A cuarenta años de su aparición, se acaba de lanzar la tercera versión del "Diccionario del uso del español" de María Moliner, una obra de referencia clave de la lengua, que en esta ocasión ofrece 12.000 términos nuevos sobre un total de 94.000 entradas, entre ellos "chat", "boludo", "berreta" y "blog".
Hace apenas nueve años que el María Moliner sufrió su última actualización, pero si antes un diccionario podía sobrevivir inalterable durante décadas sin que esto implicase una merma en su vigencia, hoy el avance acelerado de la tecnología amenaza con volver casi obsoletas aquellas obras que no acusen una revisión de relativa frecuencia.
"Diccionarios de estas características necesitan hoy una actualización periódica cada ocho o diez años, porque la lengua es un ente en constante evolución y por lo tanto el diccionario debe adaptarse a esa evolución", señaló el supervisor de la obra, Joaquín Dacosta.
De esta manera, voces tan actuales como "chat", "SMS" o "ADSL" aparecen inmortalizadas en la nueva versión del diccionario, que además incorpora expresiones como "violencia de género" o "salir del armario" y hasta gentilicios de extrema familiaridad en la Argentina, como "berreta", "bochar" o "bacán".
"En esta edición se ha incorporado un gran número de términos procedentes de Latinoamérica, entre ellos unos 2.000 de la Argentina -indicó. La información que tenemos del lenguaje argentino va siendo cada vez más solvente y cada vez hay más fuentes que aportan datos para que puedan ser incorporados".
�Qué itinerario básico debe seguir un nuevo vocablo para ser incorporado? "El criterio fundamental es su presencia en el uso: para cualquier inclusión nos basamos en que una expresión esté documentada en determinados textos o incluso en la lengua oral, y además que demuestren una permanencia en el tiempo", dijo Dacosta.
"Hoy estamos ante un proceso de aceleración histórica evidente, ya que dado el inmenso desarrollo de las comunicaciones, los cambios adquieren difusión mucho más rápido que antes: una palabra nueva asociada a una acepción nueva cunde enseguida porque hay muchos medios de comunicación que la difunden", analizó.
Según Dacosta, "el exceso de información no asimilada puede ser fuente de incultura o provocar un cierto grado de barbarie. En ese sentido, el diccionario puede contribuir a que esa información se asimile y se ponga en orden".
La nueva edición del María Moliner mantiene los mismos principios y parte de la estructura que han caracterizado las dos ediciones anteriores (1967 y 1998), aunque ha sido sometido a un proceso de actualización en los contenidos y a cambios formales que han facilitado la consulta.
Además de sus 94.000 entradas y 190.000 acepciones, la obra presenta nuevos bloques de sinónimos, dos nuevos apéndices -uno de topónimos y gentilicios, formado por dos listas de unos 6.000 registros cada una, y otro de abreviaturas y símbolos de uso general- y varios cambios tipográficos.
�Cuánto dice un diccionario acerca de los hábitos y normas de una sociedad? "Supone un filtro normativo en el uso del lenguaje. Es verdad que los diccionarios modernos tienen un sentido de la norma más amplio que antes, pero cuando una palabra se incluye está aceptada en el uso y eso supone un filtro normativo", aseguró Dacosta.
"De hecho, se acude al diccionario buscando muchas veces qué es lo correcto y cuál es la forma adecuada de una palabra frente a lo que es el caos o la ebullición de una palabra en el uso: si se escribe con acento, cómo se adapta un extranjerismo al castellano, etcétera", ejemplificó.
Julieta Grosso (Télam)