Viena recuerda a Wilhelm Reich, padre de la revolución sexual

Luis Lidón (EFE)

Murió desacreditado, en el olvido de una miserable cárcel en los EE.UU., pero sin los libros del psicoanalista Wilhelm Reich sobre la liberación sexual sería muy difícil entender gran parte de la segunda mitad del siglo XX.

La vida de este pionero, excéntrico y controvertido científico se recuerda en Viena con varios eventos culturales entre los que destaca la exposición "Sex! Pol! Energy!" del Museo Judío, que coincide con los 50 años de su muerte.

"Muchos documentos, hasta ahora inaccesibles, se hacen públicos por primera vez con esta exposición", aseguró el director, Karl Albrecht-Weinberger, al presentar las 300 piezas de la exposición, abierta hasta el próximo 9 de marzo.

En la muestra se puede ver el trabajo de Reich (1897-1957), nacido en la localidad de Dobrzanica, en la región de Galicia, al este de la monarquía austro-húngara, con fotografías, algunos de sus inventos y diversos documentos como cartas, que, como si fuera un puzzle, permiten reconstruir su agitada vida.

"Una sexualidad libre de imposiciones externas" era uno de sus objetivos, explicó Birgit Johler, la comisaria de la exposición, para aclarar sus críticas a la moral sexual burguesa, la represión familiar y las estructuras patriarcales.

Para los jóvenes del '68 se convirtió en el reverenciado "padre de la revolución sexual", el cantautor Bob Dylan lo cita en una canción y para la generación beat fue una lectura imprescindible.

Algunas de sus obras sobre el papel represor de la sociedad, como "Psicología de masas del fascismo" o "La función del orgasmo" se convirtieron en el alimento espiritual de jóvenes que introdujeron cambios radicales en el pensamiento y la política.

Ya en la década de los años '20 empezó a hilvanar en Viena una teoría en la que unía el marxismo, el psicoanálisis y la teorías sexuales en una mezcla que a algunos de sus amigos les pareció indigesta y por la que le dieron la espalda.

Su mentor, Freud, se fue alejando de él en la medida que sus teorías se iban distanciando de las suyas y definían la neurosis como un problema social generalizado debido a la represión sexual.

Sus libros ardieron en Berlín en 1933 en las hogueras del fanatismo nazi, pero para los comunistas ortodoxos sus teorías también iban demasiado lejos.

En 1930 llegó a Berlín y se afilió al Partido Comunista Alemán, con el que organizó una asociación de "Política Sexual para el Proletariado'.

Fundó dentro de este proyecto clínicas para generalizar la higiene sexual, facilitar la distribución gratuita de preservativos, el control de natalidad y luchar contra las enfermedades venéreas.

Sus ideas a favor del aborto, del divorcio, de la libre elección de la orientación sexual y del reconocimiento de las uniones libres eran casi un tabú en la época. Algunos jerarcas comunistas lo acusaron de "tratar de convertir el partido en un burdel", lo que precipitó su expulsión de la formación en 1934.

Pero antes empezó un largo exilio con la llegada de los nazis al poder en Alemania en 1933, y antes de recalar en 1939 en los Estados Unidos, residió en Dinamarca y Suecia.

Su estancia en los Estados Unidos marca una inflexión en sus ideas, que lo alejan de las teorías más tradicionales, y allí "descubre" lo que definió como "orgón", una especie de fuerza vital que estaba contenida en toda la materia.

Construyó "acumuladores de orgones", unas cajas de distinto material con las que pretendía captar esa energía y tratar a enfermos de cáncer. Sus teoría se fueron volviendo cada vez más esotéricas, hasta incluir incluso elementos extraterrestres como parte de sus ideas.

Algunos de sus colaboradores más cercanos y su tercera mujer, Ilse Ollendorf, aseguraron que padecía de paranoia, otros de sus antiguos colegas europeos, emigrados a los EE.UU., se burlaron de su trabajo y lo tacharon de charlatán.

Cuando con uno de sus inventos, un "cloudbuster", pretendió hacer llover sobre el desierto proyectando "orgones" sobre las nubes con una especie de cañones, a las autoridades de EE.UU., en plena "caza de brujas", les pareció demasiado. Las actividades de Reich, extranjero, marxista y teórico de la liberación sexual, eran más que sospechosas.

Tras no ir a las primeras citaciones por construir sus "acumuladores de orgones" sin patente, el tribunal le condenó a dos años de cárcel por desacato, ordenó destruir sus inventos, y por segunda vez, se quemaron sus obras.