Los goles se hacen en el arco de enfrente, pero...
Unión sabe que tiene una defensa que gana partidos
Al equipo se lo vio sólido, seguro y confiable. Tuvo muy buenos rendimientos del medio hacia atrás y no recibió goles en cuatro de los siete partidos que jugó. Y arriba, la dupla Rosales-Rami armó una jugada que abrió el resultado.

Uno se pregunta hasta qué punto se es "fiel" con las interpretaciones que se hacían de este Unión al comienzo del torneo. Y hasta dónde se pueden aumentar las exigencias y cuál es el punto en el que no se comete el grave pecado de "pasarse de bando" para transformar este proyecto en algo ambicioso y merecedor de resultados inmediatos cuando, en realidad, todos sabemos de antemano que este equipo, necesariamente, debe contar con el bálsamo protector de la paciencia y el no ejercicio de una presión desmedida y alejada de los parámetros lógicos, sinceros y justos.

Trullet habla de una etapa de transición. Y estoy absolutamente convencido de que es así. Transición para formar un equipo competitivo, para "probar" el rendimiento de los jugadores del club y para saber hasta qué punto se puede pelear por algo sin hacer inversiones (o gastos en realidad) desmedidos. El tema es que el equipo ya es competitivo; y el tema también es que hay una identidad tal que invita a pensar que esa transición de la que habla Trullet se está haciendo menos "traumática" de lo esperado.Como consecuencia lógica, todos se empiezan a ilusionar. Pero sabe una cosa: es el mismo plantel el que se ha creado una carcaza de protección contra cualquier intento desesperado de instalar falsas expectativas. Y eso es bueno, porque no sólo ayuda a poner los pies sobre la tierra, sino a demostrar que este plantel es, afuera de la cancha, igual que adentro: apuesta a la humildad y a la solidaridad, pero con la firme convicción de que tienen mucho por delante para ganar. Eso es hambre de gloria. Y uno siente, advierte, percibe, que este plantel la tiene.

Las razones del técnico

No se equivocaba Trullet cuando advertía que contaba, para él, con la mejor defensa del campeonato. Se la jugó, es verdad. Pero el rendimiento que están teniendo los de atrás confirman semejante aseveración del técnico. En siete partidos, hubo cuatro en los que a Unión no le hicieron goles; y uno en el que le marcaron un gol cuando ya ganaba 6 a 0 (contra Aldosivi). Basta con repasar estos números para darse cuenta de que no estaba errado el técnico. Y cuando se mira que esa defensa tiene tres integrantes y que ellos son Desvaux, Mosset y Vera, otrora jugadores suplentes o ni siquiera tenidos en cuenta y hasta descartados por otros técnicos, más todavía aumenta el gran valor que está teniendo esta campaña de Unión.

Está sólida en serio la defensa y ayer se la vio tremendamente segura. Inclusive, en un partido en el que otra vez el equipo adoleció de algo que resulta vital que encuentre: la posibilidad de tener la pelota más que el rival. Sin embargo, Instituto se estrelló una y otra vez contra una pared. Con Mosset sobresaliendo, pero con un rendimiento firme de los dos laderos y la enorme solidaridad y sacrificio del resto, empezando por Fontana y Zapata, que no anduvieron bien con la pelota pero dejaron absolutamente todo en la cancha para colaborar con los de atrás en la conformación de un bloque protector casi impenetrable.

El valor de ser eficaz

Unión tuvo los mismos síntomas del partido con Tiro aunque con una diferencia. Se sufrió más el martes pasado en Santa Fe porque enfrente hubo un equipo más agresivo. El de ayer fue un rival más liviano, que teniendo más la pelota que Unión en el primer tiempo, atacó menos. Y aquí es bueno resaltar la gran contundencia que está teniendo el equipo de Trullet, reflejada en el aprovechamiento de las situaciones. Hasta los 40 minutos del primer tiempo, Unión había tenido una sola jugada de gol, que terminó en gol: brillante maniobra individual de Rosales, toque sutil y definición con zurda de Rami. Después, en esa parte final, hubo dos revolcones de Carranza, primero ante un remate de Rosales y luego con un cabezazo de Mosset. Pero en ese lapso de casi 30 minutos, Unión se olvidó de atacar, pero mostró la virtud de saber cómo y dónde defenderse.

Es posible que el grave defecto se haya cometido en el primer cuarto de hora o algo más del segundo tiempo. Allí, dio la impresión de que Unión resignaba posiciones en el campo, lo dejaba venir a Instituto y quedaba partido entre un bloque decididamente concentrado en la contención y otro (el formado por Rosales, Rami y Lucas Martínez), partido y aislado del resto.

Ahí, Trullet metió dos cambios que se hicieron sentir rápidamente y cambiaron el curso del partido. Lo puso a Canuto por Sartor (que no jugó mal pero estaba amonestado) y al "Memo" Torres, que entró muy enchufado, por Lucas Martínez. Y por si todo esto fuera poco, pasó lo que todos sabían en la cancha que iba a pasar (la expulsión de un descontrolado Fioretto), y a 20 minutos del final estaba todo controlado: el trámite del partido, el resultado y la sensación de que Unión lo liquidaba con un gol más (que llegó luego de un claro penal en perjuicio del "Memo" que Mosset transformó en gol con exquisita definición) y hasta floreándose con mucho toqueteo y algunas insinuaciones que terminaron por transformar al propio arquero de Instituto en la figura de su equipo.

De atrás para adelante

Cuando arrancó el torneo, uno se imaginaba a un Unión agresivo y capaz de crear muchas situaciones de gol por partido. Se dio en el primero (ante Ben Hur) y con creces con Aldosivi. Después, hubo partidos -varios- en los que no abundaron las situaciones de peligro. Y hay razones: 1) la soledad en la que muchas veces juega Rosales (un jugador que está demostrando nivel de Primera División); y 2) la necesidad de encontrarle un socio que se junte con él desde el medio hacia arriba, y también que Battión asuma, porque puede hacerlo, su vital aporte en el manejo de la pelota.

Eso sí, Unión tiene sobrados motivos para justificar este protagonismo y un presente que entusiasma más de lo que muchos esperaba que ocurriese a esta altura de los hechos. La ya apuntada firmeza defensiva, la personalidad, el derroche de energías, la sensación de que se deja todo en la cancha, el orden y la solidaridad para ayudarse adentro de la cancha y para intentar jugar siempre aunque a veces las cosas no salgan. Es mucho. Demasiado para algo que todavía está en ciernes y que ya tiene respuestas muy serias. Tanto, que la gente grita por la vuelta a Primera y por ser campeones como en el "96 naturalmente, con mucha ilusión y convencida de que desde adentro de la cancha se transmite una imagen que la deja muy satisfecha.

Enrique Cruz (h)(Enviado Especial a Córdoba)