El Papa Benedicto XVI afirmó que la fe cristiana nace de un encuentro personal con Jesús, durante la audiencia general celebrada en la Plaza de San Pedro el miércoles pasado y a la que acudieron cerca de 40.000 fieles.
"Nuestro conocimiento de Jesús necesita sobre todo una experiencia viva. El testimonio de los demás es importante pero tenemos que ser nosotros los implicados personalmente en una relación íntima y profunda con Jesús", explicó Benedicto XVI.
Siguiendo las catequesis sobre los apóstoles, el Pontífice recorrió la vida de Bartolomé o Natanael. El Papa explicó que su ejemplo refleja cómo "la adhesión a Jesús se puede vivir sin realizar obras extraordinarias".
La historia de Bartolomé sirvió al obispo de Roma para afirmar que "la libertad de Dios sorprende nuestras expectativas al encontrarle justo donde no nos lo esperamos".
El Papa Ratzinger también invitó a "no perder de vista nunca las dos dimensiones de Jesús, la divina y la humana, pues podemos correr el peligro de hacer de él un ser etéreo y evanescente si sólo reconocemos su colocación en la historia y nos olvidamos de su dimensión divina".
El Pontífice llamó asimismo "a consagrar por entero la vida a Cristo sobre todo durante la vida cotidiana".
Recordó que hoy se celebra San Francisco de Asís y pidió que la intercesión del santo ayude "a los jóvenes a proyectar el futuro en plena fidelidad con el Evangelio, a los enfermos a afrontar con valor el sufrimiento y dé a los nuevos matrimonios un amor siempre más generoso".
La audiencia se celebró mientras caía una ligera lluvia sobre Roma y Benedicto XVI, que tenía la voz ronca, tuvo a veces que interrumpir el discurso debido a algunos golpes de tos.
El Papa regresó al Vaticano después de haber pasado los dos últimos meses en su residencia veraniega de Castel Gandolfo (a unos 30 kilómetros de Roma).
Benedicto XVI se trasladó al Vaticano desde Castel Gandolfo en un helicóptero que aterrizó en el helipuerto vaticano, ubicado en los Jardines Vaticanos y desde allí se trasladó a la plaza de San Pedro.
Antes de llegar al recinto, bendijo una estatua de la santa española Genoveva Torres Morales, canonizada por el Papa Juan Pablo II durante su último viaje a España en mayo del 2003.
Santa Genoveva Torres Morales nació en Almenara (Castellón; este de España) el día 3 de enero de 1870 y falleció el 5 de enero de 1956, y fue la fundadora de la congregación de las Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Santos Ángeles, conocidas como Angélicas.
La estatua ha sido colocada en un nicho externo de la parte posterior de la basílica de San Pedro, donde en los últimos años han sido colocadas otras estatuas de santos, entre ellas la del fundador del Opus Dei, el español José María Escrivá de Balaguer.
También ha sido colocada otra de la santa española María Josefa del Corazón de Jesús (Josefa Sancho de Guerra), de la chilena Teresa de los Andes, de santa Brígida de Suecia, de santa Catalina de Siena y de san Marcelino Champagnat.
Las hornacinas de la parte exterior de la basílica fueron destinadas por Juan Pablo II a esculturas de santos y fundadores de nuestro tiempo.
(EFE)