1) La capacidad de gol del equipo con sus delanteros: Leandro Zárate y César Pereyra 2) La suerte que lo acompañó en algunos momentos complicados de la campañaEstos dos "amigos" que anduvieron de la mano con Unión en toda la temporada lo dejaron solito el sábado al equipo contra Ben Hur, justamente en el partido más trascendente, el que le podía asegurar a Gugnali y sus jugadores el mejor puesto posible del año completo después de los dos ascensos directos Äprevisibles, por otra parteÄ de San Martín de Tucumán y Godoy Cruz de Mendoza.Así, después de haber jugado un gran segundo tiempo contra la BH en el 15 de Abril, Unión se quedó sin sus escarapelas: no tuvo gol de sus puntas y no tuvo suerte. De los 49 goles que tiene el equipo en la temporada completa regular del ascenso que el sábado se terminará en la cancha de Quilmes, 27 son propiedad de sus delanteros: 17 de Leandro Zárate y 10 de César Pereyra. Sin embargo, después de llegar con dos gritos cada uno en el partido electrizante de Mendoza ante Independiente Rivadavia, el sábado se instaló la sequía.A la "Chancha" le quedó una clarita de volea entrando solo y un remate cruzado de derecha con todo el campo abierto; a Pereyra, le quedaron tres en total: centro de Zapata, rebote y el "Picante" de zurda cambiando el palo, justamente estrellando el balón en la base del mismo; centro de Zapata y cabezazo de Pereyra que, con Aguiar derrotado, un defensor de Ben Hur la sacó de la misma línea; finalmente, pase-gol de Marcos Flores y el "sombrerito" de Pereyra que chocó con la humanidad de Aguiar.Así, después de ponerse 1-0 arriba con la corrida de la "Chancha" y el toquecito de Zapata, las cinco opciones de gol para liquidar el partido le quedaron a sus delanteros goleadores y no lograron embocar ninguna. Entre el palo, el arquero y la que sacaron de la línea le dijeron que no. Por eso Claudio Gugnali dijo que "el error fue no haber hecho el segundo gol".Y después de la falta de contundencia, aparece la falta de suerte, porque Unión mereció claramente ganar el partido. Si hasta el fatídico minuto final de descuento, el equipo de Ricardo Zielinsky no había cruzado la mitad de la cancha, a pesar de estar perdiendo 1-0 y necesitar sumar para escapar del descenso de categoría. Es más: mientras Unión despilfarró cinco llegadas claras para liquidarlo con el 2-0, Ben Hur llegó al empate en la única jugada donde metió la pelota en el área de Assef. Y allí no quedó tiempo para nada, más allá de algún desesperado "centro a la olla" cuando el árbitro Javier Ruiz agregó un minuto más de adición a los tres que señaló originalmente.Entonces, así como muchos partidos "los aguantó" gracias al "Turco" Assef y logró acertar alguna contra para ganar sin merecerlo, el sábado le pasaron la película al revés, pero con los mismos argumentos. Fue Ben Hur el que empató sin hacer nada y lo dejó a Unión con las manos vacías.

Si bien este equipo se acostumbró a vivir en un sube y baja de rendimientos, resultados y emociones, tendrá que recuperarse rápidamente del golpe que le metió Ben Hur sobre la hora. En esto, el mensaje de Gugnali será vital, mucho más que el dibujo táctico y la estrategia que el entrenador elija para jugar contra Quilmes el sábado. A esta altura, importa más cómo "levanta" al grupo antes que saber quién juega por César Pereyra arriba y quién por Serrizuela en la mitad de la cancha.

El primer latiguillo será, seguramente, el que surge de las posibilidades matemáticas a la hora de los cruces, la diferencia de gol y los puntos mismos: Unión no depende de nadie, sólo depende de Unión para clasificar y conservar el tercer puesto de la temporada.

Lo otro que seguramente deberá "usar" Gugnali en esta semana cargada de ansiedad tiene que ver con lo bien que jugó el equipo en el complemento: no se desesperó por buscar el gol, no se descompensó atrás y después de ponerse 1-0 arriba entendió que la mejor manera de defender el resultado era tener la pelota, atacar y buscar el segundo. Esta vez, como pasó en otras muchas ocasiones, a Unión no le empataron por "meter la cola atrás", sino por una distracción colectiva cargada de errores individuales.