, poco a poco, abandonaron la actividad quedando hoy cerca de 10 floricultores en esta zona.

En un predio de 30 hectáreas, Favaro sólo trabaja 3 con floricultura a pesar de que en sus inicios llegó a hacer 50 hectáreas de gladiolo. "Hoy, la situación es difícil". La realidad económica generó "una disminución en las ventas y muchos tenemos que hacer varias actividades en el mismo establecimiento para mantenernos. Nosotros, por ejemplo, combinamos nuestro trabajo de floricultor con la ganadería".

Al momento de florecer

Desde la primavera se puede empezar a cosechar rosas y en octubre se recolectan los jazmines que sólo se mantienen durante un mes en la planta. Por esta razón, en esta etapa se necesita mucha gente para que las flores se saquen a tiempo y estén en condiciones de ser vendidas en los distintos centros de comercialización que hay en el país.

Una vez que se hace la recolección, las flores de este establecimiento son colocadas en dos cámaras que están dentro del mismo predio. Aquí, se enfrían a 4 grados de temperatura, se clasifican y empaquetan para luego ser trasladadas a los puntos de venta que existen en el ámbito nacional.

En las cámaras, las flores pueden guardarse entre 6 y 7 días; aunque, "intentamos dejarlas no más de dos para después venderlas".

En Campo del Medio, Favaro también cultiva algunas hectáreas con margaritas que son cosechadas entre mayo y octubre. Estas flores necesitan de 12 horas de luz para que salgan muy bien. Por eso, "cuando no hay suficiente luz natural, le otorgamos artificialmente"; y a la inversa, "si poseen una mayor cantidad de luz de la que necesitan, le damos sombra", comentó el productor.

A la hora de vender la producción, no existe un precio estándar como suele suceder con otras actividades agrícolas. Todo depende de la temporada del año que se esté transitando, de la calidad y del tamaño de cada flor.

Por ejemplo, en 2005, el productor vendía "los 100 jazmines a un promedio de $ 7". Mientras que durante el verano, "el paquete de 24 rosas se ubica entre los 4 y 8 pesos, de acuerdo a la calidad y al tamaño que tengan las flores; y el valor de la margarita está cerca de los $ 3". En esta época del año, son muchas las rosas que se tiran porque existe una gran oferta y, habitualmente, no se vende la totalidad de la producción.

Trabajo manual

Mantener bien abonada la tierra, mirar de cerca las plantaciones y tenerle paciencia a cada planta lleva su tiempo. "Se necesita mucha mano de obra intensiva y no hay sábado ni domingo para descansar porque cuando las flores están hay que cosecharlas". Es por eso que quince personas son las que durante todo el año trabajan en el establecimiento de Favaro realizando distintos trabajos (poda, recolección, empaque, traslado a las cámaras, etc.).

Se trata de un trabajo manual y, por esta razón, "cuando los jazmines, por ejemplo, empiezan a florecer tengo que incorporar más personal", reconoció Favaro.

Además, hay que estar atento al entorno porque "cuando en nuestra zona faltan flores compran la producción que viene de Brasil y de Colombia". Por este motivo, "nunca se debe levantar demasiado el precio porque sino empiezan a importar mercadería".

Para los floricultores locales, la exportación aún es una asignatura pendiente, ya que la escasa proporción de flores que se venden al exterior, sale de Escobar.

"No es fácil"

Sostener este tipo de actividad productiva "no es fácil". Hace unos años atrás, "el nivel de rentabilidad era mucho mejor"; sin embargo ahora, "estamos en una situación crítica".

Es decir, "en la época del gladiolo se obtenían ganancias"; mientras que en este momento, "nuestra rentabilidad es sólo del 15%".

Ante este escenario, sería muy interesante que "nos den una ayuda para poder exportar porque para hacerlo necesitamos de un mayor asesoramiento y agilidad en los trámites".

Por lo tanto, "hasta que no cambie el poder adquisitivo de la gente y se vea al mercado externo como un espacio interesante para vender nuestra mercadería, no habrá una solución", advirtió Favaro.

Mientras tanto, los que están dedicados a la floricultura, tienen que producir lo mejor, de la forma más sana posible y ofreciendo distintas variedades que sean muy atractivas a la vista. Y, en la medida que mejore el bolsillo de la gente y nuestras flores se puedan conocer en el mundo, se logrará recuperar a esta producción que, en el pasado, supo ganarse un espacio y aromatizar los campos de nuestra costa.