DESTINOS
Hoy vas a entrar en mi pasado
Cacho, de profesión pulpero, vive en la habitación de atrás de la Pulpería.. 

Mercedes, provincia de Buenos Aires. La Pulpería de Cacho di Catarina es, según los mercedinos, la última que mantiene sus características intactas. Para su dueño, se trata de un legado familiar y una apuesta a la argentinidad. textos y foto de Josefina Gómez

Como un presagio del destino, el pasado de la vida de Cacho di Catarina comenzó un 9 de julio de 1946 en la ciudad de Mercedes, Buenos Aires. Esa fecha patria encontró a doña Figenia María Pérez en trabajo de parto y, como era uso y costumbre en la zona, allí mismo, en la habitación de atrás de la pulpería, en el mismo lugar donde ella había nacido, se escucharon los primeros gritos de Roberto di Catarina.

En ese instante de felicidad, Figenia y Domingo no esperaban nada extraordinario de su hijo, ni siquiera soñaban con lo que hoy es una realidad. Sesenta y un años después Cacho di Catarina lucha por mantener viva la memoria del pasado.

La Pulpería de Mercedes

Una sola razón me impulsaba a visitar el lugar: la referencia de que allí se encontraba, como una estoica sobreviviente de un tiempo que pasó. La única pulpería "viva" de la Argentina. Al llegar, es inevitable la emoción íEstá viva!, demostrando que es posible percibir las historias que resisten el paso del tiempo suspendidas en el aire.

Vestido de gaucho, de camisa celeste y con chaleco y bombacha celestes también, Don Cacho se acerca para conversar un rato. "Yo nací en esta misma pulpería, en la pieza que está acá atrás, mi hermana Aída también", dice, como si fuera necesario justificar su pertenencia al lugar. "Desde entonces aquí vivo. Fui a la escuela acá cerca y después de la escuela pasábamos el día entero en el patio o acá mismo, en el salón".

Las huellas del paso del tiempo, ésas que alguna vez vimos en alguna película o que "armamos" en nuestra mente al leer el Martín Fierro, son en la Pulpería de Cacho un pasado que se hace presente. En las paredes, son testigos privilegiados los recuerdos de casi cien años de historia: guantes de boxeo, botines de fútbol, publicidades viejas y estanterías llenas hasta el techo de botellas con etiquetas ilegibles que nadie ha tocado en noventa y pico de años.

Frases populares, fotos viejas, una colección de todos los tipos de billetes que pasaron por La Pulpería y un reglamento de truco en un librito pequeño con hojas amarillentas que, como testigo del paso de los años, resisten para aclarar las dudas que los trasnochados tienen cuando se juegan esos eternos campeonatos de cartas. Casi un museo gauchesco, pero con una gran ventaja: allí es posible ver el pasado, pero conjugar cada acción en tiempo presente.

El escenario

El olor del lugar es muy particular e intenso. Humedad y frescura se mezclan con una inevitable sensación de nostalgia. Se percibe en el ambiente que en ese reducido espacio, aún siguen vigentes valores de otros tiempos. La sonrisa amplia, la mano franca... "La gente antes era diferente, era más sencilla. Antes era toda gente grande, no había juventud; después fue eso, antes no podía haber menores de 18 años en estos lugares. A la gente mayor se la respetaba distinto", recuerda Don Cacho.

Hubo un tiempo en el que los parroquianos se acercaban allí no sólo a tomar algunas copas, también se podían comprar provisiones porque la Pulpería funcionaba como un almacén de ramos generales. Don Cacho asegura, además, ser un precursor en el "reparto a domicilio", cuando era chico, algunos vecinos del pueblo se acercaban a la Pulpería y hacían su pedido de alimentos. Cacho iba después con su padre a hacer el reparto de mercadería. Un sótano, que hoy está vacío, era el lugar donde se acopiaban los recursos que luego se vendían a los clientes de turno.

Una garita erigida en honor al Gaucho Gil marca el latir del lugar desde el flanco izquierdo. La mitad es de material, el resto de alambre improvisado. Cuelgan allí recuerdos transformados en banderas, placas, zapatos, pelo, ropa y cintas rojas, en agradecimiento a un santo profano que en ese lugar jamás desentona.

El paso obligado

En el momento de su fundación, La Pulpería estaba lejos de Mercedes. De hecho, la ruta 41 pasaba por allí y después construyeron otra de asfalto. Desde entonces, el paisaje del lugar cambió mucho. "Los que venían eran del pueblo, pero antes era gente de paso también la que paraba acá, hoy son casi todos turistas. Es poca la gente que siempre viene y con ellos a veces se organizan guitarreadas y torneos de truco".

Hoy las mesas se colman de visitantes que, con sus miradas asombradas y curiosas, se sumergen en el clima del lugar. En las fechas patrias (como el cumpleaños de Cacho), la gente se acerca para compartir comidas típicas. Se celebra allí la tradición argentina con especial devoción: una imagen de Nuestra Señora de Luján fue traída en procesión en una de las fiestas y, desde entonces, forma parte del lugar.

Ilustres y desconocidos

Por la Pulpería de Cacho pasó en un tiempo gente muy conocida. Uno de los frecuentes visitantes del lugar era el renombrado Juan Moreira, de quien se conserva en las paredes, el pedido de captura original de agosto de 1869. En esa época lo describían como "un sujeto de 28 años, estatura regular, color blanco colorado, pelo rubio, barba muy rala y ojos pardos, que viste chiripá y monta un caballo colorado malacara".

Años después fue el escenario donde se filmó la película que relata la vida de Moreira, donde Cacho di Catarina hizo de pulpero en su propia pulpería. Como prueba de tan histórico acontecimiento cuelga en una de las paredes el afiche de promoción del filme.

En cuanto a los desconocidos, La Pulpería es el lugar indicado para los amantes de las guitarreadas sin fin. Es suficiente acercarse con guitarra o acordeona, comenzar los primeros acordes, prenderse a la voz prestada de alguien o pedir alguna canción al guitarrero de turno.

Inundaciones y un presente distinto

Don Cacho recuerda que azotaron el lugar 48 inundaciones. "El río Luján desbordaba, algunas veces el agua me tapaba hasta el cuello. Nos hemos fundido tantas veces que ni me acuerdo. Pero gracias al sacrificio que ha hecho uno de levantarse es que hoy estamos así".

"Hemos pasado momentos difíciles, en que se iba perdiendo la gente que siempre venía, pero después se fue renovando con la juventud. Además, la Pulpería se hizo conocida y fue cambiando con todo eso. Fue una idea mía mantenerlo igual, nunca quise renovar nada por el que dirán, a mi eso no me importa, la conservo igual y, si te gusta, mejor".

Cuando recuerda el pasado, sus ojos se llenan de memorias, las guarda como un precioso tesoro y con una sonrisa en el rostro se brinda sincero, como supieron hacerlo sus antepasados.

Hoy cree que su vida seguirá siempre en la misma senda, peleando por el pasado que quiere conservar intacto, no con la nostalgia de un tiempo que ya pasó, sino con la certeza de que mantener vivo el pasado es un modo de mostrar en el presente, que el Martín Fierro no fue sólo un libro. Y sus palabras son el mejor final: "No sé qué va a ser de la pulpería sin mí, no sé...habrá que dejarle el legado a alguien para que siga la historia".

La historia en nombres

Antes del último pulpero

La construcción se mantiene original y se remonta hacia 1830. Es de paredes de ladrillos de 45 cm asentados en barro. El techo es de ladrillos con tirantes de pinotea, tierra (para aplacar el calor) y chapas.

No se sabe quién fue su primer dueño. Don Cacho recuerda que en 1868 fue adquirida por don Buenabentura Céspedes, a quien le siguieron otros apellidos, como García, Setula y Respuela, hasta el año 1900. Los señores Boero y De Luca administraron el lugar hasta que don Salvador Pérez Méndez, de origen español y abuelo de Cacho Di Catarina, inicia en 1910 una tradición familiar que pronto cumplirá cien años.

En 1930 La Pulpería es comprada por los padres de Cacho, don Domingo Antonio Di Catarina y su esposa, doña Figenia María Pérez. Es en ese momento que se la reconoce como La Pulpería del Puente Di Catarina.

En 1959 fallece Domingo y el lugar pasa a manos de su hijo, Roberto "Cacho" Di Catarina, quien se autodefine como el último pulpero y como el continuador de una tradición casi centenaria.

Cómo llegar

La Pulpería queda en el cruce de las calles Chile y Avda. 29, a metros del puente sobre el río Luján (antes lo llamaban puente Di Catarina).

Se accede a Mercedes por la ruta nacional 5. Se ingresa a la ciudad hasta encontrar la estación de servicio YPF; luego doblar a la derecha y continuar por esa calle hasta que se termina el asfalto. Allí comienza un camino de tierra y La Pulpería se encuentra 400 mts más delante, a mano izquierda.

Qué pedir

El día de mayor actividad gauchesca es el domingo, pero La Pulpería abre todos los días desde las 11, hasta la medianoche. No existe un menú impreso. Se puede comer empanadas (de carne y fritas), picada de salame mercedino, queso y pan y asado (con reserva a los teléfonos 02324-421816 ó 156-99913). Para beber: gaseosa, cerveza, vino o caña siempre acompañado con maní con cáscara.

Pasado el mediodía se suceden en el lugar cantores con guitarras y se organizan partidos de cartas (truco, tute) y dados.

Atractivos extra

La Pulpería cuenta con una agrupación gaucha formada el 6 de febrero de 1995, la que concurre a distintos desfiles cívico-militares y fiestas que se celebran en Mercedes y sus alrededores. Está integrada, en su mayoría, por jóvenes que asisten a La Pulpería.