Un paso hacia la calidad democrática

Por Laura Alonso, especial para la Red de Diarios en Periodismo Social. (*)

Sabemos que cada cuatro años elegimos presidente y vicepresidente de la Nación, renovamos la Cámara de Diputados de la Nación por mitades y el Senado nacional por tercios. También sabemos que las veintitrés provincias, la Ciudad de Buenos Aires y los municipios elegimos gobernadores, legisladores, intendentes y concejales. Sin embargo, nunca sabemos con antelación suficiente qué día se realizará la elección. ¿Por qué? Porque fijar el día de la elección es facultad del titular del Poder Ejecutivo - nacional o provincial. Esta prerrogativa concentra todavía más el poder en manos del presidente y los gobernadores y lamentablemente posee un impacto negativo en la calidad democrática.

La previsibilidad es una señal de madurez de los sistemas democráticos presidencialistas. Como los mandatos de los gobernantes son fijos, es posible establecer con antelación una fecha de elecciones: el tercer domingo de octubre cada dos años para elecciones nacionales, el primer domingo de mayo para gobernador y legisladores provinciales en una provincia y otra fecha, en otra. Una ley nacional y leyes provinciales pueden regularlo. No es muy difícil.>

Hacer previsible al sistema con la fijación de una fecha para la realización de elecciones permite, entre otras cosas, que los actores involucrados en el proceso electoral organicemos "nuestra agenda". Cuando la fecha es fija, los electores tenemos tiempo suficiente para informarnos sobre las diversas opciones electorales, los partidos políticos tienen tiempo para seleccionar a sus candidatos, desarrollar plataformas y propuestas atractivas, recolectar fondos para financiar sus campañas y reclutar militantes y voluntarios que los apoyen en el proceso. Los costos bajan, la calidad e intensidad de la vida cívica mejora.>

Como la Argentina es un país federal, los Estados provinciales son autónomos. Históricamente las provincias elegían autoridades provinciales y municipales el mismo día de las elecciones nacionales. Esto producía ahorros en la organización de las elecciones aunque también favorecía el fenómeno de arrastre de la elección presidencial.>

Lo que proponemos aquí es dejar de vivir de sobresalto en sobresalto. Hoy "creemos" que el tercer domingo de octubre elegiremos presidente y vicepresidente (en primera vuelta), diputados nacionales y senadores nacionales. Sin embargo, no hay ningún decreto presidencial vigente que convoque a la rueda electoral nacional de 2007. Las elecciones pueden ser en octubre, marzo, abril o noviembre, o sea, cuando mejor le convenga a la autoridad convocante. Esto podría producir un efecto negativo en la igualdad de oportunidades en la competencia electoral para los partidos que no están en el gobierno y en el nivel de información de los electores lesionando la calidad de la democracia. >

Una ley del Congreso fijando una fecha para las elecciones nacionales puede resolver esta situación. En las provincias, las Legislaturas tienen algo por hacer al respecto. >

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(*) Directora ejecutiva Fundación Poder Ciudadano>