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Tierra del Fuego
Advierten el peligro del avance de los castores sobre el continente
La especie se extendió en la isla después de su introducción en la década del "50, pero ahora llegó hasta Neuquén. La construcción de embalses genera pastizales artificiales y alteraciones del suelo.

El castor, un animalito simpático que fue introducido en la década del cincuenta en la isla de Tierra del Fuego, se ha transformado en un problema de dimensiones que puede afectar a todo el ecosistema patagónico, si no se detiene su avance sobre el continente.

"Hay una noticia alarmante; el castor llegó al continente. Desde el archipiélago fueguino hasta Neuquén se repiten las características de hábitat, con algunas variaciones, que permitieron el avance del castor en la isla. Si no se hace nada, va a ser imparable", dijo a Télam Emilse Gallo, bióloga del Parque Nacional más austral del mundo.

Los impactos de esta especie exótica sobre el ecosistema son variados y devastadores; desde el secado y muerte del bosque, por efecto de la inundación que provoca al construir sus diques, hasta la alteración del ciclo de nutrientes en la zona que anega, con la consiguiente transformación de la comunidad vegetal.

"El castor ocupa un lugar, lo inunda con la construcción de embalses y cuando el lugar no le sirve más o no cuenta con alimentos disponibles, migra y lo abandona, y la consecuencia final es un pastizal artificial de castor", dijo Gallo.

Esta alteración a nivel del suelo altera todos los procesos físicos y químicos del sotobosque, que es la comunidad herbácea que crece bajo el bosque, y una vez que el agua se va, aparece una población vegetal totalmente diferente a la original.

"Este bosque no está adaptado para tolerar esta presión tan grande. Cambian las comunidades vegetales y también las especies animales asociadas a estos ambientes, porque el hábitat es transformado el ciento por ciento. Se altera el ciclo de nutrientes y retienen muchos sedimentos, entre otros efectos", agregó.

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Pero uno de los aspectos que más preocupan a la bióloga, quien forma un equipo de trabajo con otras dos profesionales y unos 12 guardaparques del Parque Nacional Tierra del Fuego, es la adaptabilidad del castor a otros ambientes.

"Lo que está condicionando la dispersión del castor, y que se instale, es el acceso al manejo del agua, y no el que exista o no población boscosa. Es una especie sumamente plástica en los hábitats que puede ocupar", señaló.

En tal sentido, si no tiene árboles que comer o para construir diques, el castor igual se adapta, por lo que en la estepa se lo encuentra en ríos meandrosos y en las barrancas, donde hace su madriguera.

"Por su enorme población, el castor está siendo desplazado a lugares subóptimos. Hoy lo encontramos en turberas, en la estepa magallánica, entonces se llegó a la conclusión que el factor que más condiciona a la dispersión del castor hoy no es que haya o no bosque, sino que es que el castor tenga acceso al agua. Ahí está el problema si uno piensa a escala continental", precisó.

En tal sentido, está en proceso un proyecto binacional, entre Argentina y Chile, para combatir esta especie exótica, que tiene como ejemplo el Programa de Control de Castor Canadensis, que se desarrolla en el Parque Nacional desde el 2001.

Según explicó Emilse Gallo, el objetivo general del programa que se desarrolla en el área protegida es el de ampliar las áreas que se venían trabajando desde 1981, cuando el proceso estaba más diseccionado a problemas puntuales.

Esta ampliación implica incorporar todas las cuencas y microcuencas del área sur del Parque Nacional, que desembocan en el canal Beagle.

"Queremos mantener estable el número de colonias activas. La idea no es erradicar, porque nosotros tenemos cuencas completas, que se controlan y otras parciales que se comparten con Chile", explicó la bióloga.

Desde 2001, se han disminuido el número de colonias de 22 a unas 10 y se calcula que hay una población de cien mil individuos, que en la década de los noventa habían impactado unas 25 mil hectáreas.

Control con trampas y a tiros

Aquellos que tienen el trabajo de controlar el avance de los castores no dejan de asombrarse por la capacidad de ingeniero de ese pequeño animal exótico, que tantos problemas está causando en el sur del continente.

Para realizar su trabajo, los guardaparques del Parque Nacional Tierra del Fuego han zonificado el área de captura en tres regiones, en base al peligro de que caigan otras especies nativas en el trampeo.

En los cuerpos de agua más próximos al mar se utilizan armas de fuego, así como en la denominada zona intermedia, que supera los 500 metros desde el mar, donde ingresa una especie nativa como el huillín, una nutria marina que ingresa esporádicamente en los cuerpos de agua dulce.

"En la zona verde que llamamos, que son los cuerpos de agua ubicados a más de 500 metros del mar y que por sus características es inviable que llegue por ejemplo el huillín, la captura se realiza con trampas conibear", explicó a Télam la bióloga Emilse Gallo.

El encargado de coordinar el censo y trampeo de castores, Pablo Kunzle, quien se desempeña como guardaparques, contó cómo es el proceso para capturar al animal en cada una de estas zonas.

"El castor, que es oriundo de Canadá y Estados Unidos, por ahora va ganando la línea de fuego. El depredador natural es el oso y el lobo, que suelen atacar a las crías o animales enfermos. El trabajo de predador lo hacemos nosotros", precisó.

Kunzle detalló que el animal construye "un gran búnker" para preservarse a sí mismo, por lo que hay que agilizar los sentidos y atraparlo, engañándolo y poniendo las trampas en lugares estratégicos.

"Acá es el paraíso de los castores, porque no tienen predadores naturales; entonces el bicho tiene mortandad cero. Construyen madrigueras con materiales de la zona, con los que hacen una especie de carpa en la laguna y ahí dividen; para ingresar a las madrigueras tienen que sumergirse y después se alimentan del bosque y de la pastura circundante", agregó. Saben manejar la corriente y transforman el dique, por lo que deben tener una relación con las presiones, con la profundidad. "Hay diques que son realmente de antología", dijo.

Introducido en la isla por el entonces Ministerio de Marina con fines peleteros, las 12 parejas iniciales de la década del cincuenta se han reproducido hasta llegar a los casi cien mil ejemplares actuales, por lo que el equipo de Tierra del Fuego tiene un trabajo titánico que deberá ser acompañado por las dos naciones afectadas.

Télam