TEMA CENTRAL / DESTINOS
Reminiscencias de la colonia, con esplendor natural
: Internarse a caballo en los cerros que la bordean, es una de la opciones de La Constancia.. 

La Constancia: un rincón lleno de encanto. A siete kilómetros de San Javier, en Traslasierra, se despliega la magnificencia de la estancia que es sinónimo de perseverancia, placidez y buen gusto.

textos de Sol Lauría. fotos de Sol Lauría y gentileza Rusticae.

Seguramente María De la Plaza nunca hubiese imaginado, cuando llegó a lomo de mula a la casa con una habitación de paredes de adobe y techos de paja, que La Constancia se convertiría en lo que hoy es. La tuberculosis de su esposo, José María Arias Moreno, la obligó a pasar a la base del cerro más alto de Córdoba, en la Quebrada del Tigre, los fines de años y veranos desde 1895.

Hasta que acondicionó el camino para subir en auto, en 1920, esta porteña emprendedora se llegaba desde su ciudad con carros tirados por caballos y también a pie. El ámbito en que se movía no tenía el confort que actualmente presenta su casa transformada en hostería, pero prevalecía la generosidad de la naturaleza que aún hoy se despliega en las 1.200 hectáreas del entorno.

Quien quiera conocer este rincón idílico en la ladera oeste del Champaquí, tiene que llegar por el afín camino de las Altas Cumbres hasta San Javier. Nada desentona en el viaje y uno tiene la sensación de que las próximas visiones no podrán nunca superar la belleza inconmensurable que se abre a cada paso. Pero la naturaleza y la mano de los Dorado vuelven a sorprender 7 kilómetros después del pueblo cordobés, donde la gauchada siempre está a mano y se conserva el hechizo de las viejas costumbres.

Al llegar a la estancia, por un camino de tierra y en subida que entrega la visión de los valles de Traslasierra, la aparición de una iglesia de piedra produce el primer encuentro con una experiencia que, sin exagerar, es religiosa. Entonces, Luis Dorado explica que María De la Plaza inició la construcción de este oratorio en 1935 con mano de obra local y que, en honor a su santo predilecto, llamó San José. Los talladores del Vaticano lo inmortalizaron en una imagen de mármol de Carrara, al igual que otro venerado por la dueña de casa: San Francisco.

Unos pasos más allá, el portón abierto deja ver el cartel del frente: "La Constancia, 1895". Luis, ante la mirada absorta del visitante, sonríe sin contestar las interminables preguntas. No es indiferencia, la amabilidad es una manera de ser en los anfitriones, sino la certidumbre de que unos días en el lugar saciarán la incipiente curiosidad.

Ahora es mejor ir a regocijarse en la calidez y buen gusto que ofrece una de las nueve habitaciones, antes de disfrutar los suculentos manjares de campo. La abundancia de un primer plato, seguido de preparaciones que combinan productos de la zona con modernas técnicas, y los postres, son el complemento ideal del lugar. Pastas caseras con todo tipo de salsas, tostadas con pan recién amasado, risotto con hongos silvestres del lugar, conejos, pecarí, cordero, chivo... En fin, "de todo un poco". Aunque mucho y rico.

La naturaleza a pleno

La montaña está tan cerca que casi se mete por la ventana de las habitaciones, igual que el sonido del arroyo San Javier que bordea la casa.

Por eso, la opción de interrumpir el descanso de la lectura o la música con trekking y cabalgatas más que tentadora, es imperdible. La Quebrada llama a una caminata remontando el arroyo para, internándose en el denso bosque, acariciar un tabaquillo o recolectar las numerosas hierbas con un sinfín de propiedades que ofrecen las sierras. En verano, las ollas que van surgiendo a medida que se avanza son una convocatoria casi obligada al chapuzón. También se pueden avistar aves como el caburé, zorzal, mirlo, cóndor o águila blanca.

Los más audaces pueden trepar el Champaquí o practicar parapente en las cercanías de Merlo. Las cabalgatas sobre el cerro empinado, con caballos que se criaron en estos valles y están más duchos que muchos visitantes en escalar y descender, se admiten también para jinetes sin tanta experiencia. A pelo o con montura, se puede avanzar hasta el filo con un guía y preparar un asadito en la montaña o hacer algún pic nic de subida.

Claro que aquellos que sólo quieren recostarse en la tranquilidad del lugar, tienen variadas opciones. La pileta de natación de piedra, construida en el mismo arroyo, es una de las tantas alternativas que brinda La Constancia.

Como en casa

La herencia de María De la Plaza prevalece en espíritu y, sobre todo, constancia. Alicia Dorado, la depositaria del legado, desciende de la precursora que revolucionó el pueblo pero no tuvo hijos. Así, este rincón fue pasando del padre a los hijos hasta llegar a la actual dueña.

Aunque cuando Alicia y su marido compraron el establecimiento el objetivo era disfrutar de la placidez del lugar con su familia, finalmente decidieron compartir la encantadora experiencia. Pero Luis y su mujer, a pesar de hacer de su propia casa un emprendimiento hace cinco años, mantuvieron el ánimo que los llevó a quedarse con ella: que sea apacible y tranquila.

"Como en casa" es la sensación que los anfitriones procuran para los huéspedes. Y lo logran. La comodidad del mobiliario, de una calidez y buen gusto destacables, se amalgama con la amplitud del espacio, la variedad de opciones para un retiro apacible y la libertad para apropiarse de ellos sin resquemores.

"En los sillones te sentás y te hundís". La frase de Luis grafica y resume la vivencia que cada visitante tendrá en todo el espacio de La Constancia. No hay que preocuparse por nada más que gozar del encuentro con el ambiente y lo natural. En el living rodeado de fotos del recuerdo y revistas, se imponen el hogar y los mullidos asientos en los que siempre se encuentra a alguien tendido en la lectura. Lo mismo se vive en otra de las cuatro salas de estar, donde la atención la acaparan las decenas de películas y DVD, o la música. Un poco más allá, se puede improvisar un pool o ajedrez, acompañados por un buen trago que se obtendrá en la barra del salón bar.

El sol acaricia tan suavemente como la brisa cordobesa desde las galerías, que son el ámbito más propicio para las sobremesas del almuerzo. Mientras tanto, Borges, Milton, García Márquez, Bioy Casares, Virginia Wolf, Verbisnsky, María Esther de Miguel, Marcela Serrano y Marcos Aguinis, entre muchos otros, esperan en la biblioteca que algún visitante se digne a disfrutar de sus historias inventadas o ciertas.

En síntesis -aunque cualquier intento de acotar en pocas líneas tanta magnificencia es injusto-, el deleite de la organización feliz de todos los elementos que componen el paisaje interior de la estancia, coinciden con el panorama que puede observarse desde cada una de sus habitaciones.

En medio de la nada, o de todo, se entiende por qué el cartel de la entrada señala como toda denominación "La Constancia". Primero fue María De la Plaza y luego sus descendientes, los Dorado, los que hicieron posible el deseo. énicamente por la firmeza en el propósito, se pudo constituir en éste el lugar de la paz y el sosiego.

Pasaron muchos años, mucho tiempo que no es de olvido, entre el 1800 de María y el siglo XXI de Alicia y Luis. Sin embargo, La Constancia conserva patente en su aire, sus paredes y sus habitaciones, la sencillez de lo colonial, el encanto de su marco natural y la simplicidad de la gente de bien. Desde una de las varias fotografías colgadas, María De la Plaza sonríe con un guiño de complicidad a cada uno de los visitantes. El esfuerzo y la perseverancia valieron la pena.

Para el descanso y la acción

Traslasierra

La ruta 14 recorre, a través del zigzagueante camino de las Altas Cumbres, las bondades naturales de sus localidades plagadas de historia. Panaholma, Villa Cura Brochero, Mina Clavero, Nono, Las Rabonas, Los Hornillos, Villa de las Rosas, Las Tapias, San Javier-Yacanto, La Población, Travesía y La Paz, avanzan enmarcadas por bellas serranías y legados jesuíticos, ríos y arroyos; constituyendo la zona en una de las más agrestes de Córdoba.

Los pagos de la Patria chica, donde habitaron los Comechingones, ofrecen además de bosques autóctonos e innumerables senderos, la posibilidad de recostarse en un remanso de paz o sumergirse en la actividad. Senderismo, cabalgatas, ciclismo, travesías en 4x4, pesca, surcar los ríos y hasta escalar el Champaquí, son las opciones para los más inquietos.

Para los que sólo quieren descansar, las posibilidades son infinitas. Simplemente, disfrutar de la cocina autóctona, que varía entre parrilladas, chivito, humita en chala, quesos de cabra, dulces caseros, licores, quesos de cabra, conservas, frutas secas y dulces, "tabletas" (una especie de alfajor con una masa similar al pan casero), platos regados con un aceite de oliva elaborada en La Paz y Villa de Las Rosas, luego una sobremesa al aire libre apreciando el paisaje, saboreando los más variados tés con hierbas aromáticas y medicinales que crecen en la zona. También visitar a los artesanos que se nutren con la materia prima del lugar o las muestras y museos.

Lo que no se puede dejar de hacer es caminar por las calles de tierra de Nono, San Javier-Yacanto y La Paz, que conservan gran parte de la arquitectura de piedra, adobe y madera del 1800, y algunas de las costumbres de la época, como acercarse a caballo o en sulky hasta el almacén frente a la plaza principal para una picada al atardecer.

Memoria de piedra

La capilla de piedra, bautizada San José, se terminó de construir en el año 1935, con elementos aportados por el ámbito natural de la Quebrada.

Cómo llegar

Desde Córdoba, sólo restan 195 kilómetros para llegar a La Constancia. Si se viaja en auto, se debe seguir el Camino de las Altas Cumbres, tomar la ruta 14 en dirección a Villa Dolores hasta La Tapias y, nuevamente, el cruce a San Javier-Yacanto. En un tiempo estimado de 3 horas se arriba a la estancia.

Si se llega a Córdoba en colectivo, habrá que tomar en la terminal el expreso Villa Dolores, que tiene parada en la localidad de San Javier. La empresa Panaholma también recorre todas las poblaciones de Traslasierra, desde la terminal, cada media hora.

Rusticae

Para obtener más datos sobre la estancia y otras opciones similares en la Argentina, se puede visitar la página de Rusticae: www.rusticae.es. O bien comunicarse por e-mail escribiendo a [email protected] o llamar al (011) 43261699. Rusticae es una red de pequeños hoteles con carácter, que nuclea establecimientos y estancias que conservan el encanto y la singularidad. Otra opción es ver la página www.laconstancia.net.