Los hinchas de Colón "escracharon" al agresor
La contra-reacción
Tras la suspensión del partido, tanto los palquistas como los plateístas sabaleros se mostraron muy molestos con el impulso tan desconcertante que tuvo el simpatizante que arrojó el proyectil. Algunos veteranos sentenciaron: "No tiene gollete".

Fue una mezcla de alegría y bronca, combinación explosiva que levantó la temperatura del repleto Brigadier López. Pero la ebullición de las sensaciones del hincha de Colón se dio tras la "macana" (grande, por cierto) que se mandó el simpatizante que arrojó el encendedor de la suspensión. Allí comenzó la contra-reacción, que reunió a toda la condena social habida y por haber de un estadio furioso.

Y luego, las voces de los muchos presentes, primero, tomaban el rumbo del desconcierto. Porque nadie entendía cómo el hincha pudo haber puesto en riesgo de tal manera a la institución de barrio Centenario. Además, ni el menos suspicaz comprendía qué quiso hacer el socio agresor.

En el rescate de los testimonios propios de los pasillos, las gradas y a la salida del estadio, los que ya peinan nieves grises dijeron: "No tiene gollete. No puede hacernos esto. Pero esos pelot... sólo se curan con una buena paliza y con la entrada prohibida a la cancha".

También estaban las mujeres, compañeras ellas, que del brazo del marido compartían su bronca: "íNo puede ser! Qué bolu... Encima, Colón iba ganando, con todo lo que se necesitaba eso".

En "primera fila"

Cerca de la medianoche, un socio de Colón llamó por teléfono y comentó el hecho. No quiso que se publique su nombre pero es oriundo de la ciudad de San Cristóbal, está a un paso de recibirse de abogado y anoche se ubicaba a un par de butacas del agresor. Primero ambientó la situación del conflicto: "Yo lo vi al vago. Estábamos con un amigo ahí nomás, cerquita, cuando el tipo se paró".

Luego, el hincha testigo de la acción relató: "Lo vimos en primera fila. Además todos los que estaban cerca lo vieron, pasa que uno solo se animó a pegarle o agarrarlo. Era uno medio pelado". Y siguió: "Después me pareció que se habían zafado un poco, porque vino otro vago y le dio una patada en la cabeza cuando ya estaba en el suelo".

Por último, este asociado sabalero que vio cómo se produjo el acto dañoso comentó: "Y el tipo se paró, agarró el encendedor, que era un Zippo, y se lo tiró al juez de línea. Pero, aparte de que está mal lo que hizo, el asistente no tenía nada que ver".

Análisis. �Qué se puede decir? Acá no hay mucho de confuso, sólo que un hincha se desentendió de su función de alentar, y respetar, para desatar la locura más peligrosa. En la que no tienen nada que ver la que pasión ni el sentir de los colores.

Ignacio Andreychuk[email protected]