Un abuelo italiano con muchas curiosidades
Familia Porrini.

La santotomesina Rita Bonfanti realizó un aporte sobre la historia de su abuelo materno, Enrico, quien partió de Milán para desempeñarse como bancario en Buenos Aires y luego fuera industrial y sindicalista. Textos de Rita Bonfanti.

esde hace unos años me he propuesto rescatar y compilar las historias y las vivencia de mis abuelos y abuelas inmigrantes, que se animaron a dejar su tierra italiana para comenzar un nuevo destino en tierras argentinas. Mis abuelos paternos fueron Alejandro Bonfanti y Josefa Panseri y los maternos Enrico Porrini y Juana Colombo.

No tuve la suerte de disfrutar los abuelos varones de ambas ramas, puesto que cuando yo nací en 1928 ninguno de los dos vivía. Sin embargo, conocí a la abuela Josefa en un viaje a Capital Federal cuando yo tenía aproximadamente 5 ó 6 años y la encontré postrada en una cama, muy viejecita ella, paralítica.>

De mi otra abuela, Juana Colombo, sí puedo decir que la conocí un poco más aunque siempre desde la distancia Capital Federal-Santa Fe. Esta abuela -`mamá Juanina'- estuvo muy guapa y desenvuelta hasta sus 94 ó 95 años.>

Había sido una experta modista, perfeccionada hacia la alta costura y muy buena en el arte culinario de Milán. Mi madre contaba que la abuela, en Buenos Aires, cosía sus elegantes vestidos y trajes, que mandaba por ferrocarril a Santo Tomé. Nuestra tradición oral mantuvo esos rasgos permanentemente. Llevo sus genes: en mi tercera edad me convencí de que podía diseñar ropa y tener habilidades con la aguja porque lo había heredado de la abuela Juanina, y tengo habilidades para hacer abundante comida con escasos recursos, especialmente en estas épocas de crisis.>

El abuelo bancario

Mi abuelo Enrico Porrini no fue obrero sino administrativo. Llegó a Buenos Aires como empleado de la banca italiana. Él tenía su esposa en Milán, una gran modista con quien no tuvo hijos. Tenía un taller de alta costura, en donde trabajaba una ayudanta de costura, Giovannina, muy joven (que después resultaría ser mi abuela). La señora de Enrico se enfermó de tuberculosis y como no había remedios todavía, Giovannina la cuidó como si fuera su hija, sin pensar que se podía contagiar la enfermedad, desinteresadamente.

La esposa de Enrico, antes de morir, le dijo que no quedara solo, que se casara con Giovannina, lo que hizo, tras el duelo. Deben haber estado dos años o más casados, en Milán y después ya tenían el varón y ella luego estaba embarazada de mi madre, cuando él partió a Argentina. Como muchos inmigrantes, mi abuelo prometió trabajar duro en América y mandarle cuanto antes el pasaje para traerlos.>

Mi madre, Rita Porrini Colombo de Bonfanti, aprendió a caminar en el vapor de la travesía entre los puertos de Génova y Buenos Aires, donde festejó su primer cumpleaños. Su papá, mi abuelo materno, la conoció recién al arribar a suelo argentino.>

Además de ser bancario, mi abuelo compró con un primo una fábrica de muebles de hierro y bronce, llamada Rossi-Porrini, sucesores de José Rossi y hermanos, dato que descubrí muchos años después en Bariloche. Hicieron la araña del Congreso de la Nación y conservo papeles con membrete de la `Antigua Fábrica de Muebles de Hierro Rossi-Porrini'.>

Miradas cómplices

Mi abuela fue ama de casa y en Argentina nació su última hija, Emilia, pero no dejó de cultivar sus dos habilidades: la alta costura y el arte culinario del norte de Italia. Sin embargo, no faltaron vacaciones en la cuidad veraniega de Mar del Plata, y recuerdo haber visto fotos de ella con su hija Emilia y su nieta Nélida por la Rambla.

Ninguno de mis cuatro abuelos regresó a Italia. Según mis padres, todos recordaban melancólicamente ese hermoso país que habían dejado en busca de un destino mejor para sus hijos. Tampoco mi padre Alfonso Ricardo Bonfanti pudo viajar a Italia, al principio por ser desertor, ya que lo habían intimado para regresar y hacer el servicio militar y él no se había presentado.>

En su vejez hablaba de que en algún momento con mi madre irían a visitar Olginate y Milán. Falleció el 5 de agosto de 1947, a los 73 años, y mi madre lo sobrevive hasta 1980, emprendiendo el viaje a la eternidad a los 91.>

Cómo se conocen mis padres es otro capítulo romántico. La casa y su familia de la clase media lindaba con la fábrica de aceite del tío Cayetano Bonfanti, razón por la cual el peoncito Alfonso miraba todos los días a la niña Rita que amorosamente veía con su padre, Enrique Porrini, salir del brazo porque la acompañaba a la escuela y la cuidaba como una joya.>

No calentar la silla

Mi papá se fijó en la belleza de mi mamá, en el señorío que tenía. Durante el noviazgo hay escritos con recuerdos maravillosos, que conservo. Cuando fue a hablar con mi abuela -N. de la R.: contó graciosamente esa anécdota en italiano, marcando las frases precisas que podría haber dicho su abuelo en aquella ocasión- se reúne toda la familia: su esposo y los otros dos hijos, Héctor y Emilia, para presentarles formalmente al `pretendiente' de la señorita Rita.

Tras aceptar la proposición de ser novia de su hija, mi abuela Juanita le advirtió que no iba a venir a `calentar la silla', y que en dos años se haría el casamiento con su hija. Mi abuela le preguntó a mi mamá si lo conocía y si alguna vez habían hablado, a lo que contestó que nunca lo había visto pero contó que él le tiraba desde hacía un tiempo piedritas a su ventana con cartitas. Era una cosa romántica y linda. Fue algo de avanzada que se hubieran elegido entre ellos porque era muy común entre los inmigrantes reunir a hijos de familias conocidas, sin haberse siquiera conocido, a veces.>

Se casaron el 24 de mayo de 1911, en el templo de Balvanera y la fotografía de la boda está en el Museo Histórico Prof. Andrés Roverano, de Santo Tomé. La noche de bodas transcurrió en un hotel de la Avenida de Mayo y los novios desde el balcón presenciaron el gran desfile del Aniversario de la Revolución.>

Vivieron cuatro años en Buenos Aires porque él se siguió dedicando a ser obrero en la fábrica de su tío. Las monjas del colegio donde había ido mamá querían que fuera religiosa y aparte se dedicó a hacer ajuares de las niñas de la sociedad porteña. Era hermoso verla bordando en blanco sobre telas blancas, sobre un bastidor de pie, siempre con las manos impecables.>

Luego, los hermanos Bonfanti decidieron comprar la fábrica santotomesina a José Maciá y le propusieron a mi papá que se viniera a vivir acá. Se vinieron en 1915, los dos. Ella decía que había estado 10 años sin tener hijos pero se confundía porque fueron 12 años, ya que en 1923 nació mi hermana Beba, en el 26 mi hermano y en el 28, yo. En esos 12 años, ella crió un varón (Ismael) y su hermana de Santo Tomé, de apellido Richard, y posteriormente yo hice lo mismo con mis dos nenas en el cariño, que Dios me mandó".>

Un álbum, muchos recuerdos

Rita Bonfanti guarda muchos recuerdos de su familia, prolijamente ordenados en un compacto álbum de fotos. Documentos familiares, papeles comerciales, libreta de matrimonio de sus padres, recortes periodísticos y fotos antiguas, entre otros, son algunos de los elementos que refuerzan y confirman las historias que guarda impecablemente en su memoria.

Un elemento que aprecia mucho es un papel que plasma una de las últimas firmas de su mamá, quien murió en 1980, a los 91 años (había nacido en 1888). Además, agregó otro recuerdo cariñoso: el viaje a Italia junto a su mamá y su hermana, en 1950. "Fuimos a Milán a buscar la casa en donde ella había nacido y también a conocer el pueblo de mi padre (Olginate)".>

Para finalizar, cabe mencionar que en su escrito concluye asegurando que "a pesar de mis años, el recuerdo de esta novela de amor de mis abuelos se mantiene nítida en mi memoria porque mi madre fue una mujer que comunicaba fácilmente sus vivencias y -naturalmente- mi niñez fue muy feliz escuchando todos sus relatos".>

Orgullo de familia

Ejemplo. Rita Bonfanti pudo acceder a unos recortes de una publicación (en italiano) en donde se reflejaba la personalidad de Enrico Porrini, su abuelo, escrita en ocasión de su fallecimiento -alrededor de 1926- por miembros de la Sociedad Italiana de Buenos Aires, a la que perteneció durante más de 20 años.

"Era de la vieja guardia y todos lo amaban por su naturaleza dulce, por su rectitud y amor a la Sociedad a la que pertenecía. Daba a todos el ejemplo de diligencia, desempeño y caridad. No era un pasional sino que razonaba. Era un mutualista ferviente. Desempeñaba cargos de mucha responsabilidad. Era director de la escuela de esa Sociedad y miembro de otras italianas. Murió el 9 de agosto, a los 74 años. Murió el buen Porrini, el hombre que dio su corazón profundamente bueno al más puro afecto a la familia y a la asistencia social".>

En otro recorte se expresa lo siguiente: "Fue un gran patriota, sostenedor del mutualismo, y con su experiencia y el interés de los problemas de nuestra institución se especializó en el campo de la enseñanza, dejando testimonios de rectitud. La noticia de su muerte ha ocasionado gran pena en los que conocíamos a Porrini, provocando profundo dolor". Al parecer, su tumba está en el cementerio de Buenos Aires y recibió las exequias de la colectividad italiana con todas las honras.>