Cultura: CULT-02
Luis Felipe Noé
Vicisitudes de un maestro

Luis Felipe Noé estará en nuestra ciudad para presentar los dibujos de Alberto Navarro, Armando Sapia y Elena Nieves y, también dictar una conferencia que ha titulado "El arte de dibujar", a realizarse en la sede del Sor Josefa el sábado, a las 19.

Son innumerables los antecedentes del maestro, por lo tanto nada más propicio que transcribir fragmentos de un texto autorreferencial publicado en ocasión de una muestra "La línea piensa", de la que fue curador.

"Como en todo curriculum vitae, comenzaré diciendo que nací en Buenos Aires en 1933. Pero si adopto aquí la primera persona, lo que es inusual en este género, es porque deseo, además, reflejar la importancia que ha tenido el dibujo en mi proceso artístico, ya que se me conoce ante todo como pintor. Sin embargo, yo no divido las categorías pintura y dibujo. Así como un concierto de violín es tan música como uno de una orquesta sinfónica, creo que un dibujo es una forma de ser de la pintura y no meramente su estructura básica como lo enseñaban y lo enseñan las academias. Más aun, así como en una sinfonía la orquesta suele callarse para dar lugar al primer violín en la pintura, el color puede silenciarse para dar lugar al dibujo o puede convertirse nada más que en pura línea.

"Si bien de esto fui consciente progresivamente, puedo señalar el punto de partida: el año y medio (1951-52) que estuve en el taller de Horacio Butler. De él aprendí que dibujar no es meramente representar sino, ante todo, hacer una presentación visual.

"Mi primera aparición pública como artista la hice como dibujante hace medio siglo. En 1957, luego de mi viaje de luna de miel con Nora Murphy a la quebrada de Humahuaca hice una serie de dibujos que fueron publicados en la revista El Hogar con el nombre de Estampas del Norte. Acompañaba los dibujos con un texto donde decía: `Allí no se puede dibujar a la figura con un criterio individualista: hay que fusionarla con su medio. Y he aquí la necesidad de emprender el camino de la abstracción. Entre la naturaleza y la figura debe extenderse el puente de la fusión, término por sí solo abstracto'. O sea, allí estaba formulando un concepto definitorio de una `otra figuración' cuatro años antes de la concreción del grupo que integré junto a Ernesto Deira, Rómulo Macció y Jorge De la Vega.

"Pero, tal vez, en el contexto del informalismo primero y luego de mi amistad con Alberto Greco me encontré personalmente con la pintura a través de la mancha. Por ello el dibujo pasó a un segundo plano y lo hará con gruesos trazos de tinta. Sin embargo, acompañaba los catálogos o los afiches de mis primeras muestras de pintura (1959, 1969, 1961) con dibujos. Así, en 1961, año de mi Serie Federal, y pocos meses antes de la muestra Otra Figuración, Deira, Macció y yo (no recuerdo por qué De la Vega no estaba incluido, aunque supongo que era porque dibujaba muy poco por entonces) junto con Antonio Seguí hicimos una exposición de dibujos en la Galería Galatea.

"En 1962 a nuestro retorno de un primer viaje a París los cuatro del grupo realizamos casi simultáneamente dos exposiciones: la primera de dibujos titulada Esto en la Galería Lirolay, la segunda de pinturas en la Galería Bonino, dividida ésta última en dos etapas sucesivas. La muestra de dibujo estaba inspirada en la Argentina que encontramos a nuestro regreso: el enfrentamiento de militares de un mismo ejército, el sainete de azules versus colorados.

"Luego se fue mi pintura extremando en la búsqueda de la ruptura de la unidad visión quebrada y el caos como estructura. Así llegué a instalaciones muy complejas que realicé en 1964 en Nueva York y continué en 1965 en Buenos Aires. El dibujo por entonces era la propia estructura caótica que se instalaba en el espacio. Pero cuando las mostré en enero de 1966 en la Galería Bonino de Nueva York, la acompañé de dibujos sobre papel en los que la línea dialogaba con el collage.

"Abandoné en 1966 a la pintura por nueve años, dado que había dejado el plano y esas instalaciones eran muy complejas. De manera inmediata me aboqué a investigar ambientaciones con espejos plano-cóncavos. Simultáneamente realicé grabados con materiales espejados. Con uno de ellos -en el cual se combina un autorretrato en aguafuerte dos acetatos y un espejo- obtuve el premio internacional más importante hasta ahora: Una mención de honor en la Bienal Internacional de Tokio, 1978.

"Pero luego, abandonadas también estas experiencias, la angustia que me producía no realizar obras me llevó en 1979, ya de regreso en Buenos Aires, a una terapia psicológica con el doctor Gilberto Simoes. No hice diván, sino que mientras hablaba dibujaba. Así fue apareciendo un mundo que sirvió como introducción a mi retorno a la pintura en 1975, luego de dibujar intensamente y de tener un taller con alumnos. La línea y las vibraciones (entre líneas y entre colores o entre líneas y colores) eran el eje de mi enseñanza. Poco antes, en 1974, publiqué una novela de carácter subjetiva escrita y dibujada (Códice Rompecabeza sobre Recontrapoder en cajón desastre, Ediciones De-la Flor, 1974, Buenos Aires) que también fue una consecuencia de las sesiones terapéuticas".