arte: ARTE-04
Entrevista a Angélica Gorodischer
Pequeños saltos con el lenguaje
Por José Duimovich

Acaba de publicarse el último libro de Angélica Gorodischer, "Tres colores", una novela de exaltada sensualidad, en la que el amor y la gastronomía se condimentan mutuamente.

La reconocida escritora rosarina es autora de una vasta obra narrativa ("Bajo las jubeas en flor" (1973), "Kalpa Imperial"(1983), "Mala noche y parir hembra" (1983), "Flores de alabastro, alfombras de Bokhara" (1985), "Jugo de mango" (1988), "Las repúblicas" (1991), "Historia de mi madre" (2004), "Tumba de jaguares" (2005) y "A la tarde cuando llueve" (2007), entre otros títulos).

Hay algo "atípico" en la escritura de Angélica Gorodischer, el continuo juego que hace con las palabras, donde pone de manifiesto una absoluta rebeldía frente a lo que pudiera ser una gramática correcta. Y en ese juego, sin pretenderlo, se ve involucrado el lector. De ahí que al leerla se tiene la impresión de ser atrapado por lo distinto, lo nuevo, lo fresco. Pero lo que más le interesa a la autora de "Jugo de mango" y "Kalpa Imperial" es concretar la atención en qué se dice. El cómo es sin duda una trampa de estilo, que en su caso funciona de manera excelente.

-¿Qué es lo que la decide a emprender una u otra de las tantas vertientes que tiene su obra: ciencia ficción, fantástico, policial, humor, la reivindicación feminista, el pasado histórico de Rosario, etcétera?Angélica Gorodischer: -Escribo lo que se me ocurre. No pienso a priori en reivindicaciones ni en ideologías ni en géneros. Yo lo que quiero es escribir una historia, contar un cuento. La historia, el cuento, traen consigo el género y la ideología: están ahí, yo no los pongo, aparecen. Quienes saben leer, quienes saben algo más que descifrar palabras, pueden descubrir esas cosas en mis textos, pero a posteriori. Yo me ocupo del lenguaje. El crítico que se ocupe de todo lo demás. -Resulta curioso que no haya escrito (o publicado, al menos) poesía, dado el estilo depurado y certero del que hace gala su narrativa...-No la escribo porque no me sale. No es mi terreno. Ni siquiera soy una buena lectora de poesía. -¿Qué le produce mayor placer: el ejercicio de la lectura o la escritura?-Son dos placeres equivalentes. Un buen libro a la tarde, cuando llueve, es tan placentero como un párrafo que nos ha salido redondito, redondito. Agrego: no se es escritora si no se es lectora. -En "A la tarde cuando llueve", su último libro (donde reúne un conjunto de reflexiones que van de la literatura a la denuncia, entre otras cosas), ¿se dio el gusto de dar pequeños saltos con el lenguaje?-Siempre me doy esos gustos. -¿Dónde ve vitalidad en la cultura, hoy?-Soy exigente. Si usted espera que le diga que la vitalidad está en esos disparates y tonterías que escriben gentes que se sienten,aaaaay, taaaaan transgresoras, está frito, m'hijo. Yo, que trabajo con el lenguaje, veo la vitalidad en los textos de un nivel estético apreciable, en gente como Rafael Pinedo, como Federico Jeanmaire, como Griselda Gambaro, y así. -¿Qué está escribiendo actualmente?-Una novela, claro. Es lo que suelo estar haciendo desde hace ya muchos años.