Cultura: CULT-01
CARLOS Y NICOLÁS SORÍN EN SANTA FE
Las artes y la sangre
El padre, Carlos, es director de cine y se hizo famoso y reconocido en todo el mundo por "Historias mínimas", "El perro" y "El camino de San Diego". Nicolás, su hijo, tiene una promisoria carrera como autor: musicalizó esos films y vino a la ciudad a presentar cuatro obras dirigiendo la Santa Fe Jazz Ensamble. El Litoral dialogó con él. Juntos dieron, además, una conferencia en la sede el Pozo de la UNL.

Estanislao Giménez Corte[email protected]

Además de algunos rasgos minimizados en uno y acentuados en otro por la misma causa, el tiempo, Carlos (64) y Nicolás Sorín (29), padre e hijo, comparten el gusto y la dedicación por el arte. En cine el primero, en música el segundo, consagrado uno, en ciernes y de prometedora carrera el segundo, los Sorín se han arriesgado a trabajar juntos en tres películas y, pese a lo arduas que pueden ser las relaciones paterno-filiales, obtuvieron resultados por demás satisfactorios. Carlos escribió y dirigió "Historias Mínimas" (2002), "El perro" (2004) y "El camino de San Diego" (2006). A las tres les puso música Nicolás, y fueron distinguidas unánimemente por la crítica, el público y las entidades que dispensan reconocimientos, en una ecuación harto dificultosa de conseguir.

Nicolás llegó a Santa Fe el domingo de la semana pasada, de madrugada, para participar como autor y director musical de uno de los eventos más esperados del 11° Festival de Jazz de la ciudad: el estreno en el Municipal, el pasado jueves 13, de cuatro obras breves compuestas por el joven expresamente para big band e interpretadas en su momento en los Estados Unidos. El recital se desarrolló el pasado jueves, con excelente presencia de público.

Entretanto, padre e hijo compartieron una conferencia en las instalaciones de la UNL en el Pozo, el miércoles 12, en la cual conversaron sobre cine y música y, desprovistos de papel y arrojados a la anécdota sobre su propia producción, ejemplificaron e ilustraron el trabajo realizado en los tres largometrajes mencionados (ver aparte).

Antes de todo ello, El Litoral dialogó con el compositor respecto de la naturaleza de su trabajo, sus gustos, la pertenencia (o inexistencia de pertenencia) a géneros y escuelas, su formación y sus proyectos hacia adelante. Lo que sigue es una síntesis de esa conversación.

IRREVERENCIA POSITIVA

-¿Qué características centrales tienen las obras que presentaste junto a la Santa Fe Jazz Ensamble? y ¿supone una dificultad especial escribir para big band?-Son cuatro obras escritas entre el ï99 y el 2002, bastante viejas. Cuando las escribí tenía 21 años. Y lo problemático era que yo había ido al jazz sin saber lo que era el jazz. Escuchaba música clásica y rock. Y música argentina. No tenía ni idea... -¿Y llegaste instintivamente a este tipo de obra?-Creo que sí. Luego me alejé de eso. Escuché Duke Ellington y todo, pero yo no me quería meter ahí realmente. Aunque sí (pretendía), hacer algo relacionando la música argentina y la sinfónica, quizás utilizando la improvisación y todos los aspectos sonoros de una big band de jazz. Fue algo que se dio solo, no muy pensado. Fue un poco por eso: por una ignorancia o una suerte de irreverencia a la escuela del jazz. -Se me ocurre que esa irreverencia o ignorancia puede haber sido algo positivo también: quizás de lo contrario te hubieses sentido intimidado...-Sí, puede ser. Igual, creo que más que el estilo, la música pasa por una cuestión de contenido. Pasa por si sos o no sincero, aun cuando no tengas todas las herramientas. Creo que pasa más por ahí...(...) Hay muchos casos de tipos que conocen muchísimo de cualquier materia artística pero que son incapaces de escribir una línea...Sí, a veces el exceso de información impide estar fresco. -Si tuviésemos que pensar en qué género o escuela musical te formaste ¿qué dirías? y ¿puede decirse que sos básicamente ecléctico?-Es difícil. De hecho, en Buenos Aires tengo un grupo de punk con el que acabamos de grabar; me gusta la música de películas, escuché y me dediqué mucho a la música clásica. Tengo Malacara, que es otro grupo con el que hago música rioplatense. Y también me gusta mucho el rock. Entonces es como que se mezclan todos esos mundos y quiero darle una forma propia. En todo caso, creo que esto de la big band es más que nada música sinfónica utilizando ésta como orquesta.

IMAGEN Y SONIDO

-¿Cómo es el caso de la escritura de música para una película: leés el guión, conversás con el director?

-Más que nada, es un trato con el director para que te cuenta la idea. Luego es todo prueba y prueba, con computadoras. A mí no me gusta trabajar con máquinas, prefiero el papel e ir al estudio a grabar, pero hoy en día tiene que ser así; y luego hay que ver dónde va la música, es más una cosa intuitiva que tiene que ver con qué sentís con la película, qué te mueve... Con mi viejo es más fácil. Sé cómo piensa y qué busca, con otros directores no tengo esa afinidad, pero a la vez, al ser tu padre, es un arma de doble filo.

-¿Tenés formación como instrumentista o preferís el trabajo de autor?-Bueno, toco el piano, y ahora estoy cantando en algunos proyectos. Nunca fui de ponerme ocho horas con la partitura. No me considero un instrumentista, porque en realidad lo que me gusta es escribir. -¿Hay un método para escribir?-(Piensa) ... También es buscar la excusa para hacerlo. Ahora voy a hacer un octeto, un grupo, un trío. Necesito tener gente o alguien que me diga: tenés que hacer esto en este tiempo. Laburo bien con la presión porque soy muy vago. Si tengo un año para hacer algo, lo termino haciendo la última semana (risas). -¿Cómo es Berklee, la famosa escuela de música norteamericana donde te formaste?-Bueno, hay mucho de fama. A nivel académico, tenés profesores buenos y malos, como en todos lados. Lo lindo es que estás rodeado de gente de todo el mundo con muchas ganas. Son veinticuatro horas por día hablando con gente de todas las culturas (...) (pero) ahora no quiero estudiar más (risas). -¿Cómo fue el trabajo de productor y arreglador de Miguel Bosé?-Fue una sorpresa. Escuchó una vez una material mío, en Los Ángeles. Fue increíble, en el pop yo no tenía muchos proyectos. Me dijo: vamos a trabajar con la London Session Orchestra, en el mejor estudio de Londres. Y luego fui director musical de la gira. Viví en su casa dos años. Tenemos una amistad. Con Alejandro Sanz y Shakira fue diferente, llegué por él.

Uno y otro

Carlos Sorín (1944) nació en Buenos Aires y dirigió, entre otras, "La película del rey" (1989, León de Plata de Venecia), "Historias mínimas" (2002), "El perro (2004)" y "El camino de San Diego" (2006). En los últimos años, por estas tres últimas, recibió más de veinte premios nacionales e internacionales, entre los que se cuentan el Premio Especial del Jurado del Festival de San Sebastián. Además de director, es guionista, productor y director de fotografía. En 1989 filmó "Eterna sonrisa de New Jersey", con la actuación de Daniel Day Lewis, pero nunca fue estrenada en el país.

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Nicolás Sorín (1979) nació en Buenos Aires y comenzó su carrera profesional como compositor luego de graduarse en Berklee (Boston, EE.UU). Es autor de las bandas de sonido las tres últimas películas de su padre y trabajó para artistas internacionales como Víctor Manuel, Shakira, Miguel Bosé y Alejandro Sanz, en producción y arreglos. Estrenó obras con la Orquesta Henry Mancini, con la Orquesta Sinfónica Nacional, con la Phil Wilson Big Band y la Greg Hopkins Jazz Orchestra. Paralelamente a su trabajo como compositor, desarrolla actividades con su septeto Malacara y con un octeto de jazz, entre otros emprendimientos. Ha sido nominado al Grammy y ganó el Premio Clarín.