Sergio Ferrer-Natalia Spais
La historia del Club Unión Volantes Ford T comenzó en 1956, cuando un grupo de amigos, todos amantes de los "fierros", se unió con el objetivo de conformar una entidad para organizar las primeras carreras de automóviles Ford T, también llamados "cafeteras" o Ford "a bigotes". Éstas eran realizadas en plena zona urbana de la ciudad, en un circuito que comenzaba en Obispo Gelabert y continuaba por Iriondo, en las inmediaciones de la aceitera de la familia Bonfantti; luego seguía por Sarmiento y llegaba hasta Castelli, para desarrollar así cada vuelta. Los primeros Ford T venían de fábrica y, para las competencias, se acondicionaban quitándoles los guardabarros, la carrocería y colocándoles un asiento sobre el chasis, más un tanque de nafta acoplado en la parte trasera. En 1961, gracias al trabajo de la comisión directiva, el club automotor adquirió el terreno para construir su sede, la cual fue fundada oficialmente el 10 de octubre de ese año, en Gaboto 1651, edificio que conserva hasta estos días.
Ya por esa época, las carreras empezaron a realizarse de forma más organizada, con una comisión fiscalizadora, comisario deportivo, un reglamento para los motores y las carrocerías; los coches pasaron a ser monoplazas o monopostos -ocupados por una persona- y se preparaban en talleres particulares. Tomás "Pajarito" Suárez ponía su voz inconfundible en cada relato y Catino Aguirre retrataba a los pilotos con su cámara. Fue por eso mismo, también, que el circuito santotomesino se trasladó a la zona de los cuarteles, donde hoy se ubica Adelina Este, debido a que los coches ya tenían su velocidad y alcanzaban, en la pista, hasta 120 kilómetros.
Cada participante tenía su hinchada y, como las carreras se hacían los domingos o feriados, en cada competencia se reunían 3.000, 4.000 personas. La pista debía estar comprendida por un piso afirmado, con diferentes curvas y un perímetro de entre 1.000 y 1.500 metros, más los boxes para poder hacer las reparaciones de los coches entre serie y serie. Fue entonces cuando se empezó a hacer un calendario anual. En virtud del mismo, se les ofrecía a clubes de distintos pueblos de la provincia una fecha para realizar la carrera.>
Respetando estas reglas de juego, por así decirlo, las competencias -la gran mayoría, en circuitos callejeros- se hicieron realmente famosas y se extendieron hasta Santa Fe, Franck, Las Tunas, Sauce Viejo, San Agustín, San Carlos Sur, Esperanza, Felicia, Clucellas, López (antes llamada Rigby), Monte Vera, Maciel, Larrechea, Sastre, Serodino, Coronda, Bernardo de Irigoyen, Oliveros, Oncativo, Villa Cañás, Colonia Belgrano, Humboldt, Recreo, Progreso, Matilde, San Jerónimo Norte, Humberto Primero, Pilar, San Lorenzo, Gálvez y Gessler.>
Olinto Alberto Ghirardi, conocido por todos como "Cacho", no sólo es uno de los corredores más recordados, sino que, además, fue uno de los socios fundadores e integrante de la comisión directiva y contó a nuestro medio: "Empecé a correr en el año 1962, con el coche que preparábamos en el taller y que, en un principio, corrió Valerio Píccoli; continuamente teníamos problemas, puesto que eran fierros bastantes viejos". Ghirardi, vicecampeón de la 1963, compitió durante tres períodos; de quince carreras, ganó dos y salió segundo en siete oportunidades. "El secreto era sencillo; el que contaba con más dinero para gastar, era el que tenía más posibilidades de ganar, ya que podía conseguir repuestos nuevos, más seguros", explicó nuestro entrevistado, que llegó a competir en la época en que participaban, por nombrar sólo algunos, el mencionado Píccoli, José Burckardt, Humberto Romagnoli, Anselmo Schmidhalter, Ricardo Husser, Santiago Cafaro, Onelio Coggiola, Evelio Cerliani -procedente de Matilde-, Juan Notta y Orfilio Denipotti.
"Entre los talleristas nos ayudábamos entre todos; uno se ocupaba de los frenos; otro, del motor; otro, de las ruedas..., amén de los asados que se hacían mientras se trabajaba", recordó "Cacho", quien también confesó que muchas veces era imprescindible la colaboración de los familiares para poner a punto "los fierros". "Como mi hermano Ricardo tenía un camión y compraba el aceite en tambores, cuando necesitaba para echarle al motor, lo surtía de allí; lo sacaba sin pedírselo. Pero después se enteraba porque me acompañaba a las carreras e, incluso, me ayudaba a preparar el auto", añadió al respecto. Otro hermano de "Cacho" también aportaba lo suyo: "José, que en ese momento trabajaba en San Vicente, en una fábrica de cosechadoras, venía siempre en su auto a ver las competencias; antes de empezar a correr, le levantábamos el coche y le sacábamos las cubiertas, que siempre eran de primera; entonces, él temía más por las ruedas que por el auto, porque si algo les pasaba no se podía volver".>
Luis Juan Granatti es el presidente del Club Unión Volantes Ford T desde hace siete años. En diálogo con Diario El Litoral y aprovechando una recorrida por las instalaciones de la entidad, expresó: "Actualmente, nuestra institución cuenta con un comedor y un salón que se alquila para eventos familiares como casamientos, cumpleaños y otras fiestas, cuyo espacio tiene una capacidad para 250 personas y desde este año cuenta con aire acondicionado, además de grandes ventiladores; por otra parte, el club se caracteriza por su impecable sala de juegos, donde se emplazan dos mesas de billar; cinco mesas con sus respectivas sillas, donde los espectadores pueden sentarse a tomar algo, ventiladores, estufas y una salida de emergencia".
"La sala de juegos es visitada a diario por diez, doce personas; yo vivo prácticamente en el club; vengo todos los días y aunque no practique ningún juego, me gusta quedarme a observar a quienes vienen a diario, todas las noches, a jugar, ya sea al billar o al casín", continuó don Luis, quien a su vez recordó que el club le alquila las instalaciones de su planta alta a la biblioteca municipal Antonio Colón, recinto muy visitado por cierto. Por último, a la hora de sintetizar las necesidades de la entidad que preside -la que supo escribir una página importante de la historia deportiva de la ciudad de Santo Tomé-, Granatti expresó: "La falta de aficionados es una de las carencias de hoy; necesitamos que venga gente, porque sólo contamos con cuarenta, cincuenta socios, no más".
Buen servidor
Entre los años 1903 y 1908, en Estados Unidos, Henry Ford y sus ingenieros desarrollaron diecinueve coches diferentes, designando a cada uno de ellos una letra del alfabeto. Así fue que surgió el modelo T, presentado oficialmente el 1° de octubre de 1908, fecha a partir de la cual obtendría la aprobación de millones de propietarios, quienes lo apodaron "La lata Lizzie", puesto que Lizzie era el nombre utilizado coloquialmente para designar a un buen y fiel servidor. En 1925, con la producción del modelo T, Ford inauguró su primera planta en Latinoamérica; al poco tiempo, debido a la creciente demanda, la planta -ubicada en Buenos Aires-, debió ser ampliada, llegando a contar con 1.500 empleados.