Toco y me voy
íLa tabla del inodoro!
Las diferentes posiciones de la tabla del inodoro en una casa forman parte de un clásico y son una de las imputaciones más comunes que los hombres recibimos en cualquier disputa hogareña. No sé si al tema hay que bajarle o subirle el tono.

Texto: Néstor Fenoglio

Más importante que saber las tablas de multiplicar es conocer las cambiantes posiciones de la tabla del inodoro. Vos podés andar por la vida sin dominar la tabla del ocho o tartamudear ante la del nueve o del siete, pero más vale que aprendas rápido cómo va la tabla del inodoro antes de, durante y después de. Se te va la vida en ello.

Es que el tema es un clásico en cualquier discusión sobre las diferencias de género: nosotros esgrimimos que las muy cretinas no tienen por qué usar nuestra "exclusiva" maquinita de afeitar y ellas que no tienen por qué sentarse en una tabla mojada, y nótese con qué fineza abordo el tema, un tema que es arduo y que literalmente salpica con su complejidad a quien lo trata.>

Es más: circula por Internet, entre los chistes feministas que nos atribuyen torpeza, primitivismo y otras cualidades, el de nuestro supino desconocimiento sobre el íntimo funcionamiento de la tabla del inodoro y nos proponen, qué chicas más graciosas, hacer un curso práctico y teórico de levantamiento de tabla previo a la pishada.>

La tabla del inodoro tiene también connotaciones éticas y de comportamiento: todavía hoy en el campo, ya sin sutileza alguna, te piden que no le defeques la tabla (y los gringos no usan la fina palabra defecar, lo aclaro por las dudas), como una forma de decirte que no le falles o no lo compliques al señor.>

Conforme pasan los años, la posición de la tabla varía, pero su funcionamiento básico constaría, prima facie, de tres posiciones: levantada por completo, bajada por completo o, comienzan las complicaciones, levantada la tapa pero baja la asentadera o como se llame el semicírculo en el que te sentás, en el que apoyás las asentaderas, ancas, ano.>

Cuando sos chiquito, y empezás a dejar los pañales y a pedir para hacer pis, tu madre, nada menos, "la" mujer, te festeja que aciertes el chorrito más o menos en el inodoro, sin hacer alusión alguna a la tabla o al anillo. Parece que las chicas son perversas, porque en tu estadio formativo no te dicen nada ni te cuestionan que salpiques. Al contrario, te aplauden.>

Pero después, guay que exista una morosa gotita sospechosa en el anillo de la tapa del inodoro, porque eso (en un lugar donde por otra parte está lleno de gotas todo el tiempo: esa es tu gota mijito -mingitorio- y no de la ducha) es causal de divorcio o un capítulo entero en la consulta con el psicólogo que intentará salvar tu pareja, si es que puede zanjar las posiciones correctas de la tabla y la propiedad de la maquinita de afeitar.>

Pero resulta que quizás dominaste la posición requerida a fuerza de sopapos y castraciones que riñen con la despreocupada pishada inicial; supongamos que de verdad entendiste que tenés que levantar la tapa, pishar, tirar la cadena y luego bajarla nuevamente; las cosas vuelven a cambiar con un chico en tu casa, pues en algún momento la criatura zampará su tierna cabecita y remojará su masita en esa taza gigante.>

Así que de ahí en más, la tabla estará baja de nuevo todo el tiempo, y levantarás en ausencia del pequeño para seguir luego las prácticas adquiridas. Se complica.>

Porque los inodoros con mochila (y no haré ningún chiste fácil al respecto) conllevan la perversidad de que la tabla no queda levantada sola y de pronto se cae. Uno, que ya está en posición (esto es: con los lompas a media asta y apuntando bien, como los clavadistas mejicanos), de golpe debe inclinarse para atajar esa guillotina, con lo cual encima acerca el objeto peligrosamente al punto de impacto.>

El mecanismo parece el de las trampas para cazar lauchas, y encima con la laucha in praesentia (sígase notando la fineza general de este artículo) con lo que hay bastantes más riesgos para una pareja que el de una mera disputa verbal.>

Y no pienso hablar (no voy a regalar temas que puedo abordar en otro toco y me voy, �verdad?) de los usos alternativos para la tabla, desde elevador de las exigentes puristas que no tienen empacho para verse las sandalias en el espejito del lavabo, hasta improvisada tabla de planchar.>

En fin, que hay tantas posiciones de tabla, que bien podría editarse un tabla sutra. Para mí hay que barajar y dar de nuevo. Hacer tabula rasa y arrancar otra vez de cero, desde el sapiente pozo en el fondo que no te complicaba con tabla alguna. Yo no sé qué posición tienen ustedes en este tema.>

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