Mora Cordeu.
En el libro "Daniel Viglietti, desalambrando", recientemente publicado por la editorial Seix Barral, el emblemático artista oriental toma una postura particular para prestarse al diálogo con el autor. "Me aparto del amigo, del poeta con el que trabajo tantas veces a dos voces, y simplemente señalo mi emoción que el maestro Mario Benedetti haya escrito este trabajo sobre mí", apunta el músico.
"Siento que formo parte de un personaje colectivo, una suma de gente hermosa que tuvo la capacidad de jugarse la vida por una idea de libertad, de igualdad, una idea de vida `desalambrada' si aludimos a esta canción que tiene tanto que ver con el libro", arriesga en un intento por capturarse a sí mismo.
Ese personaje colectivo, "esa hermosura de gentes", como las nombra Daniel Viglietti (Montevideo, 1939), "muchas dieron la vida, otras se la jugaron en varias etapas y pasaron por situaciones límites y, cuando digo esto, desbordo el mapita que se llama Uruguay y siento todo como una comarca: América Latina".
"Cuba, naturalmente que fue una referencia ineludible -evoca Viglietti-. Mi generación tomó conciencia a partir del '59 de que se podía hacer la revolución con nuestra lengua, con nuestra cultura, con nuestras ideas, sin necesidad de importar un libro rojo, que también teníamos que leer".
El artista uruguayo aclara: "hay canciones que se van reconceptualizando y antes de cantar casi siempre menciono el origen, porque a veces uno canta algo que tuvo una intensísima vigencia en la década del 60 y del 70 y hoy no la tiene. Lo que no quiere decir que me arrepienta o las guarde en un cajón, las reubico como documentos de un momento histórico dado".
"Me refiero a canciones como `Sólo digo compañero' -ejemplifica Viglietti-, que es una canción emblemática y en un momento dice: `perder la paciencia y sólo encontrarla en la puntería camarada'. Quiero decir: eso en un momento dado es opinable pero es un momento histórico muy preciso, no quiero confusiones".
Sin embargo, el músico advierte que "son casos aislados en el resto, puesto que las canciones siguen latiendo. Asumo todo lo escrito, no me arrepiento ni de lo pensado, ni de lo hecho, ni de lo errado".
"Yo me siento de algún modo transparente, a través mío se ven muchas cosas. Cuando estoy cantando el escenario está lleno de gente que no se ve: Soledad Barrett, Camilo Torres, el Che Guevara y tantos anónimos luchadores -enumera Daniel Viglietti-, personajes que se dibujan en canciones como Ana Clara o la negrita Martina, `que hay que dormirla para que se despierte con más conciencia", describe.
En su generación, "no había tantas canciones que se metieran con la vida de la sociedad. Por eso todos se fijan mucho en `A desalambrar', `Muchacha'..., se piensa en ese estilo de canción porque había un vacío. Hubo adelantos de (Atahualpa) Yupanqui y esa hermana mayor que fue Violeta Parra".
"En el 61 digo en `Canción para mi América', `dale tu mano al indio'. No quiere decir que yo haya inventado eso, pero es una aproximación a lo indígena no habitual y menos en un país donde los indios fueron exterminados. No olvidemos esto", exhorta.
"Cuando hablo de canciones humanas, estoy salvando una parte del repertorio que también lo asumo. Son canciones de amor, paisajistas, canciones del río, de cuna... ", rescata el artista, que se presentará en septiembre en distintos lugares del país.
-�Cómo fue el exilio?
-El hecho de no poder volver es muy duro, sin duda hay mucha literatura al respecto, pero yo señalo que traté de no encerrarme en la caparazón. Comunicarme mucho con los demás y aprender.
Así sintetiza el músico esa etapa de su vida, que se inició en 1973 y se extendió hasta 1984. "El exilio tuvo un costado de escuela porque fue encontrarse con Yupanqui o con Pete Seeger en Estados Unidos y una cantidad de gente sin currículum, pero con una actitud solidaria", resalta.
En Europa se cruzaba con otras causas, "con lo que pasaba en la Argentina, en Chile, y de pronto saltaba a Angola, donde había unas jornadas contra la dictadura uruguaya y contra el apartheid a la vez. Argelia, Túnez, Venezuela, México y Puerto Rico, que fue un descubrimiento enorme, porque ahí encontré `A desalambrar' versionado en salsa y se bailaba".
"En el exilio me nació una hija, Trilce, y encontré a mi actual compañera, Lourdes, hubo muchas cosas afectivas. Los amores que contengo como dice `Por ellos canto', son tantos y tantos...".