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"La dama de las Camelias"

"-Señor -pregunta el narrador al guardia que vigila que nadie robe los costosos objetos en subasta que llenan los cuartos de una cortesana que acaba de morir-, ¿podría decirme el nombre de la persona que vivía aquí?

"-La señorita Marguerite Gautier".>

El narrador la ha visto a veces "yirando" por los Champs-Élysées, y la describe: "En un óvalo de una gracia indescriptible, ponga usted unos ojos negros rematados en unas cejas de un arco tan puro que parecía pintado; he aquí esos ojos de grandes pestañas que, cuando descendían, arrojaban sombra sobre la rosada tez de las mejillas; trace usted una fina nariz, recta, espiritual, de narinas algo abiertas por una aspiración ardiente hacia la vida sensual; dibuje una boca regular, cuyos labios se abrían graciosamente sobre unos dientes blancos como la leche; coloree la piel con ese terciopelo que cubre los duraznos que no han sido tocados por mano alguna, y tendrá usted el conjunto de esa cabeza encantadora". Agrega que había sido la querida de los jóvenes más elegantes. Le decían "La Dama de las Camelias".>

Como escribe en el prólogo de la edición que acaba de publicar Losada, Ariel Dilon (a cargo también de la traducción), "éste, el relato de su pasión, redención y muerte por un amor que todo el dinero del mundo no habría podido comprar, pero que el dinero, principio simbólico de los intercambios sociales, logró efectivamente hundir en la desesperación y el olvido".>

"La Dama de las Camelias", de Alexandre Dumas (hijo), nació como novela (1848), luego fue un drama (1852) y, tras dar pie a la célebre ópera de Giuseppe Verdi, "La traviata" (1853), fue la base para versiones cinematográficas como la de 1911, interpretada por Sarah Bernhardt, o la dirigida por George Cukor, con Greta Garbo, y también de numerosas puestas coreográficas.