Estudio en la ciudad de Buenos Aires
El exceso de semáforos y señales mal dispuestas son perjudiciales
Algunas señales de tránsito, dispositivos como semáforos y medidas tendientes a dar mayor seguridad resultan contraproducentes, por errores de diseño o mala implementación, en especial en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, advirtieron expertos.

Los especialistas coincidieron en que la principal causa de los accidentes es la ignorancia o desatención del conductor, pero puntualizaron que muchas medidas de seguridad vial, por no estar bien implementadas, aumentan la cantidad de siniestros.

Los semáforos -en Buenos Aires son unos 3.600-, a veces en lugar de ordenar el tránsito lo dificultan, porque concentran la atención y la responsabilidad de los conductores en un solo elemento, lo que genera que los accidentes más graves ocurran en cruces con semáforos. >

"En la comunidad piden permanentemente semáforos. Es como la salvación, pero a medida que seguimos colocándolos los accidentes no bajan y de hecho aumentan, siendo los más graves los que ocurren en esquinas con semáforos", indicó Oscar Fariña, director de Señalización Luminosa de la ciudad.>

El motivo, explicó, es que "si no hay semáforos uno cruza con mayores recaudos. Ante su presencia uno no está atento a ninguna otra señal y si alguien la viola, el choque es mucho más grave".>

Más problemas

En el conurbano, esto se hace más evidente porque se utilizan semáforos aislados, que no forman una cadena de referencia que ayuda al conductor a calcular los tiempos de cada luz, porque aparecen sólo en las esquinas donde ocurrieron varios choques.

Al respecto, el director del Centro de Altos Estudios de las Ciencias del Tránsito de la Universidad Tecnológica Nacional, Nelson Bustos, señaló que "son muy peligrosos, porque el conductor no sabe el ciclo de cambio de luces al no haber otra lente como referencia. No sabe cuánto verde le queda y fija la vista en la lente sin mirar al entorno, incluso acelerando".>

"En estos lugares se ponen semáforos por presión social y no se hacen estudios sobre el impacto que van a tener. Ante un siniestro, vecinos reclaman su colocación y no queda más remedio que hacerlo", explicó.>

Esos cruces se tornan más peligrosos, pues al ser los únicos con semáforo en el barrio no se respetan o porque de noche son liberados por temor a robos y el hábito de no tener que parar se proyecta luego durante el día.>

Rotondas sin respeto

Una alternativa seductora que no funcionó hasta ahora fueron las rotondas, que deben ser de flujo libre y sin semáforos e implican que tiene prioridad quien marcha por "la glorieta" y no quien ingresa en ella, algo que nadie sabe o respeta.

Lo mismo sucede con otras señales que no sólo no se cumplen sino que además se implementan mal, ya sean reglamentarias, que prohíben algo; preventivas, que avisan lo que espera al conductor, o meramente informativas.>

"El señalamiento a nivel país no se respeta en general. Muchas localidades inventan sus propias señales, pero hay un sistema que está definido por el anexo L de la Ley de Tránsito (24.449) y debiera ser respetado", afirmó Osvaldo Storani, ex director General de Tránsito y Transporte porteño.>

"En general el problema es que el conductor no respeta la ley, pero tampoco hay quien controle al Estado. La autoridad a veces comete errores. Ahí viene el problema. Hay contradicciones o errores", aseguró Storani, que describió algunos de los ejemplos.>

La "cola de pez", terminación metálica curvada al final de las protecciones de las autopistas, "es el filo de un cuchillo que se puede meter en el parabrisas. Está prohibido y acá se usa", afirmó.>

También criticó los barriles de arena que se acumulan en determinados puntos de autopistas para disminuir el impacto en caso de choque, pues por estar mal diseñados se vuelven una trampa "similar a un paredón".>

"Son necesarias las señales, pero si no son respetadas o bien implementadas terminan siendo peor que nada", concluyó el especialista.>

Problemas de interpretaciones

En las calles y autopistas porteñas y del conurbano bonaerense se puede comprobar cómo semáforos, rotondas y protecciones aumentan los riesgos en el tránsito si están mal implementadas o interpretadas.

Además del componente pasivo que introducen los semáforos en el conductor, que concentra allí su atención y responsabilidad, otras medidas de seguridad vial y señales de tránsito son perjudiciales si no se tiene en cuenta su impacto en el ambiente y en un conductor casi siempre ignorante.

La rotonda, solución estética al ordenamiento del tránsito a la hora de renunciar a los semáforos, se vuelve caótica si quien conduce ignora quién tiene la prioridad de paso, que corresponde al que circula en la rotonda y no a quien ingresa, como ocurre en Thames y Fleming, junto al Hipódromo de San Isidro.

Una alternativa suele ser la "rotonda partida", que sí utiliza semáforos, pero es un solución "precaria que no funciona, por la geometría inadecuada a estos dispositivos", aseguró Oscar Fariña, especialista en tránsito.

Vicente López utiliza un sistema de anuncio luminoso que detecta cuando un automóvil avanza hacia una esquina, pero no está probado ni regulado, lo que a lo largo de calles poco concurridas se une con semáforos aislados que probablemente nadie respeta, explicó Nelson Bustos, otro experto.

Algunas autopistas tienen una barrera rígida al costado de la vía, llamada New Jersey, para que quien se sale del eje de la calzada pueda volver, pero siguen un diseño de hace 30 años y pueden ser traspasadas por los automóviles, por lo que su altura tendría que ser del doble de la actual.

Los barriles de arena, atiborrados en comienzos de bifurcaciones de autopistas, como en la General Paz, se convierten en un paredón si no se sigue un diseño muy específico.

"Los primeros van con menos peso que los últimos y con la arena a partir de un cierto nivel, formando una serie de obstáculos sucesivos, no agrupados juntos como se los pone acá porque es como chocar contra un bloque de cemento", explicó otro especialista, Osvaldo Storani.

En Cabildo y General Paz, junto a un puesto de control policial, hay barriles de acero, "una barbaridad, porque si los chocás salen disparados como una bala de cañón. Deben ser de material rompible", señaló.

En la Avenida Figueroa Alcorta, junto al velódromo porteño, la protección lateral se interrumpe en cada árbol y no sirve, "porque uno se choca con el árbol o hacia el árbol. La protección debe ser continua", advirtió el especialista.

Télam